Eco-muebles
Las Quindío calles se de han Calarcá, convertido en el almacén perfecto para Juan David Parra, un estudiante de grado noveno de la IE General Santander.
De allí toma las llantas viejas y abandonadas que encuentra. Las usa en Eco-muebles, una idea de negocio que combina con sus estudios y en la que su mamá lo apoya. No solo con ideas, sino también con la experiencia para cortar telas y combinar colores. Juntos diseñan las piezas que, como lo muestra el catálogo de su empresa, son pequeños sillones tipo puf, decorados, con patas en madera o rodachines y cuyo precio oscila entre 45.000 y 60.000 pesos, dependiendo del material. “Le apuntamos a la búsqueda de solución al problema de las llantas abandonadas, que son un problema para el medioambiente y para la salud humana debido a los insectos que pueden albergar”, dice Juan David, que a sus escasos 13 años ve en esta fórmula un negocio con futuro. Lo mismo sucede en Pueblo Bello, Cesar, donde un grupo de estudiantes arhuacos de la Institución Educativa Minas de Iracal han hecho de las llantas usadas una fuente de ingresos al convertirlas en alpargatas, un calzado típico de las comunidades indígenas y campesinas de la Sierra Nevada de Santa Marta y que consiste en una suela de llanta y unos lazos de cuero que permiten amarrarlas.