Cumpliendo sueños
Un total de 49 familias de Belén de Umbría, en Risaralda, hacen parte de Aslubel, una asociación de cultivadores de lulo que encontraron en el modelo asociativo la forma de hacerles frente no solo a sus necesidades económicas, sino sociales.
Hace unos 15 años, Diego Echeverry buscaba su sustento diario jornaleando, pero siempre soñó con ser un empresario del campo, pues no quería depender más del pago diario.
En un área netamente cafetera, pues nació y creció en Belén de Umbría en Risaralda, Echeverry decidió tomar otro camino y apostarles a los cultivos de lulo, en momentos en que la crisis del café ya se veía venir. Su objetivo era trabajar en un modelo asociativo que le permitiera tener su propio negocio.
Pero la travesía para lograrlo no fue fácil. Una vez los cultivos empezaron a producir, el lulo tenía que ser vendido a un intermediario que, primero, no le brindaba un buen precio y, segundo, podía tardar meses en pagarle.
Esta era una problemática generalizada para las familias que se dedicaban a esta actividad, razón por la que en diciembre de 2007, 57 de ellas decidieron unirse. Vieron la necesidad de aprender a comercializar. Se dieron cuenta de que no bastaba con tener un buen producto, sino que vender a un precio justo era importante, como también lo era recibir los pagos a tiempo.
Los primeros tres años de la Asociación de Cultivadores de Lulo de Belén de Umbría (Aslubel), de la cual Diego es el representante legal, fueron positivos, a pesar de no tener conocimiento de asociatividad. Sin embargo, en 2011 comenzaron a enfrentar dificultades con la empresa que les compraba el producto, lo que los llevó a la quiebra.
Después de este impase solo quedaron 22 productores que siguieron luchando para encontrar a quién venderle el producto. Una de las alternativas era Postobón, pues escucharon que esta compañía compraba en Santa Rosa de Cabal –un municipio cercano–, en donde, además, brindaba capacitación y asesoría a los campesinos.
En ese momento las cosas no se dieron y, en 2013, ya habían tomado la decisión de cerrar la asociación, pues no habían encontrado el camino. Pero apareció una luz: lograron hacer contacto con personal de esta tradicional productora de bebidas, con tan buena suerte que pudieron vincularse con ella.
La compañía no solo les aseguró la compra de la fruta durante todo el año, sino un precio justo. “A muchos pequeños productores nos ha mejorado la calidad de vida, pues ya no vivimos del jornal, sino de nuestros propios cultivos”, dice Echeverry.
Hoy son 49 productores que tienen la comercialización asegurada, con una planificación de siembras. A través de su programa Hit Social, Postobón impactó el desarrollo local y el futuro de muchos adultos y jóvenes, que no encontraban alternativas que les permitieran sobreponerse a los problemas sociales y de violencia que por aquella época había en la zona.
Actualmente, Hit Social beneficia a 1.358 familias y genera 3.395 empleos en los departamentos en los que hace presencia. El número de hectáreas cubiertas alcanza 1.237. El año pasado, la empresa compró 5.548 toneladas de fruta entre mora, lulo y mango y les pagó a los cultivadores cerca de 9.500 millones de pesos, datos clave en medio de la vulnerabilidad de las regiones donde hace presencia esta iniciativa.