Una carrera que podemos ganar
“Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba. Debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano. Sin embargo, ¿ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven?
Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y sin embargo, soy de los afortunados. La gente está sufriendo. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva. Y de lo único que pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?
Por más de 30 años, la ciencia ha sido clarísima. ¿Cómo se atreven a seguir mirando hacia otro lado y venir aquí diciendo que están haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista?
Dicen que nos ‘escuchan’ y que entienden la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté, no quiero creer eso. Porque si realmente entendieran la situación y de todas formas no actuaran, entonces serían malvados. Y eso me niego a creerlo.
… ¿Cómo se atreven a fingir que esto se pueda resolver actuando como de costumbre y con algunas soluciones técnicas?
Con los niveles de emisiones actuales, ese presupuesto restante de CO2 desaparecerá por completo en menos de ocho años y medio.
Hoy no se presentarán soluciones o planes en consonancia con estas cifras. Porque estos números son demasiado incómodos. Y todavía no son suficientemente maduros como para decir las cosas como son.
Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos.
No dejaremos que sigan con esto. Justo aquí, ahora es donde trazamos la línea. El mundo se está despertando. Y se viene el cambio, les guste o no. Gracias”.
Después de leer estas palabras o escucharlas de la voz entrecortada de Greta Thunberg no queda mucho por decir, pero sí por hacer. Su discurso en la Cumbre del Clima, organizada por Naciones Unidas, estremeció al mundo e hizo un llamado a la acción urgente.
La crisis climática no es un cuento chino como dijo erróneamente el presidente Donald Trump. Cada día es más real, cada estudio hecho por los científicos, cada glaciar que desaparece, cada cultivo que deja de existir nos dice que el tiempo se acaba.
Y no es ser alarmistas, o pensar que es cosa de una adolescente manipulada y utilizada por diferentes líderes (como canallamente algunos han dicho), que está de moda o que es simple populismo de algunos políticos tanto de derecha como de izquierda. Puede que para muchos sea solo discurso, pero para una gran mayoría, no solo de tomadores de decisión sino de niños, jóvenes y adultos, esto es una cuestión de vida o muerte.
Marina Silva, exministra de Medio Ambiente de Brasil, me decía en una entrevista que era emocionante ver a Greta y a los jóvenes movilizándose, pero que también era muy triste reconocer que habían tenido que ser ellos los que se pusieran al frente para defender y reparar el daño que hicimos otros. Y estoy de acuerdo, ninguna generación antes que esta exigió un presente y un futuro mejor.
Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, llamó a esta cumbre del clima, “una carrera que podemos ganar”. Quiero ser optimista y también realista. Quiero creer que en el cuarto de milla que falta podemos vencer, que podemos ganar ese puerto de montaña y dejarle a la generación de Greta y a la de sus hijos y nietos un mundo más viable.