180 millones de almas
En octubre de 2018 Semana le dio vida a una iniciativa periodística, social y ambiental en la que por primera vez el Estado colombiano, un país cooperante (Noruega) y un medio de comunicación se unieron para visibilizar y comprometer a la sociedad con un tema ambiental de urgencia nacional. Siete meses después, la Gran Alianza contra la Deforestación entregó un balance en el que participaron 130 aliados de toda índole: sector ambiental, organizaciones ambientales y comunitarias, medios regionales, agrupaciones musicales…
Más de 200 informes periodísticos, vistos por millones de personas por los canales y medios de la revista, le abrieron los ojos al país sobre la manera como la motosierra campea en forma desaforada, especialmente en la Amazonia profunda que aún desconocemos. Denunciamos la tala en Chiribiquete, las carreteras ilegales y los potreros en los parques nacionales, el papel de la ganadería y de la minería, entre otros factores, en la deforestación de la selva… Además, la existencia y el modus operandi de las mafias come bosque, aún por capturar.
Por lo menos 100 iniciativas de colombianos del común salieron a la luz mediante la Alianza, que le dio voz a la gente en su territorio, en foros y encuentros regionales.
Esos proyectos no reciben aporte alguno. Ni de corporaciones, ni de Gobiernos locales, ni ayuda internacional. Se trata de personas que por simple amor por la tierra y los bosques resolvieron dedicar parte de su vida a cuidarlos, a sembrar e incluso a pelear con quien se atravesara para depredar.
Los llamamos los héroes de los bosques. Gente con amor y entrega legítima por el verde. Toda Colombia debería apropiarse de esa vocación de estos habitantes del Cesar, del Putumayo, del Vichada, del Valle del Cauca, del Caquetá, del Tolima, del Chocó, para cumplir con la gran sembratón nacional que convocó el Gobierno para plantar 180 millones de árboles.
Particularmente tengo dudas y preguntas: ¿terrenos listos y saneados? ¿Capacidad de los viveros? ¿Especies? ¿Garantías de vida de los árboles? Sin embargo, ante la realidad de una deforestación que poco o nada da tregua, todo esfuerzo suma. Y más si es un llamado nacional a la acción.
Entre los héroes de los bosques de la Gran Alianza contra la Deforestación estaban los indígenas piratapuya de Cumaribo, en el Tuparro. Ellos, sin siquiera una pala, solo con sus manos, resolvieron abrir huecos en la tierra para reforestar los caños secos por los incendios. Y lo lograron de moriche en moriche. Caminaron kilómetros por la sabana para recoger semillas y llevarlas a sus caños para reforestarlos. La vida les pagó con el agua que les devolvió el caño Viviano.
Cada uno de nosotros puede ser un piratapuya. Puede convertirse en constructor de un nuevo futuro o de una nueva esperanza. Mientras más árboles caigan, más grande debe ser la respuesta de los colombianos. No más quejas, no más hashtags. Hay que pasar a la acción. Y mientras el Estado detiene definitivamente la deforestación, porque es su deber, no nos queda más que levantar de nuevo el bosque, árbol por árbol. Para volver a vivir con una dignidad como la de los piratapuya, que no se arrugan ante el suelo quemado sino que le ponen el alma a cada planta de moriche.
Nos vemos en la sembratón (cuando la nueva normalidad del coronavirus nos lo permita).