Pobreza que duele
Mientras el mar invade a los pueblos que quedan al lado de la carretera, estos carecen casi totalmente de agua potable, pues llega cada tres o cuatro días, durante una o dos horas. Si los habitantes no la almacenan, deben comprarle a carrotanques. De esta manera, tienen que pagar servicio de acueducto y alcantarillado, y además comprar por galones. A esta problemática se suma la contaminación, que la luz llega por ratos, que no tienen empleo, ya que en un 80 por ciento dependen de la pesca en la ciénaga, que ha bajado a niveles históricos.
“No hay proyectos para los pescadores, que, si bien se asocian, no reciben apoyo de entidades que les ayuden a sacar adelante sus iniciativas productivas. Esta falta de oportunidades ocasiona problemas mayores como el microtráfico, puesto que los jóvenes y niños no encuentran otro camino que perderse en malos pasos para sobrevivir”, dice el concejal Barranco.
Esto sin dejar de lado las dificultades de salud. Cuando una persona se enferma debe ir hasta el municipio de Pueblo Viejo porque en los corregimientos no hay puesto de salud, a excepción de Tasajeras.
Ante esta realidad, que afecta a la mayoría de los 14 municipios relacionados directamente con la ciénaga, los expertos coinciden en la urgencia de generar el
Plan de Manejo Integral. Así lo ha pedido también la misión Ramsar, que solicitó actualizar el control de sedimentos.
“Hay que saber cómo funcionan los sedimentos y los caudales para poder tomar decisiones sobre la gestión del agua y entender cómo funciona. También, hacer la modelación efectiva para tomar las decisiones indicadas”, manifiesta Sandra Vilardy. Para ella habría que ampliar las capacidades científicas y técnicas que apoyen la toma de decisiones en la ciénaga, pero eso ha sido imposible.
Las personas que conocen y padecen las problemáticas de la ciénaga coinciden en que el Estado no la ha asumido como un área de conservación, sino como un espacio para proyectos agrícolas y portuarios.