Un homenaje a los ángeles del bosque
Trece guardaparques han perdido la vida por defender los Parques Nacionales Naturales y cuidar los ecosistemas estratégicos de Colombia. El país tiene una deuda con ellos y las amenazas continúan. In memoriam.
Dejaron un legado eterno. En la memoria de sus seres queridos y compañeros vivirán por siempre. Sus familias solo esperan que no hayan muerto en vano y que sus asesinatos no queden impunes. Claman justicia.
El país, entre tanto, sigue en deuda. Debe reivindicar su labor, dignificarla y salvaguardarla. La Procuraduría General de la Nación, a finales de febrero de 2020, ratificó el alto grado de vulnerabilidad de quienes ejercen funciones de defensa ambiental en el país, garantizan el control territorial y la autoridad estatal.
“Para nadie es un secreto que los parques nacionales están siendo utilizados por las mafias y sus guardianes están en peligro tras haber descubierto sus rutas, formas de financiamiento y metodología delictiva”, dijo el procurador Fernando Carrillo.
El asesinato de 13 guardaparques en los últimos 38 años, así como su salida forzada de diez áreas amazónicas protegidas a finales de febrero, dan cuenta del estado de indefensión en el que viven y trabajan. La última víctima, Yamid Alonso Silva Torres, guardián del Parque Nacional Natural El Cocuy, en Boyacá, tenía apenas 38 años.
Entre 1960 y 1990 los guardaparques tenían un arma de dotación. Desde 1993, con el Ministerio de Ambiente y el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, solo los protegen las insignias que portan bordadas en el uniforme: un oso de anteojos y una palma de cera.
Desde 2018 las amenazas persisten y por eso guardapaques o colectivos de los mismos ya han interpuesto 17 denuncias ante la Fiscalía General de la Nación. Más de 30 están hoy amenazados. Estas cifras evidencian el permanente riesgo que viven los héroes de la conservación en Colombia.