La otra pandemia
El coronavirus disparó el consumo de plásticos de un solo uso. ¿Cuál es la realidad y qué hacer frente a esta problemática que afecta tanto al medioambiente como a la salud humana?
El plástico de un solo uso, al que el mundo había declarado la guerra, recobró fuerza a raíz del coronavirus, para desgracia del medioambiente. Océanos, parques y bosques sucumben ante el aumento de estos materiales, que generan un gravísimo impacto sobre la biodiversidad, la salud de las personas y la economía.
Según datos de la Organización de Naciones Unidas, alrededor de 13 millones de toneladas de plástico se vierten en los océanos cada año, tendencia que de continuar llevará a que en 2050 haya más de 12.000 millones de toneladas de desechos plásticos en los basureros y en la naturaleza.
En 2019, Colombia consumió 1,4 millones de toneladas de plástico, de las cuales solo recicló el 20 por ciento.
Seún Acoplásticos, de esta cifra unas 770.000 toneladas corresponden a un uso corto, como empaques y envases. Y de esa cantidad, por lo menos 38.500 toneladas están relacionadas con elementos de un solo uso, como pitillos, bolsas, platos, vasos y cubiertos desechables.
El coronavirus agravó la situación. Nadie imaginó que el mundo viera en lo desechable una manera de evitar el contagio. “Por la pandemia todo se volvió desechable, el riesgo es que ahora el planeta se llene de productos de este tipo”, dice Silvia Gómez, directora de Greenpeace Colombia. Aún no hay datos puntuales de cuánto pudo incrementarse el consumo de estos materiales en el país, pero es claro que va en aumento.
Tapabocas, guantes, polainas y elementos quirúrgicos desechables han llegado a engrosar los volúmenes de productos desechables que no son bien dispuestos y que terminan en las playas, parques y en los vertederos, generando efectos sin precedentes en materia de contaminación ambiental.
Dice Greenpeace que en Colombia, cada año, una persona utiliza 24 kilos de materiales desechables. De ellos, 56 por ciento son artículos de un solo uso.
“Es lamentable porque esos plásticos pueden durar hasta 400 años para descomponerse, con las consecuencias que eso trae para los diferentes ecosistemas”, explica Gómez. Así, en 75 años de vida una persona puede generar 1,8 toneladas de residuos plásticos.
La situación la agravan las decisiones adoptadas por las entidades oficiales, que para reducir el contagio de la covid-19 sugieren usar estos materiales.
Por eso, organizaciones civiles y congresistas le pidieron al Ministerio de Salud no recomendar los plásticos de un solo
uso, como bolsas, film (vinipel), icopor y vajillas plásticas, entre otros, en los protocolos de bioseguridad para domicilios y empresas porque no hay evidencia científica de que estos elementos son más seguros para evitar el contagio del virus.
En cambio está aumentando la contaminación generada por estos materiales. Además, investigaciones publicadas en The Journal of Hospital Infection y en The New England Journal of Medicine muestran que la covid-19 persiste más tiempo en el plástico que en otras superficies.
Retroceso en los avances
Curiosamente, hasta la pandemia, el país había reducido el uso de bolsas plásticas. Según la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), entre 2015 y 2019 se redujo en 59,4 por ciento la distribución de bolsas plásticas en los establecimientos comerciales monitoreados por esa entidad.
A diciembre del año pasado, en las principales cadenas de supermercados, almacenes y droguerías monitoreadas se dejaron de distribuir cerca de 636 millones de bolsas frente a los 1.069 millones que se entregaron en 2015, fecha en la que inició el monitoreo de los establecimientos, según dijo el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Ahora, mientras aumenta el uso de estos elementos, en el país no hay una regulación nacional que los prohíba. En el Congreso avanzaba un proyecto de ley tendiente a evitar los plásticos de un solo uso, pero se hundió.
Juan Carlos Losada, representante a la Cámara por el Partido Liberal, presentó el pasado 20 de julio una nueva iniciativa. Sin embargo, mientras hace su trámite en el Legislativo tardará tiempo, con las graves consecuencias que esto tendrá para el medioambiente y la salud de los colombianos
El parlamentario dice que se trata de un proyecto urgente, pues se debe frenar el consumo.
Mientras Colombia poco avanza en frenar este problema, en Chile ya les dijeron adiós a las bolsas plásticas por una ley aprobada hace dos años.
La iniciativa comenzó a aplicarse gradualmente el 3 de agosto de 2018 y a partir de la misma fecha de este año, los establecimientos comerciales no pueden entregar bolsas plásticas a los consumidores. Con esta norma, esta nación se convirtió en la primera en América Latina en eliminar las bolsas plásticas de un solo uso del comercio.
En Colombia, en departamentos como Boyacá, Valle y Antioquia, y los municipios de Itagüí, Santa Rosa de Cabal,
Guatapé y Urrao se prohibió el uso de plásticos en las compras institucionales; mientras que algunas universidades decidieron librar sus campus de estos materiales. Es el caso de la CES de Medellín y la Universidad de Antioquia.
El Ministerio de Ambiente, por su parte, prohibió el uso de bolsas plásticas, envases, empaques y recipientes, botellas personales plásticas, vasos, platos, bandejas, cubiertos, cuchillos e hisopos flexibles con puntas de algodón, entre otros elementos, en los parques nacionales con vocación ecoturística.
Pero es claro que estas medidas se quedan cortas frente a la necesidad de adoptar políticas que realmente controlen la distribución y comercialización de estos materiales.