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alimenta de lagunas, morichales y más de 5.000 quebradas y pequeños cauces, y que es determinante para el bienestar de tortugas, caimanes y nutrias.
El 10 por ciento restante está dispuesto para distintas actividades ecoturísticas que atraen a decenas de visitantes. Ambos propósitos –conservación y turismo– siempre fueron una prioridad para Dexter, quien miraba en retrospectiva lo que había logrado y confirmaba que esa “tierra prometida” era su gran motivación. Con su muerte inesperada, este canadiense del Vichada no solo dejó un legado inmenso para los conservacionistas, sino la prueba irrefutable de que es posible sembrar un bosque en un desierto.