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“Tuve pensamient­os ASESINOS

La actriz pasó por Colombia y presentó una obra que abrió la profunda herida de la muerte violenta de su padre y la marcó para siempre. Tiene claro que no la volverá a presentar nunca más.

- @juana_acosta

La última vez que Juana Acosta estuvo en Colombia fue distinta a las anteriores. La actriz caleña, que vive hace más de dos décadas en España, donde ha tenido una impecable trayectori­a en cine y televisión, vino a cerrar un círculo que, le confesó a Vea, la traumatizó a los 16 años. Lo hizo mediante lo mejor que sabe hacer, actuar, y su pasión hasta esa edad, bailar, en su lugar favorito: el escenario.

EL DÍA QUE TODO CAMBIÓ

El 23 de mayo del 2003 la tragedia llamó a su puerta. Juana, vestida de bailarina, recibió la peor llamada de su vida: le comunicaro­n que su papá había sido asesinado. “Nunca pensé que hablaría de eso, nunca fue una necesidad. Esto tiene que ver más con el día que entendí que había dejado de bailar porque recibí la terrible noticia vestida de danza, a punto de salir para mis clases de baile. Se me incrustó el trauma en la danza de manera inconscien­te. Menos mal apareció la interpreta­ción en mi vida y eso, de alguna manera, me salvó. Es algo que entendí en una terapia. No había comprendid­o porqué había dejado de bailar. Bailé de los 3 a los 16 años”.

Hace 5 años, cuando recibió terapia, entendió que la tragedia eliminó sus ganas de danzar. Un día, hace más de dos años, se levantó “con un impulso fuerte donde dije: ‘quiero volver a bailar’”. La vida se encargó de ponerla frente al dramaturgo teatral Juan Carlos Rubio y el coreógrafo Chevi Muraday. “Les dije que no tenía un libro o algo qué adaptar, sino una experienci­a personal. Los dos quedaron pegados de silla con lágrimas en los ojos”. Ahí comenzó el trabajo de los tres para convertir lo ocurrido en arte.

Juana les entregó libros colombiano­s, como El olvido que seremos, y los invitó a ver películas que reflejan la situación nacional. Ella, por su parte, entrevistó a sus familiares paternos. Deseaba plasmar su dolor en una obra de teatro.

“Era importante recuperar la figura de mi papá a través del recuerdo de sus hermanos… Entendí que el no perdón es lícito, en la medida en que no necesites vengarte”. Cuando todo ocurrió, Juana se enfrentó a su humanidad. “Tenía pensamient­os asesinos, me dormía pensando en cómo vengarme. A la primera que tuve que perdonar fue a mí misma”. Así fue como elaboró su duelo hace tiempo, por eso aclara que El perdón no es una obra terapéutic­a, es personal y testimonia­l.

Para ella, el homenaje que deseaba hacerle a su padre ya lo hizo, aunque no niega que en el proceso de creación y de presentaci­ón de cada una de las 74 funciones que realizó entre Europa y Colombia hubo dolor, “pero también fue algo hermoso y sanador… No voy a hacer El perdón nunca más… Se acaba, porque lo que se abre hay que cerrarlo, ya es suficiente”.

Por estos días, Juana está en Colombia, para ser homenajead­a en el FICCI de Cartagena.

La actriz confesó que tuvo angustia cuando comenzó el proceso de creación de El perdón, hace dos años. “Sentí mucho miedo, puedo llegar a decir que (sentí) pánico, durante el proceso de creación del espectácul­o”.

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Juana Acosta

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