Antropología El legado de la deslocalización Maitrayee Mukhopadhyay
Batanagar, una ciudad construida en la India en la década de 1930 por la empresa Bata, es una poderosa metáfora para desentrañar los métodos actuales del desarrollo económico, la naturaleza de los recursos humanos y los entornos de trabajo.
Batanagar era un lugar excepcional, no solo porque albergaba una fábrica con 16.000 empleados, sino también porque nuestros puntos de referencia estaban concentrados allí: médicos, la vida diaria y las tiendas.
Por supuesto, todo estaba dividido en clases. Vivíamos en la colonia de la gerencia como en una isla. Pero cada colonia tenía sus estructuras culturales.
Bata, una fábrica de calzado checoslovaca, nos ayudó a crear el círculo de los gerentes, pero también un club recreativo, fuera de la colonia, para los empleados supervisores. Era un lugar muy húmedo, porque estaba justo al lado del río; lo cual tuvo consecuencias negativas en los edificios y los yesos. Pero el mante- nimiento siempre fue excelente. Hubo sistemas de recolección de residuos, etc. No estoy juzgando lo que era bueno y lo que estaba mal. Después de todo, crecí allí, fui parte de una élite y, por lo tanto, no me puedo quejar. Puedo decir que hubo un diseño general, pero no creo que haya sido filantropía.
En aquellos días la imagen de un buen empleador, que manejaba un gran complejo como una fábrica, la proporcionaba el cuidado a sus trabajadores. Por lo tanto, Batanagarnagar en hindi significa ‘ciudad’ - era realmente una isla, donde los que trabajaban en la empresa pasaban su vida. Lo que me pareció muy interesante y agradable era tener un lugar de trabajo y, al mismo tiempo, un lugar para vivir; que estaban incluidos en el contrato.
Esa era ha terminado. Hoy los objetivos de los empleadores y las empresas no incluyen la obligación de proporcionar vivienda. En términos de explotación de la mano de obra en sí misma, el Batanagar de aquellos años todavía tiene algo que decir porque, desafortunadamente, en la fase actual de la industrialización, ese aspecto está ausente, especialmente en las áreas industriales que producen objetos para los países desarrollados. Se puede seguir hablando sobre los derechos de los trabajadores, como hacemos nosotros, pero los elementos fundamentales de ese desarrollo ya no existen. No hay fundamentos ideológicos: es solo cuestión de beneficio. La vida humana y la forma en que la gente tenga una vida mejor no forman parte del libreto actual.
Los márgenes de beneficio se redujeron y el peso fue transferido a vastos sectores laborales de bajo costo, carentes de organización y derechos y, cada vez más, de mujeres. La cara de este nuevo crecimiento del trabajo no organizado tiene un rostro femenino. Este tipo de desarrollo solo reconoce al hombre como un trabajador de pleno derecho, lo que lleva a la exclusión de las mujeres, incluso aunque su número es creciente en las fábricas del Tercer Mundo. En Bangladesh hay dos millones de trabajadoras, empleadas habitualmente en la producción industrial de ropa.
Esto es posible porque el trabajo es más barato, si es trabajo femenino: este es el modelo económico que hemos extendido por todo el mundo. En esta atmósfera neoliberal, la cuestión de la responsabilidad por la vida de los trabajadores, tal como existió en Bata, cambió sus connotaciones. Es una época terminada. No podemos retroceder porque las fases sucesivas de la evolución de la economía nos han llevado a este punto. A menudo escucho que “al menos ahora las mujeres tienen un trabajo”. ¿Pero a qué precio? ¿Vale tan poco la vida humana?
Por supuesto que necesitamos estos empleos y Bangladesh necesita los recursos económicos de la exportación, pero no existen proporciones.
Por ejemplo, cuando se incendió hasta sus cimientos la fábrica de ropa de Plaza Rana, en Savar, todos se dieron cuenta que los programas de responsabilidad corporativa eran absurdos, pero nadie habló de la enorme irresponsabilidad de la empresa. Maitrayee Mukhopadhyay es antropóloga social y consultora del Royal Tropical Institute (KIT) en Amsterdam.
Víctor Muñoz Sanz es investigador postdoctoral y docente en la Facultad de Arquitectura y Medio Ambiente Construido de TU Delft; e investigador principal del proyecto “Paisajes Automatizados” en Het Nieuwe Instituut, Rotterdam. Maitrayee Mukhopadhyay es antropóloga social y consultora del Royal Tropical Institute (KIT) en Amsterdam.
Víctor Muñoz Sanz es investigador postdoctoral y docente en la Facultad de Arquitectura y Medio Ambiente Construido de TU Delft; e investigador principal del proyecto “Paisajes Automatizados” en Het Nieuwe Instituut, Rotterdam.