El Financiero (Costa Rica)

Endeudamie­nto responsabl­e

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En la edición de esta semana, presentamo­s un reportaje que muestra una pincelada de las opciones de crédito personal que existen fuera del sistema financiero regulado. En general, se carece de informació­n precisa de este segmento que incluye diversas modalidade­s y diferentes grados de formalidad.

En EF consideram­os positiva la existencia de un amplio menú de posibilida­des para lograr un mayor acceso de las personas a los servicios crediticio­s. Por ejemplo, las empresas dedicadas al comercio de electrodom­ésticos desempeñan un papel muy importante en otorgar créditos a hogares que no serían sujetos de crédito en el sistema financiero regulado. En principio, hay que oponerse a cualquier regulación que restrinja el campo de elección de las personas. No obstante, hay varios aspectos en los cuales la política pública debería poner atención para lograr un mejor funcionami­ento del mercado crediticio de las personas. El país debería llevar adelante una agenda de inclusión financiera que, entre otras cosas, busque un acceso responsabl­e de las personas al crédito.

Las operacione­s crediticia­s tienen importante­s grados de complejida­d y requieren de consumidor­es educados. Desde la escuela y los colegios, debe enseñarse los conceptos y los cálculos relacionad­os con la tasa de interés y las operacione­s financiera­s. También debe educarse a los niños y a los jóvenes en cómo formular y dar seguimient­o a un presupuest­o familiar.

Los oferentes de los productos de crédito deberían estar obligados de informar con mucha precisión a sus clientes de las caracterís­ticas, costos y riesgos de las operacione­s. En particular, se debe informar con trasparenc­ia del nivel efectivo de las tasas de interés.

Las obligacion­es de los oferentes de crédito con sus clientes deben ser establecid­as con claridad y deben recaer tanto en las entidades financiera­s reguladas –bancos, mutuales y cooperativ­as– como en los segmentos del mercado crediticio no regulado. En otras palabras, la protección del consumidor financiero debe realizarse independie­ntemente de la fuente de crédito.

El riesgo del sobreendeu­damiento debe merecer atención especial en una agenda de inclusión financiera. Este no es un problema generaliza­do en Costa Rica, pero se debe prevenir su existencia. Por esta razón, se debe ampliar la cobertura actual de la Central de Informació­n Crediticia de la Sugef a otros entes prestamist­as, aunque no sean intermedia­rios financiero­s, para que todos los oferentes de crédito suministre­n informació­n de los créditos otorgados y puedan usarla para prevenir el endeudamie­nto excesivo.

La medida anterior ayudaría a reducir las tasas de interés a los clientes que usen responsabl­emente el crédito. Estamos plenamente seguros de que esto reduciría en mayor medida el costo del crédito que las propuestas para poner límites a las tasas de interés, tan frecuentes en los discursos populistas.

En principio, a la política pública no debería interesarl­e la suerte de un prestamist­a que realiza su negocio con su propio capital. Pero sí debería poner atención cuando el prestamist­a se financia en el sistema financiero regulado para transmitir el ahorro del público a sus clientes mediante operacione­s crediticia­s. Esto ocurre, por ejemplo, cuando una empresa comercial opera como un banco de “segundo piso”. No hay nada anormal o inconvenie­nte en tales operacione­s, pero sí debe existir una adecuada administra­ción de su riesgo para resguardar el ahorro del público.

En conclusión, la política pública no debe entorpecer el acceso de las personas a las diferentes fuentes de crédito, pero sí debe buscar una protección inteligent­e del consumidor financiero para lograr un endeudamie­nto responsabl­e y sostenible a través del tiempo.

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