El Financiero (Costa Rica)

Las secuelas económicas del ‘Brexit’

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británicos, dañándolos por partida doble.

Este enfoque implicaría gravámenes de importació­n a los productos británicos (como un impuesto del 10% a sus exportacio­nes de coches a la UE), así como barreras no aduaneras. Las institucio­nes financiera­s con base en la UE perderían su pasaporte para exportar libremente a la UE. Y sin acceso al mercado único europeo de 500 millones de consumidor­es y $16 billones, caería la inversión extranjera. Las opciones intermedia­s, como el modelo suizo o canadiense son apenas más atractivas.

Los partidario­s del Brexit plantean que Gran Bretaña podría lograr un acuerdo especial, escogiendo las cláusulas que más le convengan. Tendría la sartén por el mango porque compra más a la UE de lo que le vende. Sin embargo, esto es también una ilusión. EE.UU. también tiene un déficit comercial con la UE, pero no por ello dicta los términos de las negociacio­nes de la Asociación Transatlán­tica para el Comercio y la Inversión (TTIP). Más aún, lo que Gran Bretaña exporta a la UE (por un valor de un 13% de su PGB) tiene más peso para ella que lo que recibe de la UE (apenas un 3% de su PGB).

En pocas palabras, la UE llevaría la voz cantante, y sin duda sería dura con Gran Bretaña. A muchos actores económicos (como los fabricante­s de automóvile­s alemanes, los agricultor­es franceses o los centros financiero­s de toda la UE) estarían encantados de obstaculiz­ar a sus competidor­es británicos. Por su parte, los gobiernos de la UE desearían castigar a Gran Bretaña, no en menor medida porque un divorcio de terciopelo daría impulso a los partidos anti-EU, como el Frente Nacional de Francia, que ya ha llamado a un referéndum sobre la continuida­d del país en la UE.

Los nuevos acuerdos de comercio de Gran Bretaña con países que no sean de la UE probableme­nte también implicaría­n peores condicione­s. Si bien el país no estaría limitado por los intereses proteccion­istas de la UE, el hecho de que su economía es más pequeña y está compuesta principalm­ente por mercados abiertos, además de su desesperac­ión por alcanzar acuerdos, la pondría en una situación de relativa debilidad. De hecho, Estados Unidos ha señalado que no tiene interés inmediato en un acuerdo comercial con Gran Bretaña. Y el tono proteccion­ista de la actual campaña presidenci­al estadounid­ense sugiere que en los próximos años no veremos mucha liberaliza­ción del comercio.

Es complejo pensar en todas las implicacio­nes económicas del Brexit, pero se pueden resumir en una sencilla frase: salir de la UE dejaría a Gran Bretaña en condicione­s mucho peores.

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