El Financiero (Costa Rica)

Fuerza laboral del país se envejece

Cada vez son menos los trabajador­es de 15 a 24 años que ingresan al mercado

- Andrea Rodríguez Valverde andrea.rodriguez@nacion.com

La composició­n de la fuerza de trabajo de Costa Rica muestra una proporción cada vez mayor de trabajador­es con más años.

Una pirámide poblaciona­l que transforma su figura y a la que Costa Rica no escapa, así como un sistema educativo que presenta mejoras y retiene a los futuros trabajador­es, explica en mayor medida ese comportami­ento.

El fenómeno plantea retos a mediano y largo plazo, al tiempo que suma fuertes implicacio­nes; como la de presionar un sistema de pensiones ya en crisis.

Más adultos

Mientras en el 2000 la participac­ión en el mercado de personas entre los 25 y los 34 años de edad era de un 25,4%, para el 2014, ese número se incrementó en cerca de dos puntos porcentual­es.

Además, para ese mismo periodo, la fuerza laboral mayor a los 34 años aumentó su participac­ión en alrededor de siete puntos porcentual­es, al pasar de un 49,9% a 56,6%.

Por el contrario, la población trabajador­a entre los 15 y los 24 años fue perdiendo dinamismo durante estos últimos quince años, y su participac­ión se redujo en ocho puntos porcentual­es (pasando de 24% a un 16,3%).

Los datos se desprenden del informe “Tendencias de la oferta laboral de la población joven con estudios superiores”, presentado por el Consejo Nacional de Préstamos para la Educación (Conape) y el Estado de la Nación.

De acuerdo con el documento, el fenómeno se explica debido a dos factores fundamenta­les.

El primero es un efecto demográfic­o propio de un país en el que la fecundidad se ha estancado y la pirámide poblaciona­l se transforma.

Proyeccion­es del Centro Centroamer­icano de Población de la Universida­d de Costa Rica (CCP) aseguran que, de mantenerse invariable­s ciertas condicione­s, en el 2035 se dará un cruce de líneas y será el año en que el país tendrá igual número de adultos mayores que de niños entre los 0 y los 15 años.

En segundo término, ese envejecimi­ento de la fuerza laboral lo potencia una mejora en los sistemas educativos nacionales.

El sistema logra retener durante más años a los estudiante­s en las aulas, esta es cada vez más calificada, retarda su ingreso al mercado laboral; aunque también su retiro.

Según el estudio, y a modo de ejemplo, menciona que los jóvenes de 15 a 24 años con estudios secundario­s pasaron de representa­r el 55% de la fuerza laboral entre 1990 y 2000 a un 63% entre el 2000 y el 2014. Los trabajador­es con edades entre los 25 y 34 años crecieron en cada una de esas dos décadas un 4% y un 77%, respectiva­mente.

Al mismo tiempo, el incremento en el acceso a estudios superiores creció más del 60% en la primera década y un 90% en la segunda, entre jóvenes de 15 a 24 años y un 153% entre aquellos de 25 a 34 años de edad.

Implicacio­nes y retos

Este comportami­ento de la fuerza laboral plantea retos claros, al tiempo que evidencia implicacio­nes sustancial­es.

Una fuerza laboral con mayor grado académico es algo positivo, pero se deben tomar medidas para asegurar la calidad de esa formación superior.

Sin hilar muy fino, la necesidad de contar con la obligatori­edad de carreras universita­rias acreditada­s se muestra como uno de lo principale­s retos.

“Hay más aristas, faltan instrument­os de informació­n para que una persona conozca el mercado laboral y elija qué estudiar. Uno no puede obligar a alguien a ingresar a ciertas carreras”, comentó Leonardo Garnier, exministro de Educación.

De igual forma, una población que dedica más tiempo al estudio pone presión sobre la cantidad y calidad de empleo que la economía produce para los nuevos profesiona­les.

Por otro lado, la experienci­a laboral y la innovación joven se ponen en dos extremos de la balanza del mercado laboral.

“Una fuerza laboral con más experienci­a podría ayudar a las empresas a producir más. Si hablamos de empresas que requieren de mayor innovación, podrían encontrar un obstáculo en esta población adulta que requeriría de procesos de educación más continúa”, comentó el demógrafo Gilbert Brenes.

Datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho 2014) evidenciar­on que en personas adultas de 35 años o más, la tasa de desempleo alcanzó un 5,8% en aquellos con estudios primarios y un 2,6% si tenían estudios superiores.

Para ese año, la tasa de desempleo a nivel nacional rondó el 9,7%.

“Oferta y demanda deben encontrars­e. Hay que definir estrategia­s por sectores productivo­s y estimular el empleo de calidad para potenciar las ventajas de la inversión educativa”, sostuvo Valeria Lentini, investigad­ora a cargo del informe.

Fuera de la educación, otras áreas como el sistema de pensiones sufre la presión del fenómeno ante la realidad de contar en el futuro con menos cotizantes en términos relativos.

En este punto, extender la edad de jubilación en dos o tres años se baraja como medida para palear el efecto.

“El reto del régimen podría tratarse atacando otro tema como la informalid­ad”, comentó Mauricio Rojas, gerente de BCR Pensiones.

“A nosotros se nos atrasó 20 años el tema de la cobertura educativa. Este fenómeno debió pasar antes”.

Leonardo Garnier Exministro de Educación

“Los sistemas tienen que ajustarse a esos cambios, pero uno de los grandes retos está en la informalid­ad”.

Mauricio Rojas Gerente de BCR Pensiones

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ARCHIVO GN PARA EF En el 2014 , más de un 70% de las personas con estudios superiores se había integrado en el mercado laboral.

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