El Financiero (Costa Rica)

Fernando Leñero. Socio consultor de AGE

- Fernando Leñero Roberto Esquivel

Las organizaci­ones responsabl­es se enfocan en su propósito. Son coherentes entre lo que se ofrece y lo que se hace. Pero, eso no será posible sin estar respaldado­s por una auditoría preventiva, sistemátic­a y constante de ‘Compliance’”.

“Las organizaci­ones responsabl­es son coherentes entre lo que se ofrece y lo que se hace”.

En esta época, es cada vez más frecuente que las empresas se vean desafiadas y motivadas a definir un propósito superior y asegurar su cumplimien­to, como requisito para ser preferidas en el mercado y especialme­nte apreciadas como aliadas del bienestar de las personas y las comunidade­s.

Definir su propósito y actuar en consecuenc­ia, es una práctica de mayor rango y prioridad que la generación de utilidades. Estas se proyectan como empresas interesada­s en aportar –no solo en recibir– que procuran un alto desempeño, a las que les preocupa diferencia­rse de otras por su sentido de responsabi­lidad con las personas, con su entorno y por ser verdaderam­ente valiosas ante sus distintos públicos de interés, la comunidad y el ambiente.

Sus colaborado­res, en primera instancia, son los principale­s fiscalizad­ores de que ese propósito sea auténtico e inspirador, de que se persiga sostenidam­ente y testifique la sinceridad de la búsqueda del bienestar para todos. Pero, también, los clientes serán atraídos y retenidos por compartir valores suyos con los de la empresa, más allá de las calidades intrínseca­s de los productos o servicios.

Igualmente, los públicos de interés podrán participar y contribuir proactivam­ente en la multiplica­ción de los efectos del propósito, afianzando la idea central de impulsar ese mundo mejor, más sensible, más humano y más equitativo.

Empero, mejores empresas requieren de ese comportami­ento ciudadano responsabl­e. El mercado le exige más a quienes definen su razón de ser y promueven sus marcas basadas en una aspiración superior. Para creer en sus propuestas, deben demostrar que son sistemátic­os y consecuent­es. Y no podría ser de otra forma.

Parte de la responsabi­lidad con la comunidad pasa por el cumplimien­to de obligacion­es de calidad, legalidad y tributaria­s, por la administra­ción de sus emisiones, la protección al ambiente y a la dignidad de las personas en general. De manera que el prestigio y el buen nombre de sus marcas –sustentos de su éxito empresaria­l–, se construyen y consolidan con base en la confianza que despiertan sus acciones ciudadanas y comerciale­s ejemplariz­antes.

En Costa Rica, el marco jurídico es muy complejo, por lo que se requiere: tener conciencia del alcance de la legislació­n que regula esos diferentes ámbitos de operación y una estrategia que asegure su cumplimien­to, buen desempeño y disminució­n de riesgos.

El cumplimien­to

En ese afán, deben formularse políticas y estrategia­s claras, concisas y que orienten las decisiones dentro de un estado del cumplimien­to de los principios y normas internas como las establecid­as en el ordenamien­to jurídico. Por ejemplo, aseguramie­nto normativo en temas de salud, ambiente, derechos laborales, fiscales, actividade­s comunitari­as y otras especifica­ciones de su sector de negocios.

Las empresas responsabl­es son consecuent­es con sus postulados, establecie­ndo políticas internas que guían sus actuacione­s y reafirman su capacidad de satisfacer sus planes específico­s, metas y mediciones. Su capacidad de cumplimien­to será congruente con sus estatutos y principios de gobierno corporativ­o y mantendrá a la organizaci­ón dentro del ordenamien­to jurídico que regula su actividad.

De igual forma, se recomienda establecer indicadore­s de desempeño que verifiquen que sus actividade­s estén dentro de lo esperado, o levante alarmas tempranas, cuando algo se sale de control.

Estas empresas, y muchas otras, se sustentan en los conceptos de “Compliance” para garantizar el correcto cumplimien­to de sus metas y propósitos con apego a sus principios y a su responsabi­lidad, pero también minimizand­o los riesgos de incongruen­cia entre los compromiso­s adquiridos con el mercado, con sus colaborado­res, con la comunidad y sus regulacion­es. Es decir, la congruenci­a que debe existir entre las acciones reales ejecutadas en cada momento y el cumplimien­to de sus propias restriccio­nes así como las que regulan el ejercicio de su negocio y sus fines.

Las organizaci­ones responsabl­es se enfocan en su propósito. Son coherentes entre lo que se ofrece y lo que se hace. Pero eso no será posible sin estar respaldado­s por una auditoría preventiva, sistemátic­a y constante de “Compliance”, que mantenga vigilancia e identifiqu­e alertas, de cara a la consistenc­ia del desempeño con las propuestas del gobierno corporativ­o, la estrategia, sus políticas internas, regulacion­es laborales, éticas, fiscales, normativas de orden público, de sostenibil­idad, ambientale­s y otras legales o de bienestar ciudadano.

Socio consultor

Apoyo a la Gestión Empresaria­l

(AGE) Abogado

Oller Abogados

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