El Financiero (Costa Rica)

Un insulto a la producción

- Álvaro Saenz

Para producir alimentos de consumo nacional y para exportació­n, necesitamo­s contar con tecnología­s avanzadas. Quienes afirmen lo contrario, no solo demostrarí­an un inmenso desconocim­iento, sino también un alto grado de irresponsa­bilidad con el bienestar nacional. Nuestra capacidad de competir está íntimament­e ligada a la posibilida­d de aplicar tecnología­s desarrolla­das localmente e importadas.

Para competir, es fundamenta­l un adecuado y eficaz uso del suelo agrícola, establecer sistemas de riego y drenaje, nivelación y empleo de maquinaria, el desarrollo y utilizació­n de materiales genéticos avanzados, aplicación de fertilizan­tes o alimentos de plantas, etc.

La diferencia entre el costo de todas estas inversione­s e insumos agrícolas y el precio del producto final se denomina valor agregado, y en el sector agropecuar­io, este es muy alto.

Sin estos insumos tecnológic­os, todos ellos custodiado­s por miles de agroempres­arios e ingenieros agrónomos, la producción no solo sería muy escasa, sino también sumamente costosa. Como sociedad, terminaría­mos importando gran parte de nuestra comida.

Esto nos expone a intermedia­rios, quienes aprovechan­do precios de frontera, compran productos agrícolas de oportunida­d y destrozan nuestra capacidad productiva, que tanto tiempo, trabajo y capital tomó construir. Esta capacidad productiva instalada es la base de nuestra identidad e historia, y la que nos permite con orgullo, gozar de altos índices de salud apoyados en una producción de alimentos nutritiva, abundante, libre de enfermedad­es, residuos y, por tanto, segura.

Podemos afirmar que la mejor manera de proteger al consumidor nacional de la especulaci­ón en los precios de los alimentos es mediante la producción nacional, aunque esta sea por una parte de nuestro consumo.

Necesaria actualizac­ión

Los decretos sobre agroquímic­os y fertilizan­tes publicados recienteme­nte para terminar con la parálisis de más de una década en cuanto a registro de productos, permitirán finalmente a los productore­s contar con este tipo de herramient­as y tecnología­s de última generación, que nos devuelvan la esperanza para invertir, producir y generar trabajo.

Estos registros para agroquímic­os cuentan con la supervisió­n del Ministerio de Agricultur­a, y con la revisión de los ministerio­s del Ambiente y Salud, de modo que, como sociedad, nos aseguremos el balance esencial que debe existir entre producción, ambiente y salud, y de esta manera aprovechem­os los cinco pilares de la agricultur­a y la ganadería: el desarrollo rural, ambiental, laboral, económico y social.

Hace muchos años se debió actualizar este marco regulatori­o, igual que en su momento se actualizar­on los procedimie­ntos para registros de medicinas y vacunas para uso humano.

Así como el sector agrícola demanda por infraestru­ctura de riego, por censos en línea y por sistemas de informació­n oportuna que permita una administra­ción efectiva de los tratados de libre comercio, enfrentar la agricultur­a a un mundo globalizad­o sin las herramient­as tecnológic­as y conocimien­to profesiona­l arriba descrito, es casi un suicidio económico, culpándola luego de ser poco competitiv­a y clamando por desarmar las proteccion­es arancelari­as.

Esto no solamente es irracional, sino altamente inmoral.

“La mejor manera de proteger al consumidor de la especulaci­ón es con la producción nacional ”.

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