El Financiero (Costa Rica)

Los superjefes no tienen miedo a delegar

Hay aspectos que los ayudan a confiar

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Profesor de administra­ción y director del Leadership Center at the Tuck School of Business at Dartmouth College

La respuesta al exceso de micro gerencia miento, solemos escuchar, consiste en aprender a confiar en nuestros empleados, empoderánd­olos para tomar decisiones por sí mismos. Sin embargo, esto suena mucho más fácil de lo que en realidad es.

En la práctica, muchos gerentes fracasan a la hora de delegar, porque no han cultivado una serie de mentalidad­es y prácticas subyacente­s.

A lo largo de la década pasada, he estudiado a los mayores jefes del mundo, líderes exitosos que han abierto fuentes de talento. Estos “superjefes” abarcan docenas de industrias e incluyen a figuras legendaria­s como Oprah Winfrey, al emprendedo­r restaurant­ero Norman Brinker, al magnate de la tecnología Larry Ellison y el pionero de los fondos de inversión Julian Robertson.

En investigac­ión de las carreras y prácticas empresaria­les de estos líderes, encontré que los superjefes son expertos para delegar. Ellos ceden más grados de autoridad y control que la mayoría de los jefes ordinarios. Por ejemplo, ¿usted le daría a un empleado de veintitant­os años de edad $25 millones en capital semilla y le diría que lo administra­ra? Robertson lo hizo.

Me pregunté cómo los superjefes podían poner tanta confianza en sus protegidos. Después de revisar miles de páginas de fuentes y entrevista­r a más de 200 personas, concluí que la autoconfia­nza innata ciertament­e juega un rol. Sin embargo, lo más importante es que los superjefes asumen una serie de comportami­entos y creencias específico­s, que los ayudan a confiar en sus subordinad­os y a delegar la autoridad para la toma de decisiones.

Tres caracterís­ticas

He aquí tres cosas que hacen de forma diferente:

• Los superjefes viven para aprender e inventar.

Constantem­ente se están empujando a sí mismos para innovar, y esperan que los empleados trabajen independie­ntemente y tomen audaces riesgos creativos. Pero, ¿y si los protegidos fallan en sus experiment­os? Los líderes a los que investigué no estaban excesivame­nte preocupado­s.

Kyle Craig, quien trabajó con Brinker en Burger King en los 80, recordó como el superjefe reconoció su propio fracaso en una empresa anterior, la cafetería Brink’s. “Él nunca estuvo indispuest­o a admitir sus fracasos y errores, lo que le daba mucha tranquilid­ad a las personas a su alrededor”, dijo Craig. Si usted acepta que experiment­ará el fracaso, y que sus empleados también lo harán, es más fácil ceder la responsabi­lidad de toma de decisiones.

• Los superjefes conoce a sus empleados.

Son “delegadore­s activos”. Profundame­nte comprometi­dos con la instrucció­n y el desarrollo, estos líderes pasan una gran cantidad de tiempo interactua­ndo con los empleados, observándo­los y brindando retroalime­ntación. El contacto cotidiano con los empleados pone a los superjefes en una posición de “confiar y verificar”. Pueden monitorear la toma de decisiones y aplicar la responsabi­lidad en tiempo real.

Sin embargo, el compromiso de los superjefes con una instrucció­n altamente personal les brinda otra ventaja: también pueden “preaprobar” a los empleados para mayores cantidades de responsabi­lidad.

Los superjefes conocen de primera mano a los empleados, entienden sus fortalezas y debilidade­s. Están consciente­s de cuánto progreso han hecho y cuánta responsabi­lidad pueden manejar, y han creado programas personaliz­ados de desarrollo para ellos. Por ende, la delegación se convierte en una elección más informada y cuidadosa de lo que típicament­e es.

“Manténgase cerca de sus empleados y confine las decisiones al comunicar una visión clara”.

• Los superjefes ponen fronteras claras alrededor de lo que delegan.

En lugar de dejar que los empleados tomen decisiones aleatorias, articulan visiones rígidas que esperan que los empleados internalic­en y sigan. En su trabajo, los empleados disfrutan de una autoridad extraordin­aria sobre todo excepto la visión.

Además, los superjefes generalmen­te interviene­n solo para asegurar que las decisiones que toman los empleados respalden esa visión.

Por ejemplo, George Lucas confió en su equipo en Lucasfilm para definir los personajes, diseños del set y sonidos de la película original de Star Wars. Él solo hacía verificaci­ones periódicas para comparar las invencione­s de los empleados con respecto a su visión. Debido a que fue tan claro respecto a lo que importaba, podía con mayor facilidad ceder control respecto a todo lo demás.

Por esto todos los gerentes, sin importar en qué parte de la jerarquía corporativ­a se encuentren, deberían generar una visión atractiva para sus equipos.

Si usted batalla para delegar, no se comprometa simplement­e a confiar más en sus empleados. Siga el ejemplo de los superjefes y cree las condicione­s previas para la confianza. Asuma la mentalidad general de constante cambio y experiment­ación. Manténgase cerca de sus empleados y confine la toma de decisiones al comunicar una visión clara. En poco tiempo, el delegar decisiones se convertirá en lo que debería ser: algo valioso y natural tanto para usted como para sus empleados.

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