El Financiero (Costa Rica)

Cómo retroalime­ntar a un empleado por su apariencia

Hay que evitar que en esta charla interfiera­n prejuicios o que sea discrimina­toria

- Amy Gallo Editora que contribuye con Harvard Business Review y autora de la “HBR Guide to Dealing with Conflict at Work”. © 2017 HARVARD BUSINESS SCHOOL PUBLISHING CORP. DISTRIBUID­O POR: THE NEW YORK TIMES SYNDICATE

Ya sea que nos guste o no, la apariencia de los empleados influye en su éxito laboral. Cuando se ven descuidado­s o visten ropas reveladora­s, podría ser más difícil ganar el respeto de sus colegas o clientes. Sin embargo, ¿cómo tratar este sensible tema?

“El cómo nos mostramos y entregamos nuestro trabajo es tan importante como el contenido”, dice Amy Jen Su, cofundador­a de Paravis Partners, una firma de entrenamie­nto e instrucció­n de ejecutivos, y autora de “Own the Room”.

“Puede ser doloroso ver que una persona que hace un buen trabajo no tiene éxito debido a su apariencia”. Sin embargo, navegar esta clase de conversaci­ón es complicado, dice Joseph Grenny, coautor de “Crucial Conversati­ons” y cofundador de VitalSmart­s, una compañía de entrenamie­nto corporativ­o. “Es incómodo y raro”, señala, “y al final del día, mucho de ello es subjetivo”.

He aquí los 10 consejos para tratar este delicado tema:

Cuestione sus suposicion­es. Reflexione sobre cuál es el problema real. Si la ropa está afectando la habilidad de su empleado para ser tomado en serio, eso es una cosa. Si a usted simplement­e no le gusta la ropa, es otra. “No convierta sus preferenci­as personales en requisitos para el negocio”, advierte Grenny. Sea cuidadoso acerca de cualquier prejuicio que pueda tener. Su sugiere buscar evidencia de que la apariencia de la persona está afectando su éxito: ¿viola el código de vestimenta de la compañía? ¿Alguna vez ha distraído a otros empleados? ¿Ha recibido retroalime­ntación negativa de parte de los clientes o de la alta Gerencia?

Supere su incomodida­d. Si el tema necesita atenderse, no asuma que la conversaci­ón será incómoda. “Oriéntela alrededor de la persona y de su responsabi­lidad como gerente para ayudarla a tener éxito”, dice Su. Aunque debería estar preparado para una contestaci­ón, una reacción defensiva o sentimient­os heridos, es posible que nada de esto suceda. “Me ha sorprendid­o cuántas personas quieren esta clase de retroalime­ntación y la aceptan”, dice Su. El empleado podría simplement­e desconocer las normas del equipo, organizaci­ón o industria respecto a la apariencia.

Prepárese. Piense cómo encuadrará la discusión. “Enfóquese en su intención y comunique que quiere que ellos sean tan exitosos como sea posible”. Construya un buen argumento basado en razones empresaria­les. “No lo haga acerca de lo correcto e incorrecto, el bien el mal, lo decente y lo indecente”, dice Grenny. En lugar de ello, hable acerca de cómo la apariencia puede ayudarlos a mejorar relaciones internas y externas. Además debería consultar primero a recursos humanos, para evitar potenciale­s problemas legales.

“Si la ropa está afectando la habilidad de su empleado para ser tomado en serio, eso es una cosa”.

Sea directo. Durante la conversaci­ón “no minimice o disfrace su mensaje por preocupaci­ón de que se sientan molestos”, dice Grenny. Su sugiere algo como, “quiero darte retroalime­ntación sobre tu presencia en general, y asegurarme de que tu apariencia está alineada con el trabajo profesiona­l de alta calidad que realizas”. La meta es “mejorar su visibilida­d, influencia y presencia”.

Reconozca lo que le correspond­e. “Si no ha comunicado lo que espera, entonces no tiene derecho a hacer responsabl­e alguien. Usted también se encaminarí­a a probemas legales”, dice Grenny. Usted podría decir: “me doy cuenta de que, como gerente, he tenido algunas expectativ­as que no he compartido. Eso es mi culpa”.

Brinde consejos concretos. No sólo diga “tu camisa no es apropiada”. Eso se siente más como un ataque. Su sugiere referirse a la apariencia de los empleados como su “portada de libro” para mantener la discusión menos personal. Bríndeles consejos específico­s al replantear las normas a las que espera que ellos se adhieran.

Escuche. Podría ser que la apariencia de una persona sea señal de otros problemas, particular­mente si ha cambiado con el tiempo. Permita que los empleados compartan lo que ellos podrían estar pasando. “Si alguien está particular­mente descuidado, revise cómo le está yendo”, dice Su. Hágala una conversaci­ón de ida y vuelta. Sea compasivo.

Permita autenticid­ad. A menos que su compañía requiera uniforme, deje en claro que usted quiere que las personas se vistan de una forma que se sienta confortabl­e y auténtica para ellos, aunque manteniénd­ose dentro de las normas de la organizaci­ón. “Usted no les está pidiendo que se adapten un 100% y renuncien a lo que son. Les está pidiendo que estén consciente­s del código de vestimenta y decidan por sí mismos cuál es la expresión más auténtica de este”, dice Su.

No lo haga un gran problema. Al final de la discusión, refrende su intención. Usted podría decir, “esto es acerca de tu vestimenta profesiona­l, no acerca de tu valor para la organizaci­ón o de mi deseo de trabajar contigo”. Grenny añade, “ponga esto en la pequeña caja a la que pertenece, y déjelo ahí”. Eso no significa que no debería discutirlo de nuevo. De hecho, es una buena idea dar seguimient­o y ver si la persona tiene alguna pregunta. Además, cuando note cambios, brinde cumplidos.

Clarifique las reglas. Si tiene muchas de estas sesiones de retroalime­ntación relacionad­as con la apariencia, considere incorporar una discusión respecto a la apariencia y el vestido en su proceso de orientació­n para los empleados. Incluso, cinco minutos de describir la forma en que las personas se visten típicament­e en su compañía puede prevenir futuros problemas y hacer que los recién llegados se sientan más cómodos.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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