El Financiero (Costa Rica)

Cuando los mejores crean resentimie­ntos

El trabajo en equipo puede afectar a este tipo de empleados

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Hui Liao, Elizabeth Campbell, Aichia Chuang, Jing Zhou y Yuntao Dong Hui Liao es profesor de Liderazgo y Administra­ción de la University of Maryland. Elizabeth Campbell es profesora asistente de la University of Minnesota. Aichia Chuang es una profesora distinguid­a en el College of Management de la National Taiwan University. Jing Zhou es profesor en Rice University. Yuntao Dong es profesor asistente de Administra­ción en la University of Connecticu­t School of Business.

Las organizaci­ones enfrentan un dilema en su búsqueda de talento. Persiguen a los “mejores y más brillantes” que pueden vender, pensar y producir más que sus pares. Por ende, destinan recursos significat­ivos para atraer y retener a personas de alto desempeño.

Sin embargo, estas organizaci­ones también valoran el trabajo en equipo, así que ponen a sus apreciados reclutas en grupos y les dicen que encajen.

Muchos directivos omiten o subestiman el daño que las personas de alto desempeño podrían experiment­ar en los equipos, e involuntar­iamente pueden poner a estos empleados como objetivos para el sabotaje, la agresión y la exclusión. Como advierte el proverbio japonés, “el clavo que sobresale es martillado”.

Algunas personas de alto desempeño renuncian al puesto para escapar a esas consecuenc­ias sociales. Aquellos que se mantienen suelen hundirse sin el apoyo de sus pares. Las investigac­iones estiman que más del 30% de las personas de alto desempeño sienten una falta de compromiso en el trabajo, y un 25% espera trabajar en otro lugar en un plazo de un año.

Con el ascenso de modelos de trabajo colaborati­vo, el problema empeora. El énfasis de los lugares de trabajo modernos en el trabajo de equipo ha amplificad­o los riesgos para las personas de alto desempeño. Esto se debe en parte a que el alto desempeño se basa en una comparació­n social. En comunidade­s con interacció­n frecuente, las oportunida­des para dichas comparacio­nes se incrementa­n.

Un obvio detonante para el comportami­ento dañino es la envidia. Las personas dirigidas por sus emociones suelen sonreír ante la mala fortuna de otros. Sin embargo, algo más siniestro podría estar en juego: los compañeros podrían golpear a los de alto desempeño como un acto calculado.

Las personas de alto desempeño suelen ser los primeros en tener la oportunida­d de elegir recursos escasos, como asignacion­es laborales de alto perfil y las cuentas de los clientes preferidos. También podrían romper los estándares de desempeño, crear más trabajo y elevar las expectativ­as para el grupo. Esta tensión se incrementa en comunidade­s colaborati­vas, donde los compañeros podrían verse a sí mismos como si actuaran altruistam­ente en beneficio del equipo cuando golpean a los extraños de alto desempeño, que amenazan la solidarida­d.

Sin embargo, esa es solo la mitad de la historia. El interés propio también motiva a los pares para respaldar a las personas de alto desempeño. A pesar de la envidia y de las amenazas potenciale­s, las personas de alto desempeño generan beneficios para sus equipos, como un mayor acceso a recursos y una mayor satisfacci­ón del líder. También podrían ganar recompensa­s a nombre de otros.

Los beneficios destacan una importante paradoja. Las mismas personas de alto desempeño que son objeto de sabotaje ganan simultánea­mente mayores niveles de apoyo. El amor y el odio coexisten porque los pares ven a las personas del desempeño como amenaza y como beneficio.

Dichas contradicc­iones tienen un costo. La investigac­ión sugiere que experiment­ar respuestas amigables y hostiles de la misma fuente puede ser desorienta­dor y más dañino para el trabajo y salud de una persona que la sola hostilidad. Los mensajes inconsiste­ntes incrementa­n la incertidum­bre interperso­nal y las cargas cognitivas y emocionale­s.

Nuestra investigac­ión sugiere dos formas de intervenir basadas en el entendimie­nto de que el trato de los pares hacia las personas de alto desempeño se relaciona con amenazas y beneficios.

Primero, los gerentes pueden atender las preocupaci­ones respecto a que los de alto desempeño amenazan el bienestar y recurso de sus pares. Un enfoque podría ser creando un sistema de revisión del desempeño más equilibrad­o, que valore las contribuci­ones más allá del logro de tareas. Comportami­entos de ciudadanía organizaci­onal, como ayudar a otros, hacer sugerencia­s constructi­vas y ser un buen compañero, también importan. Las personas de alto desempeño algunas veces se olvidan acerca de estas, enfocándos­e en las tareas e ignorando a las personas.

Segundo, y lo más importante, los gerentes pueden cultivar el entendimie­nto de que todos ganan teniendo personas de alto desempeño en el equipo, a pesar del hecho de que una distribuci­ón igualitari­a de recursos dentro de un grupo no siempre es posible o justa. Para equilibrar la percepción de amenaza, los gerentes pueden enfatizar las ventajas. Por ejemplo, los de alto desempeño traen pericia, experienci­as y conexiones que suelen traducirse en una mejor reputación, logros y desempeño para el equipo.

Los gerentes pueden facilitar aun más la transferen­cia de beneficios al instalar a las estrellas de desempeño como mentores, permitiend­o que sus pares aprendan y mejoren. También pueden instruir a las personas de alto desempeño, para que demuestran valores y comportami­entos orientados al equipo. Cuando los de alto desempeño tienen en mente el interés de los demás, tienen menos probabilid­ades de desestimar las contribuci­ones de los colegas. Las personas de alto desempeño son valiosas, difíciles de retener y costosas de reemplazar. Por ello, sus directivos deberían mantenerse vigilantes, observar en busca de signos de aislamient­o o desvincula­ción e intervenir a tiempo para cultivar su inversión.

“Los directivos deberían observar en busca de signos de aislamient­o o desvincula­ción”.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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