¿Novedad o espejismos?
Si bien el bipartidismo expresó el congelamiento de los resultados de la guerra civil del 48, el conflicto militar continuó por medios electorales.
La añoranza del calderonismo por la reforma social y volver al paraíso, convivía con un liberacionismo reformista, en gran parte motivado por confrontar al mariachismo.
Pasaron décadas e ingresaron nuevas generaciones para las que tales acontecimientos perdieran significado.
El bipartidismo implosionó, otros problemas surgieron en los 80, el país y adoptó posiciones frente a la globalización. Las lealtades partidarias liberacionistas se derrumbaron con la escisión Ottonista del 2002, y el PUSC colapsó con los escándalos del 2004.
Para el PLN, la desaparición del PUSC fue grave, una parte de su identidad se desvaneció al salir del escenario el enemigo calderonista. Por otra parte, la adopción de la apertura económica los alejó de la socialdemocracia estatista, lo que aprovechó Ottón para construir una narrativa alternativa.
Es así como un PLN
debilitado tuvo que recurrir a Arias en el 2006. Pero frente a un adversario diferente, salido de su propia entraña, el arismo logró una escuálida victoria.
Laura Chinchilla, como Abel Pacheco, representan la irrupción de lo nuevo en el panorama electoral, mujer y comentarista, dan satisfacción al deseo de cambio, de novedad y diferencia. El deseo y la búsqueda de cambio se profundiza y Luis Guillermo Solís logra ilusionar prometiendo milagros, para romper definitivamente con el bipartidismo.
Al parecer, las elecciones del 2018 estarán marcadas también por una ilusión de cambio.
¿Votarán de nuevo los costarricenses buscando lo diferente, sin importar la verdadera capacidad para hacer realidad las promesas? ¿Caerán rendidos ante las ofertas de un país reconstruido? ¿Buscarán más bien castigar a los vendedores de espejismos, vengan de Zapote o transportados en partidos taxi?