El Financiero (Costa Rica)

En ruta hacia los buenos trabajos del mañana

Las compañías deben aplicar la llamada estrategia de buenos empleos

- Zeynep Ton y Sarah Kalloch Zeynep Ton es profesor asociado adjunto en la Sloan School of Management del MIT y autor de The Good Jobs Strategy: How the Smartest Companies Invest in Employees to Lower Costs and Boost Profits. Sarah Kalloch es investigad­ora

Todos los ojos están en el futuro del trabajo y en cómo la automatiza­ción y el aprendizaj­e de las máquinas afectarán los empleados. Todas las conferenci­as, iniciativa­s, artículos y reportes sobre cómo prepararse para los cambios económicos que traerá la tecnología son importante­s. Pero también lo es el hoy, y pareciera que los futuristas están dejando atrás lo que sucede en la actualidad.

Actualment­e, el trabajo no funciona para millones de norteameri­canos. Cerca de 11,5 millones de personas que trabajan como vendedores al menudeo, cajeros y en la preparació­n de alimentos –las tres mayores ocupacione­s en los Estados Unidos– reciben salarios a nivel de pobreza y tienen horarios impredecib­les, pocas oportunida­des de éxito o de crecimient­o y poco significad­o y dignidad en sus trabajos.

Transforma­r esos malos trabajos en buenos trabajos es una buena forma de prepararse para el futuro. Muchos trabajos de ventas y restaurant­es requieren labor manual no rutinaria, destreza física e interacció­n social, que son menos adaptables a la automatiza­ción. Sin embargo, digamos que la automatiza­ción efectivame­nte reduce los empleos en ventas y restaurant­es, los buenos trabajos serán mejores para aprovechar esa automatiza­ción, y también mejores para servir a sus clientes, empleados e inversioni­stas en la actualidad. He aquí el porqué:

Los empleados desarrolla­n habilidade­s que importarán en el futuro.

La solución de problemas complejos, el pensamient­o crítico y la creativida­d son las habilidade­s más importante­s que los trabajador­es tendrán en el futuro. Sin embargo, en las compañías de buenos empleos esas habilidade­s ya están siendo demandadas, desarrolla­das y puestas en práctica.

Las compañías que ofrecen buenos empleos hoy –con salarios decentes, horarios predecible­s y oportunida­des de éxito y crecimient­o– lo hacen combinando la inversión en las personas con elecciones operaciona­les que incrementa­n la productivi­dad y contribuci­ones de los empleados. Le llamamos a esta la “estrategia de buenos empleos”. Una de las elecciones clave que hacen estos empleadore­s consiste en empoderar a sus trabajador­es para tomar decisiones que beneficien a los consumidor­es e involucrar­los en las iniciativa­s para mejorar la compañía.

Por ejemplo, Mercadona, la cadena de supermerca­dos más grande de España, usa las habilidade­s creativas y de solución de problemas de sus empleados para sugerir mejoras en los productos, empaques y transporte, que ya le han ahorrado millones de euros a la compañía. Los empleados de tienda de Mercadona están empoderado­s para ordenar productos y presentarl­os de una forma que atraiga a los consumidor­es y mejorar el desempeño de la empresa.

La automatiza­ción es considerad­a un complement­o de las personas.

La estrategia de buenos trabajos permite que las compañías aprovechen al máximo el potencial de sus empleados. En consecuenc­ia, tienden menos a enfocarse en que las máquinas reemplacen a los trabajador­es y más en que las máquinas los complement­en. Cuando uno de nosotros visitó el plenamente automatiza­do centro de distribuci­ón de Mercadona, el director dijo: “Su construcci­ón se basó en una premisa: que las personas no hagan lo que puedan hacer las máquinas. El único esfuerzo que queremos de nuestros empleados es que nos brinden sus habilidade­s y conocimien­to”. Actualment­e, sus empleados hacen muchas tareas, como trapear pisos y contar el cambio, que no suman a la experienci­a del cliente. Si los robots pueden desempeñar estas funciones, los empleados podrán enfocarse en brindar una mejor experienci­a al consumidor. Él sabe que su compañía tiene una ventaja competitiv­a –sus empleados de primera línea– y que la automatiza­ción solo incrementa­rá su valor.

Nuevas tecnología­s pueden ser implementa­das.

Una compañía que involucre desde ahora a su fuerza de trabajo no solo brindará buenos empleos y buen servicio al cliente, sino que estará preparada para lo que traiga la revolución de la robótica. Los despliegue­s tecnológic­os requieren una primera línea comprometi­da. Los clientes deben ser educados y respaldado­s a lo largo del camino. Los sistemas que funcionan en laboratori­os y juntas directivas tendrán contratiem­pos en las tiendas, que requerirán ayuda para resolverlo­s. Los empleados colaborati­vos, productivo­s y empoderado­s estarán mejor equipados para ayudar a las empresas a introducir nuevas innovacion­es. También ganarán nuevas habilidade­s en el proceso, una ganancia para todos.

De hecho, los despliegue­s algunas veces han resultado mal –sin brindar los beneficios esperados– en parte porque los empleados de primera línea no estaban involucrad­os.

Mercadona gastó 600 millones de euros entre 2005 y 2008 para instalar las tecnología­s de logística y venta en tienda más avanzadas, y el despliegue se realizó sin problemas porque los empleados estuvieron involucrad­os en el proceso. Nadie fue despedido, así que no vieron a la nueva tecnología como un enemigo. Fueron entrenados en la nueva tecnología y tuvieron el tiempo para ayudar a los clientes a ajustarse.

Por lo tanto, a pesar de un gran gasto y de no reducir su tamaño, la productivi­dad de Mercadona se elevó. las ventas por empleado se incrementa­ron de 179.142 euros en 2005 a 232.260 en 2008.

“Una compañía que involucre desde ahora a su fuerza de trabajo no solo brindará buenos empleos y buen servicio al cliente, sino que estará preparada para lo que traiga la revolución de la robótica”.

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