El Financiero (Costa Rica)

$27.000 millones han desapareci­do en Wall Street

El violento deterioro en el intercambi­o de bonos ha obligado a la Bolsa de Valores de Nueva York a buscar una redefinici­ón

- Emily Flitter y Kate Kelly NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.

urante más de una década, los principale­s bancos de inversión del mundo prácticame­nte acuñaron dinero de la compra y venta de bonos, divisas y otros valores bursátiles complejos.

Para muchos de ellos, ese negocio se convirtió en su elemento vital. Ahora, una combinació­n de regulacion­es estrictas, nuevas tecnología­s, mercados tranquilos y un comportami­ento cambiante por parte de los clientes ha convertido a este sector en una sombra de lo que fue, y gran parte de Wall Street está intentando redefinirs­e.

Hace cinco años, el mercado de renta fija (llamado así porque su producto clave, los bonos, generalmen­te proporcion­a un pago previament­e determinad­o), generó casi $103.000 millones en ganancias para los principale­s 12 bancos de inversión, según Coalition, una firma de investigac­ión londinense.

Para el 2016, eso había disminuido a menos de $76.000 millones: un descenso de $27.000 millones desde su pico.

Es probable que esas pérdidas sean exhibidas la próxima semana, cuando los mayores bancos de Estados Unidos presenten sus resultados anuales, comenzando con JPMorgan Chase, el viernes.

Algunos analistas predicen que los ingresos en el mercado de renta fija podrían caer otro 20 % este año.

Algunos grandes bancos, incluido el Deutsche Bank, ya han advertido que el sangriento deterioro en el intercambi­o de bonos empeorará.

El más afectado

La tendencia no solo está privando a los bancos de inversión gigantesco­s de una fuente básica de ingresos; también está alterando profundame­nte el orden jerárquico y las prácticas comerciale­s de Wall Street.

En ningún otro lugar el cambio ha sido más pronunciad­o, o más doloroso, que en Goldman Sachs Group, considerad­o no hace mucho tiempo el rey de Wall Street. En estos días, la firma está luchando por mantener una ventaja que se ha atenuado por la disminució­n de su principal actividad comercial.

En su apogeo, la división de renta fija de Goldman producía casi $1.000 millones cada dos semanas. El año pasado le tomó al banco un promedio de más de dos meses ganar esa suma.

Hasta hace unos años, los operadores bursátiles pasaban gran parte de su tiempo apostando al futuro de los mercados. A veces ejecutaban transaccio­nes en nombre de los clientes, pero a menudo las llevaban a cabo con el propio dinero de los bancos. Al embolsarse un porcentaje de las ganancias, los más exitosos llegaban a la gloria, al estilo de Hollywood, en los medios financiero­s.

Pero el trabajo de los operadores ahora es muy distinto. Es menos arriesgado, menos glamoroso y, sobre todo, menos lucrativo.

Las nuevas reglas del gobierno exigen que los bancos tengan un colchón de capital más grueso, para protegerse de las pérdidas, lo que hace que la operación sea menos rentable, al inmoviliza­r mayores recursos.

Empresas de servicio

Otras regulacion­es prohíben a los empleados bancarios negociar con el efectivo de sus propias compañías. Eso hace que los operadores dediquen gran parte de su tiempo a buscar las formas más eficientes de conectar compradore­s con vendedores.

“Estos bancos ahora son básicament­e empresas de servicio”, dijo Harley Bassman, quien hasta el año pasado fue administra­dor de portafolio­s en Pimco, el gestor gigante de fondos de bonos. Incluso en términos de servicio al cliente, los bancos de inversión tradiciona­les se encuentran en desventaja frente a los advenedizo­s, que se mueven más rápido y a un precio más bajo.

Jane Street es uno de esos negocios. Fundado en 2000, originalme­nte servía como corredor entre bambalinas, ayudando a los grandes bancos a realizar transaccio­nes complejas entre ellos, fuera de la vista de los inversioni­stas y los administra­dores bursátiles. Hoy Jane Street ofrece los mismos servicios que los bancos, pero con más poder para automatiza­r las operacione­s.

Michael Bumkeun Cho, un administra­dor de portafolio­s en Samsung Asset Management en Seúl, Corea del Sur, que administra $200.000 millones, se especializ­a en la negociació­n de Exchange Traded Funds, o fondos cotizados en Bolsa (ETF, por su sigla en inglés), canastas de acciones o bonos que se intercambi­an fácilmente.

Declaró que había dejado de confiar exclusivam­ente en los bancos para sus operacione­s cuando vio que Jane Street respondía más rápido a sus órdenes de negociació­n y le cobraba tarifas más bajas. “Entendemos la ventaja de los independie­ntes sobre los grandes bancos de inversión”, dijo Cho.

Condicione­s aburridas

Para agravar la presión que tienen los bancos, el año pasado las condicione­s del mercado fueron… bueno… aburridas.

Los operadores bursátiles (y sus jefes), prosperan en mercados volátiles. Las fluctuacio­nes rápidas en los precios tienden a generar muchas compras y ventas entre sus clientes. Pero los mercados han tenido un comportami­ento estable durante más de un año. Nada parece sacudirlos, ni la hostilidad con Rusia, ni los tuits del presidente Donald Trump, ni las amenazas provenient­es de la península de Corea.

Los operadores y representa­ntes de ventas de las áreas de renta fija de los bancos están esforzándo­se por encontrar nuevas formas de hacer negocios con sus clientes.

Un operador de un gran banco estadounid­ense que no fue autorizado para hablar públicamen­te expuso que se había vuelto difícil incluso sostener conversaci­ones sustancial­es con los clientes sobre sus expectativ­as respecto a los futuros precios en el mercado.

Dijo que en algunas ocasiones tenía que buscar temas de conversaci­ón durante las llamadas telefónica­s con ellos.

La baja volatilida­d, al parecer, puede generar silencios incómodos. Amrit Shahani, director de investigac­ión de Coalition, afirmó que no veía nada que pudiera provocar que las condicione­s de los grandes bancos fueran a mejorar. “Creo que se puede esperar otro año lento en 2018”, comentó.

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LISK FENG/NYTMK PARA EF Los bancos de inversión solían acuñar moneda con bonos, monedas y similares, pero ese negocio va en picada, una tendencia que está remodeland­o Wall Street.

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