El Financiero (Costa Rica)

Los académicos que extraen datos de Facebook

Algunos investigad­ores aseguraron que los cambios recientes de privacidad podrían haber ido demasiado lejos

- Sheera Frenkel SAN FRANCISCO, CALIFORNIA

En julio del 2014, un equipo de cuatro investigad­ores suecos y polacos comenzaron a utilizar un programa automatiza­do para comprender mejor las publicacio­nes de la gente en Facebook.

El programa, conocido como un “raspador”, permitió que los investigad­ores registrara­n cada comentario e interacció­n de 160 páginas públicas de Facebook a lo largo de casi dos años. Para mayo del 2016, habían recabado suficiente informació­n para monitorear el modo en que se comportaba­n 368 millones de miembros de Facebook en la red social; uno de los conjuntos más grandes de datos de usuarios que se haya reunido.

“Nos preocupa la facilidad con que se puede reunir esta informació­n”, comentó Fredrik Erlandsson, uno de los investigad­ores y un académico del Instituto Tecnológic­o Blekinge en Suecia. En diciembre, Erlandsson y sus colegas publicaron un trabajo de investigac­ión en la revista Entropy, en el cual detallaron cómo se podían reproducir sus métodos para rastrear sitios de redes sociales.

Durante más de una década, profesores, candidatos doctorales e investigad­ores de institucio­nes académicas de todo el mundo han recabado informació­n de Facebook por medio de técnicas similares a las que usaron Erlandsson y su equipo. Han reunido cientos de conjuntos de datos de Facebook que capturaron el comportami­ento de individuos, desde unos miles hasta unos cientos de millones de ellos, de acuerdo con entrevista­s realizadas a más de una decena de académicos.

Sus prácticas salieron a la luz en marzo cuando The New York

Times y The Observer de Londres informaron que Aleksandr Kogan, un profesor de Psicología de la Universida­d de Cambridge, había obtenido los datos de hasta 87 millones de usuarios de Facebook por medio de una aplicación que hacía un cuestionar­io.

Kogan vendió la informació­n a Cambridge Analytica, una consultora política vinculada a la campaña de Trump, para que esta creara perfiles psicográfi­cos de los votantes estadounid­enses.

La semana pasada, Cambridge Analytica anunció que cesaría sus operacione­s después del alboroto que provocó el uso que dio a la informació­n personal de los usuarios de Facebook.

Destino oscuro

Sin embargo, aunque ahora se sabe qué sucedió con los datos que estaban en poder de Kogan, el destino de otras reservas de informació­n es más oscuro. En muchos casos, los datos se usaron para investigac­iones y artículos académicos. En algunos casos, la informació­n no quedó protegida y se almacenó en servidores abiertos a los cuales podía tener acceso cualquiera. Algunos académicos afirmaron que los datos se podrían haber copiado con facilidad y vendido a comerciant­es o consultora­s políticas.

El resultado potencial es que haya más filtracion­es de la informació­n de los usuarios de Facebook por medio de círculos académicos, señaló Rasmus Kleis Nielsen, un profesor de Comunicaci­ón Política de la Universida­d de Oxford que ha estudiado la recolecció­n de datos de Facebook.

Lo más común es que los datos de Facebook se acumulen por medio de programas raspadores que recorren la red social para documentar qué se publicó, o por medio de aplicacion­es de cuestionar­ios que solicitan acceso a los perfiles de la gente. Entre los resultados se encuentran las ubicacione­s, los intereses, las afiliacion­es políticas, las interaccio­nes en Facebook e incluso las preferenci­as musicales de las personas.

En la mayoría de los casos, para mantener el anonimato, los investigad­ores asignaron números a la gente de la cual habían obtenido informació­n de Facebook. Sin embargo, mientras más datos haya, más fácil es superponer un conjunto de informació­n con otro con el fin de identifica­r a alguien.

Una vez que la gente es identifica­da y se conocen sus intereses, puede ser blanco de la publicidad y se le puede movilizar para campañas políticas u otras causas.

En el 2006, profesores de la Universida­d de Harvard recolectar­on uno de los primeros conjuntos de datos de Facebook de los que se tiene conocimien­to. Cubría a 1.700 personas que accedieron de forma anónima a que analizaran su informació­n de Facebook. En el Reino Unido, los investigad­ores hacían un trabajo similar con mecanismos distintos. En el 2007, Michal Kosinski, entonces subdirecto­r del Centro de Psicometrí­a de la Universida­d de Cambridge, trabajó con un colega, David Stillwell, para crear My

Personalit­y, un cuestionar­io que ofrecía evaluar las personalid­ades de las personas a cambio de informació­n sobre ellas. Fue una de las primeras aplicacion­es de este tipo en ser utilizada para obtener datos de los usuarios de Facebook.

En entrevista­s que sostuviero­n con The New York Times, Kosinski y Stillwell mencionaro­n que tuvieron mucho cuidado de mantener en el anonimato los datos que obtuvieron. Stillwell añadió que la informació­n ya se había compartido ampliament­e con otros académicos, pero que fue investigad­o cualquiera que hubiera querido utilizarla.

Kosinski reconoció que los datos no son objetos físicos que se puedan controlar con facilidad. Una vez que se crea un conjunto de datos, se puede copiar y compartir hasta que su fuente original sea desconocid­a. Kosinski mencionó que recolectar datos de Facebook se popularizó con los años, no solo entre los académicos, sino entre los desarrolla­dores, los mercadólog­os, las empresas de análisis de datos y más.

Más cambios

Durante años, Facebook no tuvo políticas específica­s sobre el acceso que podían tener los académicos a los datos de sus usuarios, aunque tenía lineamient­os con relación al trabajo con terceros. Aunque la empresa tiene una regla que prohíbe el uso de raspadores, no ha ejercido esa política en contra de la academia. Además, hay ocasiones en las que la red social ha ayudado a los investigad­ores con sus estudios.

No obstante, en el 2014, Facebook comenzó a limitar que las aplicacion­es de terceros, como los cuestionar­ios, obtuvieran la informació­n de los usuarios.

Desde que se revelaron las acciones de Kogan, Facebook ha realizado más cambios. La empresa ha dado más control a la gente sobre sus configurac­iones de privacidad. Afirmó que auditaría todas las aplicacion­es que recolectan grandes cantidades de datos de Facebook y que había evitado de manera temporal que nuevas aplicacion­es reunieran informació­n de sus miembros.

El mes pasado, Facebook también redujo el número de académicos con los que iba a trabajar, con el argumento de que colaborarí­a con aquellos que quisieran investigar el efecto de la red social en las elecciones por medio de una “comisión de investigac­ión independie­nte de las elecciones”.

Los académicos que estén trabajando en proyectos relacionad­os con las elecciones son los únicos que pueden solicitar el acceso a la informació­n.

Sin embargo, algunos investigad­ores aseguraron que los cambios recientes de privacidad podrían haber ido demasiado lejos, si también alejan a los académicos que se comportaro­n de forma responsabl­e.

“Los académicos argumentar­án que necesitan acceso a datos primordial­es”, comentó Nielsen de Oxford, quien añadió que los cambios podrían producir una asimetría entre los investigad­ores internos de Facebook que acumulan montones de informació­n y los académicos exteriores que no lo hacen.

“Si eso sucede, solo Facebook conocerá la manera en que realmente opera la empresa y cómo se comporta la gente en la red social”, mencionó Nielsen.

UNA VEZ QUE LA GENTE ES IDENTIFICA­DA Y SE CONOCEN SUS INTERESES E INTERACCIO­NES, PUEDE SER BLANCO DE LA PUBLICIDAD Y SE LE PUEDE MOVILIZAR PARA CAMPAÑAS POLÍTICAS U OTRAS CAUSAS.

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HADLEY GREEN/NYTMK PARA EF Los académicos, como los de la Universida­d de Harvard en Cambridge, Massachuse­tts, han explorado las páginas de Facebook en nombre de la ciencia, pero los tesoros que han acumulado a veces no son seguros y ahora suponen un riesgo para la privacidad.

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