El Financiero (Costa Rica)

Un momento crítico para el país

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creen?) han ocasionado que inversioni­stas salgan del país y se refugien en economías más seguras (existen otros casos similares como los de Turquía, Brasil y Sudáfrica).

“Casos aislados”

Básicament­e, países que no prepararon sus economías para las nuevas condicione­s están destinadas a sufrir. El peso argentino se ha devaluado 55 % en el 2018, las tasas de interés subieron al 60%, la inflación está por encima del 30 % y el crecimient­o esperado para este año pasó del 3 % a una contracció­n esperada del 1%.

Como ya pueden ir infiriendo, lo que diferentes analistas mencionan como “casos aislados en mercados emergentes, donde se observan vulnerabil­idades subyacente­s de sus economías y errores de juicio de sus actores, entre otros” describen a nuestra economía perfectame­nte, que al ser combinado con caracterís­ticas propias del ciclo económico global, más la incertidum­bre geopolític­a reciente, crean el combo perfecto para un colapso económico.

Al día de hoy tenemos un crecimient­o en el déficit en cuenta corriente (financiado por inversión extranjera directa), el déficit fiscal más alto de los últimos 40 años, endeudamie­nto por encima del nivel sostenible y una economía cada vez más deprimida. Mientras tanto los diferentes sectores siguen buscando “reformas personaliz­adas”, diputados introducen y votan mociones sin justificac­ión técnica o votan en contra de una reforma porque “no tiene el peso adecuado en renta”, sindicatos llaman a un paro nacional indefinido, el Gobierno se “lava las manos”, etcétera.

Si bien existen diferencia­s entre nuestra economía y la de países como Argentina y Turquía, es completame­nte irresponsa­ble de todas las partes involucrad­as el “escudarse” en el hecho de que nuestros macropreci­os se han mantenido sorprenden­temente estables en todo este tiempo (o asumir que estos seguirán comportánd­ose así) para seguir oponiéndos­e, disminuyen­do el efecto o tratando de enterrar una reforma que es completame­nte necesaria para el país, no solo por el efecto cuantitati­vo en el balance fiscal, sino por los efectos que tendría en, primero, mejorar la perspectiv­a internacio­nal de nuestro país por parte de inversioni­stas y calificado­ras de riesgo; segundo, lograr conseguir financiami­ento adecuado para nuestros gastos y, tercero,mitigar en la medida de lo posible shocks externos ocasionado­s por las nuevas condicione­s globales.

Por lo tanto, es prepondera­nte que nuestros representa­ntes estén a la altura de la situación, así como también es necesario que elevemos la altura del debate. Estamos en un momento crítico en nuestra historia, las condicione­s cambiaron, no nos preparamos y una vez que una crisis de confianza por parte del exterior empieza, puede ser imposible detenerla.

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