Manifestaciones han desgastado liderazgo sindical
Metas poco viables restan credibilidad
Costa Rica es un país con una amplia tradición de protesta social que incluye desde manifestaciones públicas por medio de comunicados, hasta huelgas, bloqueos en carretera y piquetes.
A este amplio portafolio de manifestaciones se les conoce como acciones colectivas y tienen tres características: son movimientos que se desarrollan por un objetivo común que debe ser alcanzable, se nutren de la unión de personas para tener mayor impacto y buscan abrir espacios de negociación.
La historia recuerda protestas sociales que llevaron a la polarización. Dentro de esta carpeta se encuentran las manifestaciones contra Alcoa, la huelga de maestros de 1995, el Combo del ICE, la movilización contra Riteve, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, el rechazo a la concesión de OAS y, ahora, la reforma fiscal.
No todas las protestas nacieron en el seno del movimiento sindical, pero en la mayoría de los casos estas organizaciones fungieron como mentores y ejecutores. Esto acarrea un problema implícito: si la movilización no consigue ningún resultado, la credibilidad y fuerza de los sindicatos –y sus líderes– se desgasta.
La torre de Babel sindical
Los sindicatos nunca han sido un cuerpo uniforme, con una sola voz y con una sola posición política. De hecho, son un movimiento que ha sufrido fisuras.
A inicios de la década de los 80 los trabajadores de las instituciones públicas y privadas solo tenían una forma de asociarse para luchar por sus derechos laborales y para obtener fuentes de financiamiento extra bancarias, el sindicalismo reinaba entre la clase trabajadora.
En 1984 las cosas cambiaron y la aprobación de la Ley de Asociaciones Solidaristas le atestó un golpe al movimiento sindical costarricense. Los trabajadores del sector privado empezaron a migrar hacia la nueva modalidad y el sindicalismo se arraigó dentro del sector público amén de su cobertura legal.
A lo largo del tiempo los sindicatos se unieron para luchar por causas comunes y luego se dividieron por resquemores.
Las huelgas y movimientos sociales que se llevaron a cabo en las décadas de los 80 y los 90 eran encabezadas por pocas personas. Era común ver figuras como Rodrigo Aguilar, presidente de la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum, o Denis Cabezas, presidente de la Central del Movimiento de Trabajadores Costarricenses.
Las delegaciones para dialogar con el Ejecutivo estaban conformadas solamente por dos o tres dirigentes gremiales.
En la actualidad existen dos grandes bloques sindicales en Costa Rica, uno de ellos es Patria Justa, encabezado por Albino Vargas, secretario general de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) y conformado por grupos de municipalidades y de algunas instituciones públicas.
El otro gran grupo que opera
❛❛ Muchos líderes sindicales en la mesa solo ponen en evidencia desgaste y falta de liderazgo”. Vladimir de la Cruz Analista político ❛❛ La reforma fiscal es impopular y cobra un alto precio político cuando el Gobierno apenas empieza”. Ronald Alfaro Investigador Estado de la Nación