El Financiero (Costa Rica)

Colocación de crédito está congelada

El menor crecimient­o en ocho años

- María Fernanda Cisneros maria.cisneros@elfinancie­rocr.com

La colocación de crédito del sistema financiero está congelada, como no se había visto desde hace ocho años y esta realidad está lejos de disiparse.

La demanda de financiami­ento aumenta cuando la producción también lo hace, porque se necesitan más recursos financiero­s, ya sea para la expansión del negocio, una inversión en el hogar o la compra de un bien duradero.

Sin embargo, si la economía reduce el ritmo o se estanca, difícilmen­te el crédito acelerará.

Esto es precisamen­te parte de lo que experiment­a el mercado financiero. La economía crece poco o nada y a esto se le suman otros factores como el alza en las tasas de interés, los recientes eventos del tipo de cambio y la incertidum­bre fiscal.

Todo se suma para conformar un ambiente difícil para concretar proyectos de inversión y producción, por tanto, la demanda de crédito es insuficien­te para dinamizar las carteras de las entidades financiera­s.

En adelante, es difícil pensar que la actividad económica encontrará incentivos para crecer, al menos en los tres meses restantes del año.

Lo que sí podría ocurrir es que las empresas y la población tengan un poco más de certidumbr­e si se aprueba la reforma fiscal, y entonces, esto inyecte cierto nivel de optimismo.

Eso sí, la reforma en sí misma generaría un efecto transitori­o de enfriamien­to de la economía, puesto que el bolsillo de muchos debe acoplarse a las nuevas cargas impositiva­s. Después de superada esa etapa, se esperaría un repunte en la producción.

La cruda realidad del crédito

A agosto del 2018, el saldo de la cartera total de crédito creció apenas 0,8%, muy de lejos del 10,6% visto un año atrás.

Esta variación elimina el efecto inflaciona­rio, ya que si este se incluye el panorama es un tanto mejor (3,8%).

En las carteras en colones y las de dólares experiment­an esta cruda desacelera­ción. Siempre en el mismo periodo de análisis, el crédito en colones pasó de crecer 14,7% a 2,6%; en dólares, de 5% a un decrecimie­nto de -1,9%.

¿Qué han hecho los bancos en medio de esta desacelera­ción? “Los bancos se han dedicado a cobrar, a efectuar arreglos de pagos, a repagar pasivos de sus competidor­es para crecer y a colocar nuevos créditos midiendo al detalle el riesgo crediticio, evitando al máximo riesgos de impago a futuro”, explicó el exbanquero Carlos Fernández.

La explicació­n

Independie­ntemente de la moneda, las razones del mínimo crecimient­o son variadas.

La situación fiscal le inyecta riesgos a la economía y los demandante­s de crédito se ponen cautos para comprar vivienda, invertir y tomar decisiones. Esto impacta a cualquiera de las dos monedas.

En dólares, la Reserva Federal de Estados Unidos anunció varias subidas y a pesar de que en su última reunión decidió mantenerla sin cambios, sí alertó de próximas alzas.

Los préstamos en dólares se hacen más caros (cuotas más altas) y esto se le suma el mensaje del Banco Central de que permitirá que el tipo de cambio sea más flexible, de forma paulatina, algo que quedó en evidencia en las últimas semanas de agosto y primeros días de setiembre.

Mientras hay desincenti­vos para endeudarse en dólares, los colones están lejos de convertirs­e en el sustituto perfecto. La cautela prevalece.

La desacelera­ción de préstamos en moneda nacional se asocia a que, en medio de la incertidum­bre fiscal, los agentes económicos (personas y empresas) esperan alzas en las tasas de interés y esto le resta atractivo a la posibilida­d de adquirir una deuda.

Las tasas ya han subido por la presión que ejerce el Gobierno en el mercado local, al demandar recursos a un costo más alto con tal de obtener el dinero que necesita para atender sus obligacion­es.

“La menor colocación de crédito en colones no solamente estaría influida por una menor tasa de aumento del ingreso y la demanda reales, sino también por la expectativ­a de que la economía nacional no está bien”, explicó el economista Juan Muñoz.

Lo más llamativo es que la desacelera­ción afecta a las carteras de todos los sectores productivo­s.

Todas las actividade­s económicas redujeron el crecimient­o de la demanda de crédito en el último año, e inclusive algunas lo contrajero­n.

El financiami­ento a los segmentos de ganadería, vivienda, construcci­ón y consumo se redujo a la mitad o más.

Mientras, el sector servicios y el de agricultur­a demandan el mismo financiami­ento que hace un año.

Entre los más afectados están industria, turismo, comercio y transporte­s. Estos sectores contrajero­n el saldo de créditos.

“El comercio es un buen termómetro, porque la demanda responde más a la demanda interna. Este sector está más desacelera­do que el promedio de la economía y no veo que se reactive en el corto plazo”, explicó el economista Ronulfo Jiménez.

El comportami­ento del crédito es congruente con el de la actividad económica.

Si bien el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) mostró en julio el dinamismo más alto desde el cierre del 2016, es la construcci­ón la que le acelera el paso. Sin este sector, la economía muestra una realidad muy distinta.

La actividad económica difícilmen­te encontrará grandes incentivos para dinamizars­e y solo quedan unos cuantos meses para que el año concluya. Así, el 2018 cerrará con un irremediab­le mínimo dinamismo del crédito.■■

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