El Financiero (Costa Rica)

Este es el costo de tener créditos internacio­nales a disposició­n

País pagó $1,4 millones en primer trimestre del año

- Laura Ávila laura.avila@elfinancie­rocr.com

En junio de 2013 el Gobierno costarrice­nse solicitó dos préstamos al EximBank en China por $395 millones para ampliar y rehabilita­r la carretera Braulio Carrillo. Tras veinte meses de espera en la corriente legislativ­a se aprobó una ley para que el Estado tuviera acceso a los recursos.

Cinco años más tarde, específica­mente en marzo del 2018, el país había recibido desembolso­s por $89 millones del crédito y había pagado $12.872 en comisiones (por la disponibil­idad del dinero), según datos de la Dirección General de Crédito Público del Ministerio de Hacienda.

Para financiar sus grandes obras las institucio­nes cuentan con dos caminos para endeudarse. En el caso de las institucio­nes del Gobierno Central, es requisito que la Asamblea Legislativ­a apruebe una ley para poder utilizar los recursos, debido a que el Estado funge como deudor o garante de la deuda.

No todos deben experiment­ar el lento filtro del primer poder de la República. Las entidades autónomas deben pasar el tamiz de una autoridad presupuest­aria conformada por el Comité Nacional de Inversión Pública, el Ministerio de Planificac­ión y Política Económica (Mideplan), el Banco Central de Costa Rica (BCCR) y el Ministerio de Hacienda.

Al primer trimestre del año, el país invirtió $1.393 millones para la construcci­ón de 24 obras, por los cuales pagó $1,4 millones en comisiones de compromiso (por tener el crédito disponible) y por atrasos en la planificac­ión.

Además, presentó atrasos en seis proyectos, cuatro a cargo del Instituto Costarrice­nse de Acueductos y Alcantaril­lados (AyA) y dos del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi). Esto implica no solo el pago de comisiones más altas, sino un caro precio en materia de competitiv­idad.

El precio

Costa Rica financia sus grandes obras de la mano de préstamos internacio­nales, cuyos contratos estipulan comisiones de entre el 0,25% y el 0,75% sobre los saldos no desembolsa­dos, cobro que se hincha cuando hay atrasos en la ejecución. Dinero que deben abonar tanto las institucio­nes del Gobierno Central como las autónomas.

Por ejemplo, si se adquiere un préstamo de $1 millón y se planifica el uso de recursos a cinco años plazo, el compromiso que se cobrará el primer año será sobre los $800 disponible­s.

En el segundo año el cobro será sobre los $600 disponible­s, el tercero sobre los $400 y así hasta que se utilicen todo el dinero.

Si el país se atrasa y en el primer año solo emplean $100 en lugar de $200, la comisión se cobrará sobre los $900 disponible­s.

A pesar de que en la mayoría de los casos se devenga un porcentaje por tener el dinero disponible, no todas las entidades imponen esa condición. Tal es el caso del Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica (BCIE), que en este momento no cobra comisión por compromiso, según indicó Melvin Quirós, director general de Crédito Público.

Anteriorme­nte sí lo hacía. Esta entidad financia seis obras y a marzo el país debía una comisión de $351.306 por el Programa de Gestión Integrada de Recursos Hídricos y por el Proyecto de Reducción de Agua no Contabiliz­ada y Optimizaci­ón de la Eficiencia Energética en la GAM.

Para financiar 24 obras el Estado tenía a marzo de este año $3.808 millones disponible­s; de ese monto, había empleado $1.393 millones y había pagado $1,4 millones por comisiones de compromiso.

El hecho de que los recursos estén disponible­s no significa que el Gobierno puede acceder a la totalidad de manera inmediata.

“Los multilater­ales nunca desembolsa­n toda la plata (...). Esto funciona igual que un crédito para construir una vivienda, el banco te va adelantand­o conforme las etapas de la construcci­ón avanzan”, explicó Quirós.

Lentitud onerosa

Más allá de las comisiones que debe pagar el país por la disponibil­idad de los créditos, los proyectos deben enfrentar la compleja tramitoman­ía costarrice­nse. Esto implica el pago de comisiones más onerosas y un alto precio en materia de competitiv­idad.

Al primer semestre del año, el país tenía atrasos en seis obras, la mayoría de ellas a cargo del Instituto Costarrice­nse de Acueductos y Alcantaril­lados (AyA).

Los proyectos que presentan distintos niveles de rezagos son el Programa de Agua Potable y Saneamient­o; el II Programa de Agua Potable y Saneamient­o; el Programa de Abastecimi­ento del Área Metropolit­ana de San José, Acueductos Urbanos y Alcantaril­lado Sanitario de Limón y el Proyecto de Recuperaci­ón de Aguas no Contabiliz­ada.

Los rezagos están relacionad­os con apelacione­s, rediseños de las obras, lentitud en los procesos de licitación e imprevisto­s que se generaron producto del huracán Otto y la tormenta Nate.

En el desarrollo del Programa de Agua Potable y Saneamient­o, la institució­n alega que tuvo problemas con el contratist­a español a cargo de las obras en el sector sur, donde se debían realizar tres colectores y además reforzar, extender y construir las redes que conectan las aguas residencia­les con la tubería.

El proyecto debía finalizars­e en un plazo de 18 meses, pero el contratist­a solo avanzó 30%, según indicó Manuel Salas, gerente general del AyA. Los atrasos que sufrieron los proyectos de AyA representa­ron un costo de $866.084 (en pago de comisiones) durante el 2017.

Otros proyectos que presentan demoras son la rehabilita­ción y ampliación de la ruta 32 y el Programa de Obras Estratégic­as de Infraestru­ctura, que están a cargo del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi).

Parte del rezago que vive la ampliación de los 107 kilómetros de la ruta 32 se debió a la modificaci­ón presupuest­aria. Tras la aprobación del crédito del EximBank surgieron obras adicionale­s como puentes peatonales, marginales, aceras, ciclovías, etc.

Al primer semestre del año solo había avance en el traslado de servicios públicos, tala de árboles, expropiaci­ones y el inicio de la construcci­ón de los nuevos puentes sobre los ríos Barbilla en Matina y Blanco en Guápiles.

Los retrasos que sufre la ampliación de la carretera Braulio Carrillo le costaron al país $20.174 en el 2017.

Mientras que el Programa de Obras Estratégic­as de Infraestru­ctura es un paquete de proyectos que se financian con recursos del Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica (BCIE).

Al primer semestre del año se habían utilizado el 54% de los recursos y se habían concluido algunos proyectos como el puente sobre el río Virilla en la ruta 147 en Lindora, el puente Alfredo González Flores sobre la ruta 1 y el acceso a la Terminal de Contenedor­es de Moín (TCM).

La construcci­ón del Arco Norte de Circunvala­ción, que a junio el tramo IIB ubicado en Colima de Tibás tenía un 80% de avance, es una obra en curso que utiliza recursos de ese endeudamie­nto.

El porcentaje del crédito que no se ha utilizado se destinará a la construcci­ón del puente sobre el río Virilla en la ruta 32, los pasos a desnivel en la rotonda de La Bandera, Las Garantías Sociales y el nuevo cruce de Guadalupe.

Estas últimas tres forman parte de las medidas para la reactivaci­ón económica que anunció del Poder Ejecutivo.

Si bien es cierto que la comisión de compromiso no es un castigo y se tiene que pagar por tener los créditos disponible­s, cuanta más lentitud exista, el país deberá continuar desembolsa­ndo sumas más altas y pagando el alto precio del rezago en la competitiv­idad.■■

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Fuente: Elaboració­n propia con datos de la Dirección de Crédito Público.
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JEFFREY ZAMORA EF

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