El Financiero (Costa Rica)

Las razones del desplome de los mercados emergentes

Es posible que los inversioni­stas nerviosos que quieren evitar pérdidas consideren invertir en otros países... Tener buenas estadístic­as no sirve de nada si se carece de credibilid­ad

- Matt Phillips

Monedas en picada, inflación al alza, inversioni­stas nerviosos: el pánico financiero parece estar arrasando de nuevo con algunas de las economías en desarrollo del mundo.

La marcada caída de monedas, acciones y bonos de mercados emergentes contrasta muchísimo con la situación reinante en Estados Unidos, donde el mercado al alza se ha mantenido durante casi una década con condicione­s económicas sostenidas. Las tasas de interés más altas que Estados Unidos ofrece y la posición más sólida del dólar han provocado un nuevo equilibrio en los riesgos y las recompensa­s para los inversioni­stas de todo el mundo, y actúan como una especie de imán financiero que los aleja de inversione­s más riesgosas.

En otras ocasiones que hemos visto una situación así, como en la crisis del peso mexicano en 1994, la caída del bat tailandés en 1997 y el incumplimi­ento ruso de 1998, los inversioni­stas tuvieron que lidiar con los efectos de los problemas de un país en los demás, como la lentificac­ión del crecimient­o económico o tensiones en el mercado.

Hasta ahora en 2018, este tipo de contagio ha sido casi inexistent­e.

El torbellino ha arrasado con economías tan variadas como las de Argentina, Rusia, Sudáfrica y Turquía, aunque cada una ha perdido atractivo por distintas razones, y el trastorno todavía no ha generado ansiedad con respecto a las principale­s economías ni los mayores mercados del mundo.

Estos son los problemas clave que enfrenta cada uno de esos países.

Argentina

Argentina, una de las mayores economías de América del Sur, estuvo prácticame­nte excluida de los mercados globales durante gran parte de los últimos 20 años, tras su derrumbe financiero en 2001.

Sin embargo, la elección en 2015 del presidente Mauricio Macri conllevó un giro absoluto. Macri se dedicó a reconstrui­r una buena relación con los inversioni­stas internacio­nales; para lograrlo, eliminó las restriccio­nes al flujo de capital dentro y fuera del país y llegó a acuerdos con aquellos acreedores a quienes todavía se les debía dinero desde la crisis de 2001.

Argentina logró tener acceso de nuevo al mercado de bonos en abril de 2016, cuando recaudó $16.500 millones de inversioni­stas internacio­nales. A partir de entonces, Argentina tentó en varias ocasiones a los inversioni­stas globales con los altos rendimient­os de sus bonos y con promesas de controlar poco a poco los problemas del gasto público.

De una manera casi tan repentina como comenzó, la luna de miel de Argentina con los inversioni­stas globales llegó a su fin este año por varios motivos, entre ellos que el país sufrió una sequía que afectó la producción de soja y maíz, cultivos de vital importanci­a para la economía. El gobierno demostró muy pocos avances en el control de su déficit. El banco central bajó las tasas de interés a pesar del rápido aumento en la inflación, lo que se interpretó como una señal de que su compromiso de mantener al peso en una posición sólida no era serio.

Dada la trayectori­a de Argentina, que sufrió crisis en 1980, 1982, 1984, 1987, 1989 y 2001, los inversioni­stas no estaban dispuestos a esperar para ver qué sucedía. El peso comenzó a depreciars­e en abril; este año ha bajado más de un 50 % con respecto al dólar. Continuó en caída incluso después de que el Banco Central aumentó las tasas de interés hasta un impresiona­nte 60 % y de que el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) le aprobó una línea de crédito por $50.000 millones en junio.

Turquía

La economía turca disfrutó de un excelente desarrollo durante gran parte de la década pasada. Registró cifras de crecimient­o promedio de alrededor del 6,8 % desde 2010, por encima del 3,9 % de la economía mundial y de otros mercados emergentes, según datos del FMI.

Por desgracia, gran parte de esa energía económica se alimentaba de una burbuja impulsada por deudas. Las empresas turcas adquiriero­n una cantidad exorbitant­e de bonos, muchos denomi-

“El endeudamie­nto externo de Sudárica era del 37% del PIB en el 2013 aumentú a alrededor del 50% elaño pasao". Matt The New Phillips York Times

nados en dólares y euros. El gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan también aumentó el gasto con subsidios a proyectos de infraestru­ctura muy costosos.

Puesto que se adeuda dinero en otras monedas, la caída de la lira turca es particular­mente problemáti­ca. La moneda se ha ido hundiendo a un ritmo constante desde hace varios años, por lo que la tasa de inflación ha permanecid­o muy alta. No obstante, la baja solo produjo reacciones tras la reelección de Erdogan en junio y el consecuent­e otorgamien­to de nuevas facultades, más amplias, que afianzaron su control sobre la nación.

Erdogan se ha expresado en varias ocasiones en contra de las tasas de interés altas, pese a que la economía ha dado señales de estar lentificán­dose. En vista de que tiene mayor control sobre la política económica —designó ministro de Finanzas a su yerno— se acrecentar­on las inquietude­s entre los inversioni­stas por su enfoque caudillist­a. La decisión que tomó en agosto el presidente estadounid­ense, Donald Trump, de duplicar los aranceles a las importacio­nes de acero y aluminio turcos pareció ser un catalizado­r para que los inversioni­stas optaran por una retirada rápida del país.

Como la lira se ha devaluado cerca de un 40 % con respecto al dólar desde la reelección de Erdogan, en junio, las empresas que obtienen ingresos en liras pero deben efectuar pagos de deuda en dólares se encuentran en problemas. Se espera que más empresas turcas se declaren en quiebra, y muchos economista­s ahora están convencido­s de que Turquía pronto entrará en recesión.

Sudáfrica

En Sudáfrica, cuya economía ha sido una de las más precarias del mundo desde hace mucho tiempo, uno de cada cuatro habitantes vive en pobreza extrema y la tasa de desempleo es superior al 27 %.

No obstante, desde hace algunos años recibió una inyección de capital de inversioni­stas extranjero­s. Gran parte de la inversión se destinó al gobierno, que intentó compensar la tremenda desigualda­d en el país al asignar enormes cantidades al gasto social.

En consecuenc­ia, el endeudamie­nto externo, que en 2013 era del 37 % del producto interno bruto, aumentó el año pasado a alrededor del 50 %. Muchos de los préstamos se obtuvieron a través de los mercados, por lo que es mucho más fácil deshacerse de esas inversione­s cuando la situación se vuelve complicada.

Y eso es precisamen­te lo que los inversioni­stas han hecho.

La moneda sudafrican­a, el rand, bajó cerca del 18 % este año, y las estadístic­as para el segundo trimestre divulgadas en septiembre revelan que Sudáfrica ya se encuentra en recesión. Esto complica todavía más la situación, pues la solución para resarcir la devaluació­n del rand es que el Banco Central de Sudáfrica aumente las tasas de interés, lo que podría agravar la desacelera­ción económica.

Rusia

Los problemas de Rusia con los mercados globales se deben, en su mayoría, a la idiosincra­sia.

Desde enero de 2017, el gobierno de Trump ha mantenido la política que tenía Obama de imponerles sanciones a personas que tienen vínculos con Moscú por temas como las agresiones en Ucrania, la injerencia en las elecciones estadounid­enses, el apoyo al régimen de Bashar al Asad en Siria, el envenenami­ento de un exespía y su hija con un arma química en Inglaterra y el comercio que mantiene con Corea del Norte.

Este año el rublo perdió un 18 % de su valor a medida que los inversioni­stas globales reaccionar­on al creciente aislamient­o del país con respecto a la economía mundial. En términos sencillos, al haber una menor integració­n y comercio con Rusia, baja la demanda de rublos, que son necesarios para comprar productos rusos.

Y cuando se debilita la moneda, las importacio­nes se encarecen. Si bien la inflación rusa es baja, ha comenzado a subir, así como las tasas de interés; ambos factores podrían desacelera­r el crecimient­o.

El gobierno ruso planea aumentar el gasto público para mantener andando la economía. En teoría, el nivel relativame­nte bajo de endeudamie­nto de Rusia (la deuda pública es de menos del 20 % del PIB) le da suficiente espacio de maniobra para invertir más en caminos, servicios de salud y bienestar social, siempre y cuando pueda obtener el dinero de alguna fuente.

Ese es precisamen­te el problema: los inversores internacio­nales no desean invertir en Rusia, así que este país ha tenido que depender, en parte, de una reorganiza­ción del gasto interno. Para reunir ese dinero, quizá deba tomar algunas decisiones impopulare­s, como aumentar la edad de retiro. Justo este tipo de propuestas se han identifica­do como responsabl­es de un notorio descenso en la popularida­d del presidente Vladimir Putin, algunas manifestac­iones públicas inusuales y un apoyo menor del esperado para el partido gobernante en algunas elecciones regionales recientes.

Tener buenas estadístic­as no sirve de nada si careces de credibilid­ad.

Nadie sabe con certeza qué sucederá ahora.

Es posible que los países afectados solo sufran vulnerabil­idades únicas a las presiones del mercado. También es posible que los inversioni­stas nerviosos que quieren evitar pérdidas consideren invertir en otros países. Lo que sí es difícil es predecir con exactitud hacia dónde se diseminará­n los efectos.

Claro que hay algunas claves de los elementos que es necesario identifica­r. Por ejemplo, los inversioni­stas ya ven con recelo a los países que deben mucho dinero en divisas.

Sin embargo, la cantidad que debe pagarse por la deuda en monedas extranjera­s es solo una parte de la historia. El nivel de las tasas de interés, la dependenci­a de los acreditado­s extranjero­s, las necesidade­s de refinancia­miento, las dimensione­s de los déficits gubernamen­tales y las reservas de divisas que pueden utilizarse para resistir las presiones del mercado son factores que desempeñan un papel específico.

Quizá el aspecto más importante, que además es el más difícil de medir, sea la credibilid­ad de un país en los mercados financiero­s. Si los inversioni­stas creen que un país seguirá efectuando pagos a los tenedores de sus bonos en una moneda que conserve su valor, lo más probable es que toleren incluso el peor nivel de deuda. Pero si su confianza comienza a tambalears­e, habrá que prepararse para la caída.

 ?? SHUTTERSTO­CK PARA EF ?? La lira turca se ha devaluado cerca de un 40 % con respecto al dólar desde la reelección de Recep Tayyip Erdogan en junio.
SHUTTERSTO­CK PARA EF La lira turca se ha devaluado cerca de un 40 % con respecto al dólar desde la reelección de Recep Tayyip Erdogan en junio.
 ?? SHUTTERSTO­CK PARA EF ?? El gobierno de Vladimir Putin planea aumentar el gasto público con el objetivo de mantener la economía rusa en marcha.
SHUTTERSTO­CK PARA EF El gobierno de Vladimir Putin planea aumentar el gasto público con el objetivo de mantener la economía rusa en marcha.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica