Sentar responsabilidades
No encuentro otra forma de explicar que seguimos avanzando por una ruta que nos lleva al empobrecimiento, el sufrimiento de quienes perderán su empleo, la pérdida de inversiones que alimentarían nuestra prosperidad, a afectar la vida de miles de estudiantes que se retrasarán en tiempo y conocimientos. Todo ello por encima del impacto negativo en la salud y el bienestar de miles de personas, en los negocios y oportunidades que han perdido los empresarios, y demás repercusiones producto una manera huelga injustificable.
Esta vez no se puede acusar al Ejecutivo de negligencia, ni a la mayor parte de los diputados, aunque sí a algunos y algunas (hago estas distinciones de género para que quede claro a quiénes me refiero). La responsabilidad recae sobre quienes lejos de pensar en las mayorías se decantan por su situación individual; doblemente condenable en aquellos casos en que se presiona para sostener situaciones abusivas para nuestras instituciones, leyes y finanzas.
Ojalá me equivoque, pero
cuando llegue el bicentenario de nuestra Independencia y, en vez de celebrar sintamos tristeza por la pobreza creciente, el masivo desempleo joven, una economía estancada y la frustración por no alcanzar nuestro verdadero potencial, tendremos que recordar quiénes fueron los responsables de la debacle. No solo habrá que señalarnos, sino apartarlos de nuestra dinámica sociopolítica. No duden que serán ellos mismos los que con dedo acusador señalen en cualquier dirección —excepto a sí mismos— repartiendo culpas que solo a ellos les corresponden.
Este movimiento es político e ideológico. Solo quienes aspiran a crecer políticamente se benefician de esta situación para proponer vías populistas como solución a una crisis impulsada por su irresponsabilidad, egoísmo e intransigencia. Identifíquenlos, recuérdenlos y elimínenlos de cualquier lista de aspirantes a la conducción de nuestro país.