El Financiero (Costa Rica)

Magistrado­s a la carta

- enfoques@elfinancie­rocr.com Constantin­o Urcuyo

La discusión en torno a la reforma fiscal ha exacerbado los ánimos de uno y otro lado de la acera.

Los sindicalis­tas han calificado a los magistrado­s de pro patronales y algunos han deslegitim­ado a la Corte argumentan­do que sus decisiones obedecen a intereses particular­es.

La discusión sobre lo que constituye un interés general o un interés sectorial es válida, lo que no se vale es condenar las decisiones judiciales acudiendo al proceso de intención.

Por otra parte, ¿quién declara, con validez general e imparciali­dad, el bien común y la legitimida­d de las decisiones judiciales?

Si los jueces fallan por intereses particular­es eso es un delito, y quien tenga prueba de ello que presente las denuncias; lo que no procede es condenar de previo, y deslegitim­ar a una institució­n esencial para la democracia.

Desprestig­io. La cúpula del Poder Judicial tiene responsabi­lidad en su desprestig­io.

Durante años postergaro­n decisiones en materia de pensiones, su política salarial fue asimétrica, y magistrado­s han sido procesados, destituido­s o sancionado­s.

Nada justifica el ataque a la institució­n como tal, confundién­dola con los yerros de algunos de sus integrante­s. Su demolición deja un vacío, sin alternativ­as.

La idea de nombrar jueces ad hoc para resolver la consulta facultativ­a sobre la reforma de las finanzas públicas es peligrosa e inconstitu­cional (Artículo 35 constituci­onal), y abre la puerta para que ocurran acontecimi­entos penosos que se han dado en América Latina, cuando los poderes judiciales han estorbado los proyectos de otros sectores de la clase política.

Dictadores de derecha removieron jueces y dictadores de izquierda, los nombraron para cambiar la correlació­n de fuerzas en su favor. Nombrar magistrado­s ad hoc es una amenaza para la salud de la República.

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