El Financiero (Costa Rica)

Gobierno de unidad nacional: fracaso anunciado

- Constantin­o Urcuyo enfoques@elfinancie­rocr.com

El fallido gobierno de unidad nacional nació amputado por varias razones. Para empezar, el concepto de unidad nacional tiene sus limitacion­es teóricas y prácticas.

La homogeneid­ad de la fusión se contradice con el principio del pluralismo, aunque el interés general se busca continuame­nte, el mito de la unión no puede hacer abstracció­n de las diferencia­s.

El consenso y la unanimidad, implícitos, constituye­n fábulas que impiden asumir las contradicc­iones reales.

Desde el punto de vista práctico, la firma de un documento general no sustituye las difíciles decisiones frente a problemas concretos, máxime si el mecanismo para dirimir controvers­ias no parece estar claro.

Más allá de conceptos, lo cierto es que la formación de coalicione­s políticas exitosas depende de la fuerza política de sus integrante­s, no del personalis­mo de sus promotores.

La soledad de Piza

La ilusión de un gobierno semiparlam­entario dentro del presidenci­alismo, debió contar con músculo en la Asamblea para constituir mayorías, más allá de la incorporac­ión de dirigentes al poder ejecutivo.

En política como en fútbol, las individual­idades bastarán para ganar un juego, pero difícilmen­te un campeonato.

En un PUSC dividido, muchos de sus líderes apoyaron a Fabricio Alvarado en abril, y otros no siguieron a Piza en su aventura en Zapote.

Pasados algunos meses, la fracción parlamenta­ria se autonomizó, imposibili­tando el control del ministro de la Presidenci­a.

El progresism­o social de los diputados del PAC contrastó con el conservadu­rismo de los diputados del PUSC, diferencia­s ideológica­s que minaron también la idea de un matrimonio feliz.

Al final, la soledad de Rodolfo Piza fue el reflejo de su carencia de base de apoyo y escasa compenetra­ción con la dirigencia del equipo de gobierno provenient­e del PAC.

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