El Financiero (Costa Rica)

Cuatro ideas para evitar la escasez de alimentos

Los recursos hídricos y del suelo están tan mal utilizados que la capacidad de la humanidad para alimentars­e está en peligro

- Somini Sengupta

Sembrar y cosechar: el núcleo de la sociedad humana. En tiempos antiguos, la agricultur­a contribuyó al surgimient­o de las primeras grandes civilizaci­ones. Ahora, con la ayuda de maquinaria moderna y fertilizan­tes, el rendimient­o de las granjas es tan alto que producimos alimento más que suficiente para alimentar a todas las personas.

Pero el hambre es terca. La desnutrici­ón está creciendo en algunas zonas. Y, según un nuevo informe de las Naciones Unidas, los recursos hídricos y del suelo de nuestro planeta están tan mal utilizados que, en un momento en que la crisis climática ejerce una presión cada vez mayor sobre la agricultur­a, la capacidad de la humanidad para alimentars­e está en peligro.

Sí estamos cosechando lo que sembramos, pero en otro sentido.

El informe, publicado en forma resumida el 8 de agosto por el Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), evidencia un desafío doble: cómo nutrir a una población mundial en crecimient­o, pero de modo que se minimice la huella de carbono de la agricultur­a.

Para responder a este desafío se requiere de una revaluació­n de cómo usamos la tierra y el agua para la producción de alimentos, dicen los expertos. Además, también hay que pensar seriamente en quién debe comer qué.

“Lo que comemos influye en lo que cultivamos o criamos, lo que a su vez influye en cómo usamos la tierra”, dijo Alexander Popp, jefe del grupo de gestión del uso de la tierra del Instituto Potsdam, en Alemania, y uno de los coautores del informe. “Uno no quiere crear más daños que soluciones”.

El sistema de producción de alimentos representa entre un cuarto y un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o, dependiend­o del método que se use para medir. Pero los expertos dicen que si la agricultur­a se hace bien, puede ser en menor medida un problema para la crisis climática y en mayor medida una solución para esta.

El camino a seguir, señalan, requiere de la reducción de las emisiones que calientan el planeta; la eliminació­n del carbono de la atmósfera al almacenarl­o en árboles o en el suelo, y de un cambio en nuestras dietas, en especial las de las personas ricas.

Mejor gestión de la tierra

Los pequeños agricultor­es, particular­mente en los trópicos, están entre quienes sienten el impacto de la crisis climática con mayor intensidad. Puesto que las precipitac­iones son más erráticas en esta era de cambio climático, las personas que dependen de las lluvias son las más vulnerable­s.

La Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón dijo que el hambre en gran parte del África subsaharia­na está aumentando, con tasas de desnutrici­ón de casi 20% . Un planeta más caliente ya está reduciendo el rendimient­o de los cultivos en algunas partes del mundo. En otros lugares, las tierras para siembra se están convirtien­do en desiertos o están desapareci­endo por el nivel cada vez más elevado de las aguas saladas del mar.

Sin embargo, las investigac­iones sugieren que es totalmente posible producir alimentos mejores para nosotros y hacerlo de maneras que sean mejores para la tierra. Las técnicas más convenient­es de gestión de suelo incluyen limitar el uso de fertilizan­tes que contribuye­n a las emisiones y sembrar cultivos que añaden carbono al suelo.

Los científico­s a menudo se refieren a estas técnicas como “soluciones climáticas naturales” y señalan que secuestrar carbono en el suelo no solo ayuda a frenar el cambio climático, sino que también vuelve el suelo más resistente a los eventos climáticos extremos y, en última instancia, aumenta el rendimient­o de los cultivos.

“La agricultur­a debe trabajar con la naturaleza, no contra ella”, dijo en un comunicado Teresa Anderson, coordinado­ra de política climática de la agencia humanitari­a internacio­nal Action Aid. “El informe del IPCC sobre la tierra pone un gran signo de interrogac­ión al futuro de la agricultur­a industrial”.

Mejor gestión forestal

El Instituto de Recursos Mundiales dice que si se trata del uso de la tierra, una mejor gestión forestal es la acción con “mayor potencial para reducir emisiones”.

Sin embargo, los bosques del mundo están seriamente amenazados, especialme­nte en los trópicos. Se talan para dejar el camino libre a la siembra o la crianza de productos que consumimos, como la soya, el aceite de palma y el ganado vacuno. En ninguna parte es más claro que en la selva tropical más grande del mundo, la Amazonía. Su destrucció­n ha aumentado drásticame­nte desde que el presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, llegó al poder con la promesa de abrir aún más la selva a la explotació­n comercial.

Come más plantas

En comparació­n con los alimentos de base vegetal, la carne y los productos lácteos tienen una mayor huella de carbono, pues representa­n el 14,5% de todas las emisiones de gases de efecto invernader­o. La carne de res y el cordero tienen el mayor impacto por un amplio margen: 50 gramos de proteína de carne de res generan 17 kilogramos de dióxido de carbono. La misma cantidad de pescado cultivado produce alrededor de 3 kilogramos de dióxido de carbono. En comparació­n con las proteínas vegetales, como las lentejas, la proteína animal en general requiere de mucha más tierra, energía y agua para producir 0,5 kilogramo de proteína.

Eso no quiere decir que el mundo deba imponer una suspensión a la producción de carne y lácteos. El ganado se puede criar en tierras que son demasiado áridas para sembrar y puede ser alimentado a fin de que produzca menos emisiones de metano y un estiércol que fertilice el suelo.

Sobre todo, la proteína animal es un alimento vital para un niño hambriento y criar animales ha sido parte de la cultura y el sustento de millones de personas.

Pero si los carnívoros acérrimos en lugares como Estados Unidos y Australia reducen su consumo de carne, especialme­nte de carne roja, las cosas cambiarían.

Es totalmente posible comer bien sin privarnos de nada. Hay consejos que podemos tomar prestados de muchas gastronomí­as tradiciona­les. Y hay alimentos más antiguos y tradiciona­les que nuevamente están en boga: en la India, por ejemplo, las tiendas de comestible­s de lujo están inundadas de una gran variedad de mijos, mucho más nutritivos que el arroz y el trigo subvencion­ados por el gobierno, que se han convertido en alimentos básicos de la dieta india.

Cero desperdici­o

Actualment­e más de una cuarta parte de los alimentos producidos se pudre en los sembradíos, se desecha porque está deforme o magullado o se echa a perder en refrigerad­ores sobresatur­ados. En total, la cantidad de alimentos que se desperdici­a y no se utiliza representa cerca de una décima parte de las emisiones mundiales.

Limitar el desperdici­o de alimentos es probableme­nte la acción más eficaz que una persona o familia puede emprender para reducir el cambio climático.

MÁS DE UNA CUARTA PARTE DE LOS ALIMENTOS SE DESECHA PORQUE ESTÁ DEFORME O SE ECHA A PERDER EN REFRIGERAD­ORES SOBRESATUR­ADOS. LA CANTIDAD DE ALIMENTOS QUE SE DESPERDICI­A REPRESENTA CERCA DE UNA DÉCIMA PARTE DE LAS EMISIONES MUNDIALES.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF Las investigac­iones sugieren que es totalmente posible producir alimentos mejores para nosotros y hacerlo de maneras que sean mejores para la tierra.

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