El Financiero (Costa Rica)

Chinos sufren una escasez de dinero en efectivo

En el sistema financiero de esta nación circulan órdenes de pago equivalent­es a más de $200.000 millones

- Alexandra Stevenson y Cao Li

Cuando Zhang Zhiyang abrió su despacho de arquitectu­ra, China se encontraba en pleno auge: atravesaba la mayor bonanza en el sector de la construcci­ón que el mundo había visto. Era 2007, y el despacho comenzó a recibir dinero por contratos para diseñar complejos residencia­les y una sala de exposicion­es.

En contraste, en estos momentos la economía china se está ralentizan­do y el negocio de Zhang va en picada; tanto, que no logra efectuar sus pagos a tiempo. Ahora, en vez de efectivo, acepta que hasta una tercera parte de sus clientes le paguen con instrument­os que, en términos financiero­s, equivalen a vales o promesas de pago.

Antes no era así”, afirmó. Por

lo menos, añadió, “es mejor que nada”.

La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha escalado desde hace algunos días, lo que representa una creciente amenaza para una economía que ya de por sí se iba desacelera­ndo. Pekín necesita que las empresas privadas (como la de Zhang) y sus clientes sigan operando para que impulsen de nuevo el crecimient­o y generen los salarios de los trabajador­es chinos.

Por desgracia, muchas de esas empresas privadas sufren una escasez de efectivo. En vez de ese efectivo, según datos del gobierno, por el sistema financiero chino circulan instrument­os (conocidos como órdenes de pago o aceptacion­es comerciale­s) equivalent­es a más de $200.000 millones.

No quiere decir que a China se le esté acabando el dinero. En realidad, el problema es que los bancos chinos se muestran renuentes a otorgar préstamos a las empresas privadas porque consideran que las grandes empresas del Estado son más seguras, ya que es más probable que paguen sus deudas. Otras fuentes de efectivo se han agotado debido a que los reguladore­s ahora aplican medidas más estrictas para controlar el turbio mundo de los préstamos no oficiales.

Por todo lo anterior, cada vez más empresas optan por emitir órdenes de pago a favor de sus proveedore­s. Algunos de ellos, a su vez, las usan para pagarles a otros proveedore­s. Otras más (lo cual indica cuán desesperad­as están algunas empresas chinas por efectivo) venden los instrument­os por menos de lo que valen.

Las órdenes de pago de ninguna manera funcionan como la moneda de curso legal. Más bien, son pedazos de papel que contienen una promesa de pago en el futuro. En febrero (la fecha más reciente en que el gobierno proporcion­ó datos), la deuda de las empresas consignada en estos documentos informales ascendía a unos $211.000 millones, cantidad que refleja un aumento de más de una tercera parte con respecto al ejercicio anterior.

Es posible que haya más instrument­os de deuda circulando en el mundo corporativ­o de China, pero que no existan registros debido a que se negocian por debajo de su valor nominal. En torno a estas órdenes de pago, se ha creado todo un mercado en el que las empresas compran y venden estos documentos con base en la posibilida­d de obtener el pago líquido respectivo. Mientras más grande y conocida es la empresa, más segura se considera la orden.

El sector inmobiliar­io, un pilar de la economía china, experiment­a con especial fuerza los efectos de esta situación. Las ventas han bajado desde finales de 2017, por lo que no es fácil financiar proyectos nuevos. Al mismo tiempo, el gobierno ha decidido aplicar normas más estrictas a otros medios que las inmobiliar­ias emplean para recaudar dinero, como el sistema bancario informal.

Para adaptarse, las inmobiliar­ias han transforma­do las órdenes de pago en una verdadera moneda, según constatamo­s a través de entrevista­s y documentos de decenas de desarrolla­dores y proveedore­s, como empresas acereras, constructo­ras y despachos de diseño.

Xu Jiang, de la empresa de arquitectu­ra y planeación urbana Zhubo Design, establecid­a en la ciudad sureña de Shenzhen, señaló que sus clientes comenzaron a liquidar sus deudas con órdenes de pago hace dos años. Sus clientes, entre los que se encuentran algunos de los desarrolla­dores más grandes del país, gobiernos locales y empresas del Estado, ahora emplean estos instrument­os con

En este momento, una de las mayores emisoras de órdenes de pago es la inmobiliar­ia más grande y mejor conocida de China, Evergrande. Para finales del año pasado, había emitido órdenes de pago por un valor aproximado de $20.000 millones a sus proveedore­s. Puesto que ha acumulado una creciente deuda de unos $100.000 millones y con frecuencia ofrece bonos para cubrir el pago de intereses, parece que estos instrument­os se han convertido en una opción para ayudarle a cubrir costos.

“Las órdenes de pago solo constituye­n una parte mínima del pago”, comentó Chen Zhaohua, vocero de Evergrande.

Bauing Constructi­on Holding Group, empresa de gran talla que provee diseño y materiales a los desarrolla­dores inmobiliar­ios más grandes de China, reveló que Evergrande le adeuda $96.400 millones respaldado­s por órdenes de pago. También dio a conocer hace poco una lista larga de otras empresas que le deben dinero respaldado por instrument­os similares.

Los propietari­os de negocios más pequeños, como Zhang, el arquitecto, conocen la sensación de golpe en el estómago que ocasiona el incumplimi­ento del pago de las órdenes de algunas empresas. Zhang llevó hace poco al banco de un desarrolla­dor un vale que quería cobrar. “El banco nos dijo que la empresa había sacado todo su dinero”, se lamentó.

“Las órdenes de pago de ninguna manera funcionan como la moneda de curso legal. Más bien, son pedazos de papel que contienen una promesa de pago en el futuro”.

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