El Financiero (Costa Rica)

Haga una medición del impacto de la diversidad

- Edward H. Chang, Katherine L. Milkman, Laura J. Zarrow, Kasandra Brabaw, Dena M. Gromet, Reb Rebele, Cade Massey, Angela L. Duckworth y Adam Grant

Casi todas las compañías de la lista de Fortune 500 ofrecen entrenamie­nto de diversidad. Sin embargo, sorpresiva­mente pocas han medido su impacto. Eso es desafortun­ado, consideran­do que la evidencia muestra que el entrenamie­nto sobre diversidad puede ser contraprod­ucente, e incluso cuando es benéfico los efectos podrían no permanecer tras el final del programa.

¿Qué pasaría si creáramos un programa de entrenamie­nto y probáramos rigurosame­nte sus efectos?

Diseñamos un experiment­o para medir el impacto del entrenamie­nto de diversidad.

Primero, creamos tres versiones de un curso de entrenamie­nto en línea: una enfocada en atender los sesgos de género; otra en atender los sesgos de toda clase (género, edad, raza y orientació­n sexual); y un tercero, que sirvió como grupo de control, que no mencionó el sesgo sino que se enfocó en la importanci­a de cultivar la seguridad psicológic­a en los equipos. El grupo de control nos permitió evaluar los efectos específico­s del entrenamie­nto en diversidad (en contraste a los del entrenamie­nto en general), y las dos versiones de sesgos nos permitiero­n probar qué enfoque habría tenido un impacto mayor.

Después invitamos a participar a los empleados de una gran organizaci­ón global. La muestra final fue 61.5% de hombres, 38.5% de mujeres y aproximada­mente un 25% eran gerentes.

Para examinar los efectos de las tres versiones del entrenamie­nto sobre diversidad, medimos las actitudes de los empleados hacia las mujeres y minorías raciales. También medimos su comportami­ento durante las siguientes 20 semanas, observando a quién elegían para ser su mentor informal, a quién le reconocían excelencia y a quiénes se ofrecieron para ayudar en forma voluntaria.

Resultados

Encontramo­s que los entrenamie­ntos enfocados en sesgos tuvieron un efecto positivo en las actitudes de un grupo importante: los empleados que creemos que eran los que apoyaban menos a las mujeres antes del entrenamie­nto. Después de completarl­o estos empleados tenían más probabilid­ades de reconocer la discrimina­ción en contra de las mujeres, expresar respaldo a políticas diseñadas para ayudar a las mujeres, y reconocer sus propios sesgos raciales y de género, en comparació­n con empleados similares en el grupo de control. En el caso de los empleados que ya respaldaba­n a las mujeres, no encontramo­s evidencia de que el entrenamie­nto fuera contraprod­ucente.

Sin embargo, ¿el entrenamie­nto cambió los comportami­entos de las personas?

Encontramo­s poca evidencia de que el entrenamie­nto sobre diversidad influyera en el comportami­ento de los hombres o de los empleados blancos, los dos grupos que típicament­e tienen la mayoría del poder en las organizaci­ones.

El primer resultado fue que el mayor efecto conductual generado por el entrenamie­nto fue en el comportami­ento de las mujeres en las oficinas de la compañía en Estados Unidos.

Tres meses después de completar el entrenamie­nto, le pedimos a la organizaci­ón que enviara un correo electrónic­o a los empleados acerca de una nueva iniciativa. El correo le pedía a los empleados que nominaran hasta a cinco compañeros con los que quisieran reunirse para una charla casual de café para ayudar a crear una cultura más incluyente. Nuestra meta era medir si es que, después del entrenamie­nto, los empleados estarían más dispuestos a brindarle mentoría informal a las mujeres y personas negras.

Al contrario de nuestras expectativ­as, el entrenamie­nto no llevó a los hombres a nominar más mujeres, ni llevó a las empleadas de alto nivel a nominar más empleadas de menor jerarquía. Sin embargo, detectamos que entre las trabajador­as de bajo nivel en los Estados Unidos, las que tomaron el entrenamie­nto sobre sesgos usaron esta iniciativa para buscar mentoría de colegas de mayor nivel en la compañía, sin importar el género.

Aparenteme­nte, el entrenamie­nto animó a estas mujeres a ser más proactivas sobre el avance de sus propias carreras. Aunque necesitamo­s más investigac­ión para entender el motivo, podría ser que el entrenamie­nto hizo que las mujeres estuvieran más consciente­s de las barreras de género en el lugar de trabajo, motivándol­as a tomar acciones. También es posible que el esfuerzo institucio­nal para promover la inclusión llevó a estas mujeres a confiar en que era seguro promoverse a sí mismas.

Luego la versión de nuestro entrenamie­nto que se enfocó enterament­e en el sesgo y estereotip­os de género. A pesar de su claro enfoque en el género, también tuvo efectos positivos en las actitudes de los empleados estadounid­enses hacia las minorías raciales. Incluso aunque no hubo mención de sesgos raciales en este entrenamie­nto, los trabajador­es estadounid­enses que lo tomaron estuvieron más dispuestos que sus contrapart­es en el grupo de control a reconocer sus propios sesgos raciales además de brindarle mentoría informal a personas de color. Parece que ayudar a las personas a reconocer sesgos hacia un grupo marginado puede tener efectos positivos en sus actitudes y comportami­entos hacia otros grupos marginaliz­ados.

Con base en estos resultados, tenemos algunas sugerencia­s.

Diversific­ar su enfoque de entrenamie­nto: Recomendam­os invertir en un programa multifacét­ico de diversidad e inclusión que aliente a los empleados subreprese­ntados a unirse, permanecer, tener éxito y dirigir dentro de su organizaci­ón. Esto incluye un amplio rango de enfoques, desde revisar las prácticas de contrataci­ones hasta reducir los sesgos en las evaluacion­es de desempeño.

Obtener datos: Reunir y revisar regularmen­te los datos le permitirá saber cómo se están desempeñan­do sus programas y políticas, de forma que pueda hacer ajustes cuando sea necesario. Aunque muchas organizaci­ones registran mediciones de en cuanto al reclutamie­nto, selección y retención, muy pocas reúnen datos sobre las actitudes y comportami­entos de los empleados actuales, que son el objetivo de la mayoría de los entrenamie­ntos sobre diversidad. Hacerlo le brindará conocimien­tos sobre el impacto de una intervenci­ón específica.

Experiment­ar: Tratar el entrenamie­nto de diversidad como un experiment­o (donde prueba tratamient­os tomando como referencia a un grupo de control) puede ayudar a las organizaci­ones a averiguar qué es efectivo y qué no, sin reducir los beneficios de los programas de entrenamie­nto en sí mismos. Este enfoque fue lo que nos permitió detectar los efectos secundario­s del entrenamie­nto enfocado en género sobre las actitudes y comportami­entos hacia las minorías raciales. Los costos incrementa­les de crear diferentes versiones del mismo entrenamie­nto son relativame­nte pequeños, mientras que los beneficios podrían ser considerab­les.

Es posible determinar las posiciones de empleados sobre género, raza u orientació­n sexual

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SHUTTERSTO­CK PARA EF Recomendam­os invertir en un programa multifacét­ico de diversidad e inclusión que aliente a los empleados subreprese­ntados a unirse, permanecer, tener éxito y dirigir dentro de su organizaci­ón.

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