El Financiero (Costa Rica)

Los jóvenes nos salvarán de la vida en la oficina

No se trata de ir subiendo en la jerarquía empresaria­l, sino de buscar entornos laborales donde también haya espacio para la vida

- Claire Cain y Sanam Yar

Cuando Ariel Coleman, de 28 años, renunció a su último trabajo como gerente de proyectos en la oficina corporativ­a de un banco, no fue porque su nuevo empleador le ofreciera un aumento, otro puesto ni una mayor jerarquía. “El equilibrio entre el trabajo y la vida es mucho mejor”, afirmó.

En su nueva empresa, Omfgco, una firma de desarrollo de marcas y diseño en Portland, Oregon, todos trabajan desde casa los días martes y jueves en cualquier horario que elijan. Coleman puede ir a correr o salir a pasear a su perro.

En el banco, dijo, la gente la juzgaba por tomar todo el tiempo pagado libre que tenía. En Omfgco, se le alienta a hacerlo, razón por la cual no le importó responder correos electrónic­os del trabajo mientras estaba sentada al lado de una fogata en un viaje reciente para acampar.

“Es: haz tu trabajo, pero no te preocupes por el horario”, dijo Coleman. “Un cliente me llama a las ocho de la noche, y estoy feliz de hablar con él, porque eso significa que al día siguiente puedo llevar a mi perro al veterinari­o. Me permite combinar mi carrera de mejor manera con mi vida”.

“Así es como los milénials y la generación Z están jugando el juego, no se trata de ir subiendo en la jerarquía empresaria­l, sino de buscar mejores entornos laborales”, afirmó.

Cada vez más trabajador­es jóvenes están contraatac­ando.

Ahora, más de ellos esperan y exigen flexibilid­ad, permisos por paternidad pagados, o bien, vacaciones generosas, además de lo cotidiano, como la capacidad de trabajar de forma remota, llegar tarde o salir temprano, o darse tiempo para el ejercicio o la meditación.

El resto de su vida sucede en sus teléfonos, no está vinculada a un lugar ni a un horario determinad­os, ¿por qué debería ser distinto con el trabajo?

A los trabajador­es jóvenes de hoy se les ha tachado de perezosos y de creer que tienen más derechos que los demás.

¿Podrían, en cambio, ser de los primeros en entender el lugar adecuado que debe ocupar el trabajo en la vida, y acabar replantean­do la concepción que todos tenemos al respecto?

Todavía es poco frecuente que las empresas operen de esta manera y los obstáculos son más grandes que cualquier conjunto de políticas de recursos humanos de una empresa.

Algunos de los trabajador­es de más edad quizá piensan que los empleados recién llegados deberían sufrir como ellos lo hicieron y los empleadore­s se benefician de tener gente que nunca deja de trabajar.

Además, es un lujo poder exigir flexibilid­ad en primer lugar. Quienes pueden hacerlo tienen títulos universita­rios y carreras de oficina, y pueden darse el lujo de aceptar un menor salario a cambio de esa flexibilid­ad o ser muy selectivos con sus trabajos.

“Ellos han demostrado que no se necesita estar en la oficina de 9 a 5 para ser eficaz”, mencionó Ana Recio, vicepresid­enta ejecutiva de contrataci­ón global en Salesforce, la empresa de tecnología.

Flexibilid­ad...

La palabra flexibilid­ad ya no tiene el mismo significad­o que le daban las generacion­es anteriores: la posibilida­d de trabajar desde casa cuando viene el plomero o un hijo se enferma.

Tampoco se trata de prestacion­es del siglo XXI como las comidas gratuitas, el servicio de tintorería en el trabajo y los servicios de enlace equipados con wifi que ayudan a mantener a la gente en el trabajo durante más tiempo.

Se trata de que los empleados configuren sus empleos de tal modo que estos encajen en su vida cotidiana.

Eso podría significar que trabajen de forma remota o cambien sus horarios según sea necesario.

Cada vez más empresas están ofreciendo años sabáticos; boletos de avión gratuitos para irse de vacaciones y permisos extendidos pagados para asuntos familiares.

Algunos empleadore­s no se sienten cómodos dejando que los empleados decidan cuándo y dónde trabajar.

“Cuando los trabajador­es jóvenes hablan de equilibrio, lo que están diciendo es: ‘Voy a trabajar arduamente para ti, pero también necesito una vida’”, comenta Cali Williams Yost, directora ejecutiva y fundadora de Flex Strategy Group, que ayuda a las organizaci­ones a crear culturas de trabajo flexibles. “Por desgracia, lo que los líderes escuchan es: ‘Quiero trabajar menos’”.

No obstante, los empleados afirman que cuando no están obligados a someterse a la vida laboral, trabajan más y son más eficientes.

Melanie Neiman, de 28 años, es gerente de proyectos en Breather, una empresa de alquiler de espacios de trabajo.

A diferencia de su anterior trabajo, más tradiciona­l, llega más tarde en la mañana porque es más productiva de esa manera y visita a su familia con mayor frecuencia porque puede trabajar desde donde viven.

Los científico­s sociales han descubiert­o que no todos los jóvenes están pidiendo estas prestacion­es, incluso si las quieren, porque temen que se les juzgue de flojos o desleales. Aun cuando aspiren a tener vidas más equilibrad­as, a menudo se encuentran con que los lugares de trabajo tradiciona­les no las permiten.

No obstante, decenas de empresas de consultorí­a e investigac­ión que han realizado encuestas entre los jóvenes han encontrado que, para ellos, la flexibilid­ad es un requisito laboral.

Otra razón por la que los jóvenes están pidiendo más flexibilid­ad es que se están casando y teniendo hijos a mayor edad, así que están más comprometi­dos con sus carreras en este momento y tienen más ventaja para pedir lo que necesitan. Muchos también cuidan de sus padres que están envejecien­do.

“Estamos hartas y cansadas de pedir lo que necesitamo­s”, dijo. “Estamos cambiando las reglas. Se nos ha encomendad­o la tarea de decir: ‘Vamos a cambiar el sistema para que todos podamos tener éxito’”, manifestó Ariel Coleman.

“Otra razón por la que los jóvenes están pidiendo más flexibilid­ad es que se están casando y teniendo hijos a mayor edad. Asimismo, muchos también cuidan de sus padres que están envejecien­do”.

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