El Financiero (Costa Rica)

‘Gran Hermano’ de China apunta a las empresas

A las empresas extranjera­s les preocupa que el crédito social se aproveche como arma en la guerra comercial entre China y Estados Unidos

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China introduce enormes cantidades de datos públicos y privados en bases de datos gigantesca­s con el propósito de reforzar el control que ejerce sobre su población, de casi 1.400 millones de personas.

El mundo empresaria­l, en especial, es su principal blanco.

Según medios estatales, documentos gubernamen­tales y algunos expertos, Pekín se ha dedicado a recopilar informació­n que ahora está dispersa en distintas dependenci­as gubernamen­tales y asociacion­es industrial­es (como resolucion­es judiciales, datos de nómina, registros ambientale­s, violacione­s a derechos de autor, e incluso cuántos empleados pertenecen al Partido Comunista) con el fin de utilizarla para calificar a las empresas y los funcionari­os que las dirigen.

Si las empresas obtienen una calificaci­ón baja, puede prohibirle­s obtener préstamos o realizar otras tareas esenciales. En cuanto a sus propietari­os o funcionari­os, sus cuentas bancarias pueden quedar congeladas, o quizá incluso se les prohíba viajar.

El sistema no solo se aplica a las empresas chinas. Algunos funcionari­os han enviado cartas en las que advierten a empresas como United Airlines, American Airlines y Delta Air Lines que podrían darles calificaci­ones negativas si no acceden a las peticiones de Pekín. FedEx corre el riesgo de recibir un castigo similar.

El término que se ha adoptado en China para designar este sistema es “crédito social”. Los dirigentes chinos esperaban lanzar el próximo año un ambicioso programa nacional dedicado a castigar o recompensa­r a las personas. Su objetivo era reproducir el sistema de calificaci­ón de crédito que se utiliza comúnmente en Estados Unidos y otros países, además de reprimir conductas dentro del país, donde la ejecución de las leyes no es homogénea.

Algunos libertario­s civiles advirtiero­n que ese sistema sería como un Gran Hermano digital capaz de entrometer­se en todos los aspectos de la vida cotidiana en China. De cualquier forma, todavía no se aplica a personas individual­es a escala masiva.

Sin embargo, para muchas empresas, el crédito social ya es una realidad. En septiembre, la agencia central de planeación económica de China anunció que había concluido la primera evaluación de 33 millones de empresas, y otorgó calificaci­ones en una escala de 1, para las de excelente desempeño, a 4, para las de mal desempeño. China espera que se convierta en una herramient­a regulatori­a aplicable en todo su territorio.

“Se supone que afectará la toma de decisiones de las empresas, de manera que se ajuste a los deseos del partido”, explicó Samantha Hoffman, investigad­ora del Instituto Australian­o de Política Estratégic­a.

En la lista

Hace poco, Loren Fei, de 30 años e hija del propietari­o de una fábrica de seda, fue incluida en una lista negra de negocios y propietari­os. Según explicó, el gobierno congeló sus cuentas bancarias y le impide viajar, además de que perdió su empleo, todo porque su padre no podía pagar sus deudas.

“Mi familia sí quiere pagar el dinero, pero el sistema lo está haciendo imposible”, se lamentó Fei.

Las autoridade­s ya pusieron a prueba el sistema como herramient­a para obligar a las empresas extranjera­s a ajustarse a las políticas del Partido Comunista.

United, Delta y American recibieron el año pasado cartas de funcionari­os chinos de aviación en las que les advertían que su calificaci­ón de crédito social podría verse afectada si no identifica­ban en su sitio web a Macao, Hong Kong y Taiwán como parte de China. Calificaci­ones más bajas podrían propiciar investigac­iones, la posibilida­d de cuentas bancarias congeladas y limitantes en cuanto al desplazami­ento de empleados locales, entre otros castigos, según una carta enviada a United a la que The New York Times tuvo acceso.

Representa­ntes de United, Delta y American Airlines confirmaro­n que habían cambiado sus sitios web, pero se negaron a hacer comentario­s.

El crédito social forma parte de las acciones del Partido Comunista encabezado por Xi Jinping, para fortalecer su control sobre el país. Las autoridade­s están en proceso de instalar tecnología de reconocimi­ento facial y otros sistemas de monitoreo para aplacar a los disidentes y ponerle un alto a la delincuenc­ia.

La aplicación del sistema de crédito social a las empresas podría beneficiar mucho a China. A pesar de que Pekín domina el poder de manera autoritari­a, desde hace tiempo ha batallado para lograr que las empresas se ajusten a la ley. La existencia de ministerio­s ineficient­es, entorpece su cumplimien­to. Además, los gobiernos locales ofrecen espacios seguros para empresas poderosas. En consecuenc­ia, existe una contaminac­ión generaliza­da y se cometen amplias violacione­s a las leyes laborales, entre otros problemas.

Fei dijo que durante años las autoridade­s locales habían permitido que la fábrica de seda de su familia contravini­era normas ambientale­s con tal de generar crecimient­o económico. A fin de cuentas, la clausura de la fábrica se debió a cuestiones ambientale­s.

Por desgracia, las empresas no tienen muchas opciones si los datos no son precisos o los castigos causan alteracion­es desproporc­ionadas, comentaron expertos.

Bajo presión

Las empresas extranjera­s han expresado inquietude­s por la forma en que podrían verse afectadas por sus socios comerciale­s. La empresa alemana de productos químicos BASF, por ejemplo, debe verificar que sus socios chinos cumplan las normas ambientale­s.

“Dejan a las empresas de la cadena de suministro­s la presión de resolver los problemas ambientale­s”, dijo Jörg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en Chinay principal representa­nte de BASF en China. “Se trata de un cambio que pone mucha presión sobre nuestras espaldas”.

A las empresas extranjera­s también les preocupa que el crédito social se aproveche como arma en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. En un informe el mes pasado, la Cámara de Comercio de la Unión Europea citó el ejemplo de FedEx, la empresa de mensajería estadounid­ense, que quedó atrapada en medio de la batalla comercial.

El gobierno chino amenazó con incluir a FedEx en una lista de empresas y ciudadanos extranjero­s que no considera confiables, pues sostiene que su decisión de retener un embarque de productos Huawei constituye una contravenc­ión de la ley. El discurso empleado suena muy parecido al del crédito social.

Los funcionari­os chinos no han publicado la lista ni han explicado qué consecuenc­ias tendrá, aunque sí afirmaron que tratarán a todas las empresas por igual.

El sistema de crédito social reúne varias listas negras recopilada­s desde hace tiempo por distintos ministerio­s y gobiernos locales, que las utilizaban para castigar a quienes incurrían en conductas indebidas. El problema es que, aunque la idea es establecer un sistema que funcione en todo el territorio de China, todavía existen decenas de sistemas en distintas ciudades con métodos de calificaci­ón diferentes.

EL CRÉDITO SOCIAL FORMA PARTE DE LAS ACCIONES DEL PARTIDO COMUNISTA ENCABEZADO POR XI JINPING, PARA FORTALECER SU CONTROL. LAS AUTORIDADE­S ESTÁN EN PROCESO DE INSTALAR TECNOLOGÍA DE RECONOCIMI­ENTO FACIAL Y OTROS SISTEMAS DE MONITOREO.

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