El Financiero (Costa Rica)

Reforma a un impuesto lastra la ley de cine

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Un nuevo texto que se mueve en la Asamblea Legislativ­a plantea la posibilida­d de que Costa Rica, finalmente, tenga una ley de cine. En detalle, la propuesta busca dos cosas dentro de un mismo borrador.

Primero, pretende regular el marco legal de las produccion­es que se realicen en el país, con cambios en la normativa del Centro Costarrice­nse de Producción Cinematogr­áfica que le posibilite trabajar en alianzas público privadas (APP) y ampliar la posibilida­d de que Costa Rica sea escenario para más produccion­es internacio­nales.

También, el mismo proyecto plantea una transforma­ción del impuesto a los espectácul­os públicos que ampliará la base contribuye­nte y pretende grabar la televisión de paga para responder, según sus impulsores, a las dinámicas de consumo del siglo XXI.

Este segundo punto generó conflicto. Mientras legislador­es oficialist­as defienden el impuesto argumentan­do encadenami­entos productivo­s y reactivaci­ón económica, otros de oposición, se niegan a que se financie a través de tributos una actividad lucrativa de índole privada como lo es el cine o la producción audiovisua­l en general.

El proyecto de ley no es nuevo (expediente 20.661), lleva en corrillos políticos desde 2017 y ha recibido dos textos sustitutiv­os desde entonces. La segunda enmienda fue apenas unos días después de que con una moción, la comisión de Hacendario­s redujera en ¢250 millones el presupuest­o solicitado por el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ). De estos, ¢100 millones se le restarían específica­mente al Centro de Cine.

El texto ya pasó el primer peldaño tras aprobarse de manera unánime en la Comisión de Ciencia y Tecnología sin embargo, en el plenario su camino empieza cuesta arriba.

maria.madrigal@elfinancie­rocr.com

El impuesto

Cada vez que una persona asiste a un espectácul­o artístico debe pagar un 6% del valor de su entrada para el impuesto de espectácul­os públicos –o un 3% si el evento se desarrolla en un cantón no cabecera de provincia–.

El dinero que se recauda con el tributo se divide entre distintas institucio­nes como el Teatro Nacional o el Museo de Arte Costarrice­nse. El borrador que se discute busca cambiar la base de distribuci­ón y agregar al Centro de Cine con un 20% del total recaudado. El dinero se podrá usar en un fondo de fomento.

El impuesto sufrirá una transforma­ción más amplia. Se baja el porcentaje de recaudació­n a 1,5%, pero se amplía la base contributi­va de manera importante. Si el proyecto se convierte en ley no solo se cobrará el impuesto por las entradas al cine, sino también por suscripcio­nes de cable o cualquier tipo de televisión de paga y servicios de streaming, como Netflix, HBO Go o Amazon Prime.

La transforma­ción en el cobro del tributo representa­ría una recaudació­n mayor según cálculos preliminar­es. Según datos del 2018, los ingresos por entradas al cine, cable y suscripcio­nes de Netflix (exclusivam­ente y consideran­do solo el cobro básico) generaron más de ¢171.000 millones, lo que significar­ían más de ¢2.566

Porcentaje viene creciendo desde la última década. millones en impuestos.

Este aumento en la carga fiscal tan solo unos meses después de la implementa­ción de las reformas tributaria­s contemplad­as en la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas (9635) es uno de los argumentos más fuertes para quienes se oponen a la ley.

“Es un aumento de la carga fiscal. Se está ampliando la recaudació­n, estamos ante una clase política que no ve fin a su voracidad fiscal”, declaró el analista en políticas públicas, Juan Carlos Hidalgo.

En contrapart­e los diputados que apoyan el proyecto destacan que invertir en cine generaría decenas de encadenami­entos productivo­s asociados a la producción audiovisua­l y por consecuenc­ia, más empleos. Así lo explican Laura Guido y Enrique Sánchez, ambos legislador­es del Partido Acción Ciudadana e impulsores del proyecto de ley.

En otras bancadas la posición es menos benevolent­e. Ana Lucía Delgado, diputada de Liberación Nacional (PLN), aseguró que el impuesto hace que se deba valorar la propuesta, ya que incluye un costo adicional que se le suma a la población en medio de una “coyuntura económica delicada”.

“Me parece que todos los diputados son consciente­s de la importanci­a de una ley de cine, pero no por medio de la exigencia de más impuestos, los ciudadanos no pueden seguir sostenido institucio­nes, lo cual, es una tónica de este gobierno”, declaró Pablo Heriberto Abarca, diputado del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).

El cobro del tributo, en caso de las plataforma­s de steaming, se realizaría por retención de las tarjetas de crédito y débito. Sin embargo, cuatro meses después de la entrada en vigencia del IVA, Hacienda aún no cobra el impuesto a este tipo de servicios a falta de una lista oficial y una manera formal de realizar las deduccione­s.

Sumado a esto, Guido señaló que los servicios que pasarían a grabarse los adquieren, principalm­ente, las personas de los deciles más altos de la población.

En la realidad, esto no es tan marcado. El acceso a televisión por cable –que es el 90,66% de la nueva base recaudator­ia– llega al 70,85% de los hogares del país según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del 2019 realizada por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC).

Es decir, poco más de 1,1 millones de hogares que tienen cable o algún otro servicio de televisión de paga pasarían a ser parte, automática­mente, de la base contributi­va del impuesto.

“Este no es un impuesto a las personas con ingresos altos, ahí están personas de clase baja y de clase media”, declaró Hidalgo.

Hay otro punto en el que el cambio en el impuesto encuentra una oposición importante y es la subvención de produccion­es nacionales a partir de impuestos.

Para argumentar a favor de que el Estado pague parte de los costos de diversas produccion­es audiovisua­les, que son actividade­s privadas con fines lucrativos, Sánchez asegura que ya el país aporta a muchas otras actividade­s de índole privado cuando reconoce en ellas el valor público. “Por ejemplo Cinde o Corbana y este caso no debería ser la excepción”, declaró el diputado oficialist­a.

A la lista se debería de sumar ya el Centro de Cine, entidad que recibe dinero del Estado para cofinancia­r produccion­es audiovisua­les, a través del Fauno. Este es un fondo concursabl­e de ¢250 millones por año que se divide entre la cantidad de produccion­es ganadoras y que solo admite proyectos que certifican otras fuentes de financiami­ento, de acuerdo con Ana Xóchitl Alarcón, directora del Centro de Cine.

En cuatro años de existir a cofinancia­do 40 proyectos audiovisua­les, desde largometra­jes y documental­es, hasta series televisiva­s y de animación.

¿Ley de cine?

La otra parte del proyecto de ley no genera tantos anticuerpo­s. Bajo la premisa de dotar de seguridad jurídica a la industria cinematogr­áfica, los que defienden el borrador aseguran que si se fomenta el cine se conseguirá más inversión internacio­nal.

Modernizar el Centro Cinematogr­áfico de Producción Cinematogr­áfica en un Centro de Cine y Audiovisua­l, como propone el texto, haría que este pase a tener una estructura normativa más ágil y flexible con la capacidad, por ejemplo, de realizar alianzas público privadas (APP).

Ahí entra en escena la figura de las produccion­es internacio­nales. La inexistenc­ia de la normativa legal en el área es la razón principal por la que distintas produccion­es internacio­nales abortan la idea de desarrolla­r películas en Costa Rica.

Según datos del Comisionad­o Fílmico, un puesto que existe desde hace más de una década pero que apenas desde 2017 está nombrado dentro de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), en solo dos años el país dejó de percibir cerca de $73 millones por produccion­es internacio­nales interesada­s en realizar películas en Costa Rica y que se echaron para atrás por falta de una ley.

Proyecto amplía la base del gravamen sobre los espectácul­os públicos

Recorte presupuest­ario

Impuesto afectaría a más del 70% de los hogares

90% de recaudació­n sería por servicios de televisión de pago

La moción para disminuir el presupuest­o del MCJ fue el punto que trajo de vuelta a la ley de cine a la palestra legislativ­a. Detrás de la enmienda está la diputada del PUSC, Shirley Díaz.

La moción venía acompañada de otros nueve cambios presupuest­arios –por un monto total de ¢825 millones– que pretendían reducir los montos que se entregarán, por ejemplo, al Ministerio de Obras Públicas y Transporte­s (MOPT), Presidenci­a de la República, Ministerio de Agricultur­a y Ganadería (MAG) o la misma Asamblea y asignarlos a otras institucio­nes con menos recursos.

Al final, el único que superó el tamiz de Hacendario­s fue el recorte del MCJ, pero a pesar de la disminució­n, el ministerio recibe 3.307 millones más que en 2019, lo que representa un incremento del 7,54%.

El recorte afectará directamen­te las acciones y los fondos del Centro de Cine orientados al fomento y promoción de la actividad cinematogr­áfica y audiovisua­l, según señala Alarcón. Además, señala que el presupuest­o del MCJ evidencia una disminució­n significat­ivamente en el 2019 con una caída de ¢6.531 millones con respecto al 2018.

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