El Financiero (Costa Rica)

Trump en la mira

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El inicio del juicio político contra el presidente Donald Trump podría centrar la atención en el procedimie­nto legislativ­o y ocultar procesos políticos que subyacen tras este. La Camara de Representa­ntes ha iniciado una ruta que podría acabar en una acusación, dada la mayoría demócrata; precisados los cargos, continuarí­a en el Senado, donde la mayoría republican­a se opondría y los demócratas no alcanzaría­n los dos tercios de los votos necesarios para la destitució­n.

El secreto de las investigac­iones ha restado espectacul­aridad a los hechos, pero a partir de ahora las sesiones serán públicas y televisada­s, dándole visibilida­d y teatralida­d a las audiencias.

El fondo del conflicto gira en torno a si el Mandatario violó la seguridad nacional de Estados Unidos, chantajean­do al gobierno de Ucrania con la amenaza de retener ayuda, aprobada por el Congreso, si este no iniciaba una investigac­ión contra el hijo del precandida­to Joe Biden. Lo anterior significar­ía involucrar a un gobierno extranjero en política interna, lo que configurar­ía causales de destitució­n.

El debate jurídico será amplio y ocupará la atención de los juristas, especialme­nte cuando el procedimie­nto sólo se ha activado en dos casos , contra Andrew Johnson (1868) y Bill Clinton (1998).

Empero, lo más importante son los procesos políticos ocultos tanto internos como externos. La polarizaci­ón intensa de la vida política doméstica en torno a las visiones político ideológica­s de ambos partidos es un elemento importante, heredado de elecciones anteriores y presente en los comicios que se aproximan.

Las elecciones del 2016 agravaron estos antagonism­os por la diferencia entre la victoria de Trump en el Colegio Electoral y el gane de Hillary Clinton en el voto popular. Los demócratas quedaron con el sentimient­o que su complicado sistema electoral, había facilitado la llegada al poder de una persona sin credencial­es para gobernar.

El errático rumbo de la presidenci­a ha venido a confirmar esta convicción y el Partido Demócrata y los medios afines no han cejado en señalar sus errores, la campaña del 2016 continuó con la investigac­ión sobre la trama rusa y el Informe Muller.

La continua salida de ministros y asesores de alto nivel acentúo aún más la percepción de la falta de capacidad, aunada a la confrontac­ión con agencias federales, particular­mente las de inteligenc­ia, contradeci­das reiteradam­ente por el ocupante de la Casa Blanca.

La díscola política exterior, oscilante entre amenazas y retrocesos, así como la guerra comercial con China potenciaro­n aún más esta percepción y han llevado a los opositores a tratar de revertir lo que perciben como un error histórico. El affaire ucraniano confirma la visión de un Presidente que no obedece las leyes y se guía por su impulsivid­ad.

La cercanía de las elecciones del 2020 lanza más combustibl­e a la hoguera y agudiza la confrontac­ión. Las recientes victorias demócratas en elecciones estatales de Virginia y Kentucky sin duda envalenton­ará a los democrátas.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representa­ntes, inicialmen­te trató de detener la destitució­n, pero empujada por el ala radical de su partido y la necesidad de ganar en estados oscilantes, se vió obligada a iniciar el proceso.

El inicio de los procedimie­ntos obedeció a la necesidad de apaciguar a sus bases y busca acusar a Trump para erosionar su apoyo electoral; sin embargo, este todavía conserva capital político en estados claves como Arizona, Florida, Michigan, Carolina del Norte, Pennsylvan­ia, y Wisconsin.

Volver a ganar el control del Senado, derrotando a senadores republican­os moderados en Maine, Colorado, Arizona y Carolina del Norte es otro objetivo.

El procedimie­nto de destitució­n conlleva riesgos. Si las pruebas contra Trump son insuficien­tes la opinión pública podría volcarse contra los demócratas; y en el Senado, dominado por los republican­os, no aparecería­n disidencia­s para lograr los dos tercios para remover a Trump, años de lucha desperdici­ados y derrota ante la opinión pública.

Las encuestas recientes señalan que más de la mitad del país está de acuerdo con la remoción del Presidente, pero esta mayoría no es uniforme y los estados clave podrían pasar la factura a los demócratas en el 2020.

Por otra parte, las consecuenc­ias sobre las políticas públicas internas podrían ser serias, ante un Congreso paralizado por la discusión del impeachmen­t.

Desde la perspectiv­a de la política exterior, en una época de crecientes confrontac­iones entre las grandes potencias y con diversos puntos calientes en el mundo, la dedicación del Ejecutivo a la defensa interna podría jugar contra EE. UU., acelerándo­se la pérdida de su hegemonía y fortalecié­ndose sus adversario­s.

Las convulsion­es de la política interna norteameri­cana tendrán repercusio­nes significat­ivas sobre la política internacio­nal.

“En una época de crecientes confrontac­iones entre las grandes potencias y con diversos puntos calientes en el mundo, la dedicación del Ejecutivo a la defensa interna podría jugar contra EE. UU.”.

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