El entramado tras la fortuna de la mujer más rica de África
Isabel dos Santos, hija del expresidente de Angola José Eduardo dos Santos, afirma que es una mujer que se hizo a sí misma y que nunca se benefició del dinero del Estado
Era la fiesta a la que asisten los famosos durante el Festival de Cannes, donde la idea era dejarse ver. Una empresa suiza de joyería había rentado el fastuoso Hotel du CapEden-Roc, y había atraído a celebridades como Leonardo DiCaprio, Naomi Campbell y Antonio Banderas. La temática era “Amor en las rocas”.
Posando para las fotografías en el evento de mayo de 2017 estaba Isabel dos Santos, la mujer más rica de África e hija de José Eduardo dos Santos, el entonces presidente de Angola. Su esposo maneja la empresa de joyería De Grisogono a través de un conjunto impresionante de empresas fantasma en Luxemburgo, Malta y los Países Bajos.
Esta lujosa fiesta solo fue posible gracias al gobierno de Angola. El país es rico en petróleo y diamantes pero ha sido asolado por la corrupción y padece una pobreza absoluta, un analfabetismo generalizado y un alto índice de mortalidad infantil. Una agencia del gobierno había invertido más de $120 millones en esta empresa de joyería, pero en la actualidad enfrenta una pérdida total.
Dos Santos, cuya riqueza está calculada en más de $2.000 millones, afirma que es una mujer que se hizo a sí misma y que nunca se benefició del dinero del Estado. Pero en los últimos años, se ha visto un panorama diferente: se llevó una buena parte de la riqueza de Angola, casi siempre con decretos firmados por su padre. Adquirió participaciones en las exportaciones de diamantes del país, en su principal empresa de telefonía celular, en dos de sus bancos y en su cementera más grande, y se asoció con el gigante petrolero estatal para comprar la empresa petrolera más importante de Portugal.
Ahora, un acervo de más de 700.000 documentos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés), y compartidos con The New York Times, muestra la manera en que una red global de consultores, abogados, banqueros y contadores le ayudaron a amasar esa fortuna y depositarla en el extranjero. Algunas de las principales empresas de servicios profesionales del mundo —que incluyen a Boston Consulting Group, McKinsey & Co. y PwC— facilitaron su propósito de aprovecharse de la riqueza del país al prestarle su legitimidad.
El imperio que ella y su esposo construyeron se extiende desde Hong Kong hasta Estados Unidos, y comprende más de 400 empresas y subsidiarias. Entre estas compañías estaba la empresa suiza de joyería, cuyos registros y entrevistas revelan que era administrada por un equipo reclutado de Boston Consulting. La llevaron a la quiebra. Bajo su gestión, millones de dólares de los fondos estatales de Angola ayudaron a financiar las fiestas anuales en la Riviera Francesa.
Cuando Boston Consulting y McKinsey firmaron para ayudar con la restructuración de Sonangol, la empresa estatal petrolera de Angola, acordaron que se les pagaría de una manera poco común: no lo haría el gobierno, sino una compañía de Malta propiedad de dos Santos. Luego, su padre la puso a cargo de Sonangol y los pagos del gobierno aumentaron y se hicieron a través de otro corporativo extranjero, esta vez propiedad de un amigo de ella.
PricewaterhouseCoopers, que ahora se llama PwC, fungió como su asesor fiscal y de contabilidad y trabajó con al menos 20 empresas manejadas por ella o por su esposo. Sin embargo, de acuerdo con expertos en lavado de dinero y contadores forenses que analizaron los documentos recién obtenidos, hubo señales de alerta evidentes.
Ahora, más de dos años después de que su padre se retiró, luego de 38 años como dictador de Angola, dos Santos está en problemas.
El mes pasado, como parte de una investigación por corrupción, un tribunal de Angola congeló sus cuentas en el país junto con las de su esposo y las de un socio empresarial de Portugal. El fiscal general de Angola afirmó que la pareja era responsable de la pérdida de fondos gubernamentales por un valor de más de $1.000 millones.
Según el despacho del presidente de Angola, João Lourenço, si se les encuentra culpables, Dos Santos y su esposo podrían enfrentar una sentencia de varios años en prisión. En una entrevista con la BBC, dos Santos, de 46 años, negó cualquier acto indebido y calificó la investigación como “persecución política”. “Mis empresas tienen fondos privados, trabajamos con bancos comerciales, nuestras sociedades son sociedades privadas”, afirmó.
Su esposo, Sindika Dokolo, de 47 años, insinuó que el nuevo gobierno los estaba usando de chivos expiatorios. “No ataca a los agentes de empresas públicas acusados de malversación de fondos, sino solo a una familia que trabaja en el sector privado”, le dijo a Radio Francia Internacional, otro socio de ICIJ.
Los bancos de presencia global, incluyendo a Citigroup y a Deutsche Bank, sujetos a normas estrictas con respecto a clientes con vínculos políticos, se rehusaron a trabajar con esa familia en los últimos años. Las empresas de consultoría, menos reglamentadas que los bancos, se apresuraron a captar sus negocios.
En las sombras
De Grisogono, una empresa suiza de joyería, estaba casi acabada. Sus negocios nunca se habían recuperado por completo de la crisis financiera global, y para 2012, estaba sumamente endeudada.
Parecía que Dokolo, el marido de dos Santos, le ofrecía una salida. Se asoció con Sodiam, la empresa gubernamental comercializadora de diamantes, en una operación a partes iguales acordada en Malta en la que adquirían el control de la empresa de joyería. De acuerdo con los registros, Sodiam finalmente inyectó más de 120 millones de dólares al negocio en adquisición de capital y compra de deuda.
Con el dinero de Angola, la compañía de joyería de Ginebra contrató a Boston Consulting Group, una empresa de administración estadounidense con oficinas en más de 50 países.
Según los documentos, en 2012, un equipo de la empresa con oficinas en Lisboa, asumió el papel principal para ayudar a manejar De Grisogono: “administración en las sombras” como dijo en noviembre John Leitão, un empleado de Boston Consulting que se convertiría en el ejecutivo principal de la empresa de joyería, en una entrevista en Lisboa.
Leitão señaló que De Grisogono tuvo una racha de mala suerte, debida a presiones económicas que afectaron a los oligarcas rusos y a los jeques sauditas que habían sido clientes muy importantes. Sin embargo, los documentos indican que muchos clientes ricos, incluyendo a dos Santos y su esposo, adquirían joyas y relojes de pulsera sin pagarlos. De acuerdo con una presentación interna, los gastos de mercadotecnia también se dispararon: 42% durante el primer año de Leitão a $1,7 millones, incremento que se reflejó en la fiesta de Cannes.
El pueblo de Angola hizo más que pagar a un precio muy alto una empresa de joyería europea. Pagó con dinero que pidió prestado a una tasa de interés anual del 9% al Banco BIC, una entidad crediticia de Angola donde dos Santos tiene una participación del 42,5%.
BANCOS GLOBALES, COMO CITIGROUP Y A DEUTSCHE BANK, SUJETOS A NORMAS ESTRICTAS CON RESPECTO A CLIENTES CON VÍNCULOS POLÍTICOS, SE REHUSARON A TRABAJAR CON LA FAMILIA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS. LAS EMPRESAS DE CONSULTORÍA CAPTARON LOS NEGOCIOS.