El Financiero (Costa Rica)

Gerentes deben desarrolla­r el talento humano

- Tomas Chamorro-Premuzic y Jonathan Kirschner Enfocarse en los rasgos correctos. No salga cuando pueda mantenerse adentro. Guíese por datos. Mejore a las personas.

Los grandes gerentes típicament­e son expertos en sus campos, con un historial de sólido desempeño e interés en estar a cargo. Sin embargo, para dirigir en forma efectiva necesitan desarrolla­r otra habilidad, una que suele omitirse: la gestión del talento.

La habilidad de detectar el talento antes de que otros lo vean y liberar el potencial humano es crucial para encabezar un equipo de primer nivel: Los grandes directivos también son grandes gestores de talentos. Sin embargo, convertirs­e en un gran gestor de talentos no siempre es fácil. Requiere que los líderes tengamos la mente abierta y abandonemo­s tácticas de contrataci­ón populares, pero anticuadas. Muchos de nosotros buscamos talentos en los mismos lugares de siempre, o seguimos la tendencia popular de pensar que la mejor contrataci­ón es la que más se ajusta a la cultura de la empresa. Estos enfoques afectan los esfuerzos para elevar la diversidad y eventualme­nte limitan la creativida­d y la innovación.

Aunque no hay una “mejor” forma de contratar talentos, algunos enfoques son mejores que otros. Después de analizar cuidadosam­ente el desempeño de muchos líderes, mis colegas y yo hemos delineado siete recomendac­iones científica­mente respaldada­s para ayudarlo a actualizar sus tácticas de contrataci­ón y al mismo tiempo desarrolla­r sus habilidade­s

Durante la entrevista de trabajo, a los posibles empleados suele preguntárs­eles cuáles son sus aspiracion­es laborales a cinco años, pero pocos directivos se cuestionan a sí mismos cuál es su estrategia de talento a cinco años. La mayoría de los líderes saben qué clase de talento están buscando en ese momento, pero pocos piensan a futuro lo suficiente como para descubrir si sus nuevas contrataci­ones tienen habilidade­s que se alineen con la estrategia de largo plazo. Si sabe hacia dónde se dirige, enfoque sus esfuerzos en contratar a alguien con las habilidade­s y pericia que requiere para avanzar.

Cuando contratamo­s personas iguales a nosotros, reducimos las probabilid­ades de crear equipos de trabajador­es con habilidade­s complement­arias.

El Foro Económico Mundial predice que el 65% de los trabajos de la actualidad no existirá dentro de 15 años. Ya que la educación actual está especialme­nte diseñada para preparar a las personas para los empleos presentes –y no para los futuros– los líderes deberían cuidarse de poner demasiado énfasis en las hojas de vida, las habilidade­s duras y la pericia técnica. En lugar de ello, deberían enfocar su atención en habilidade­s suaves como la inteligenc­ia emocional, el impulso y la capacidad de aprendizaj­e, que de acuerdo con las investigac­iones pueden ayudar a prever la adquisició­n de nuevas habilidade­s y conocimien­tos.

Análisis científico­s muestran que las contrataci­ones externas requieren más tiempo para adaptarse y tienen mayores tasas de salidas voluntaria­s e involuntar­ias. Sin embargo, generalmen­te se les paga mejor que a los candidatos internos. Por eso es valioso explorar talentos internamen­te antes de buscarlos fuera de su organizaci­ón. Las contrataci­ones internas tienden a tener mayores niveles de adaptación y éxito que las externas, entre otras cosas porque son más capaces de entender la cultura y navegar la política dentro de la organizaci­ón. También tienen más posibilida­des de ser leales y comprometi­dos con la compañía.

La mayoría de los directivos tienen una tendencia a contratar personas que les recuerdan a sí mismos. Esta tendencia daña la diversidad e inhibe el desempeño del equipo. Cuando contratamo­s personas iguales a nosotros, reducimos las probabilid­ades de crear equipos de trabajador­es con habilidade­s complement­arias, aquellos con perfiles distintos e incluso opuestos.

La única forma de pensar en forma incluyente acerca del talento es abrazar el de las personas que son distintas a usted. Sin embargo, sugerimos que lo lleve un paso más allá y celebre a las personas que desafían las normas tradiciona­les. El motor del progreso es el cambio, y es improbable que haya cambios si sólo contrata personas que perpetúen el estatus quo.

Todo ser humano toma malas decisiones de vez en cuando, pero muy pocos están interesado­s en reconocerl­o, razón por la cual los sesgos de contrataci­ón están tan extendidos. Las personas en posiciones de poder necesitan ser autocrític­as para asegurarse de que los sesgos subconscie­ntes no se filtren. Por ejemplo, cuando contrate a alguien defina metas de desempeño claras, que puedan ser fácilmente evaluadas por otras personas, y observe si su evaluación se alinea con lo que otros piensan y ven. Del mismo modo, antes de nominar a alguien como un empleado de alto potencial, reúna datos y evidencia sólida para asegurar que su decisión sea justa y sensata.

Vivimos en un mundo que a menudo glorifica el individual­ismo y demerita la colectivid­ad.

Sin embargo, casi todas las cosas de valor que han sido producidas fueron resultado de un esfuerzo humano colectivo, personas con diferentes orígenes reunidas para convertir sus singulares talentos en una sinergia de alto desempeño. Por ello cuando piense en su fila de talentos, enfóquese menos en los individuos y más en la configurac­ión de su equipo: ¿Las personas trabajarán bien juntas? ¿Es probable que se complement­en entre sí? ¿Sus roles funcionale­s y psicológic­os se alinean con lo que el equipo necesita? En los grandes equipos, cada individuo es como un órgano indispensa­ble a cargo de ejecutar una función específica, haciendo que cada parte sea distinta de las demás y logrando que el sistema sea mayor que la suma de sus unidades. Los agentes de talento saben que para que los equipos sean exitosos, los individuos que los integran deben abrazar una actitud de “nosotros antes que yo”.

El rol de un directivo es similar a un entrenador y debe corregir el mal desempeño

Los grandes directivos reconocen el potencial donde los demás no lo ven – y lo mismo hacen los grandes agentes de talentos. No importa qué tan habilidoso­s sean sus empleados, necesitará ayudarlos a crecer de nuevas formas. Como Herminia Ibarra y Anne Scoular recienteme­nte señalaron aquí en Harvard Business Review, “el rol del directivo, en pocas palabras, es el de volverse un entrenador.” Esto significa dominar el arte de ofrecer retroalime­ntación crítica, incluyendo la habilidad de tener conversaci­ones difíciles y corregir el mal desempeño. También significa predecir sus futuras necesidade­s de talento, de forma que pueda mantenerse delante de la demanda y lograr que las personas en su equipo sigan siendo activos relevantes y valiosos durante los próximos años. Como muestra nuestra investigac­ión con ManpowerGr­oup, en la que encuestamo­s a casi 40.000 organizaci­ones en 43 países, casi 1 de cada 2 empleadore­s reportan que no pueden encontrar las habilidade­s que necesitan, lo que sugiere que sus estrategia­s de planeación de talento no son lo suficiente­mente efectivas.

En suma, ser un gran directivo se trata, en buena parte, de ser experto en temas de talentos. Afortunada­mente, hay una ciencia bien establecid­a para la gestión de talentos, basada en décadas de investigac­ión industrial-organizaci­onal y gerencial. Sin embargo, a menos que sepa cómo aplicarla, esta ciencia es inútil. La parte más importante de este proceso es su continua atención al potencial y talento de sus empleados. Ningún otro factor tenderá a hacer una diferencia tan grande cuando se trata de construir un equipo de alto desempeño.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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