El Financiero (Costa Rica)

Tecnología del reconocimi­ento facial llega a las escuelas

Los oponentes aseguran que las inquietude­s que provoca este sistema son más preocupant­es cuando se trata de niños

- Davey Alba

Jim Shultz hizo todo lo que pudo para evitar que la tecnología de reconocimi­ento facial entrara en las escuelas públicas de Lockport, una pequeña ciudad ubicada a 32 kilómetros de las cataratas del Niágara. En un grupo de Facebook llamado Lockportia­ns, realizó publicacio­nes sobre el tema. Escribió un artículo de opinión en The New York Times. Presentó una petición ante el superinten­dente del distrito, donde su hija cursa el bachillera­to.

Sin embargo, hace unas semanas, perdió. El distrito escolar de la ciudad de Lockport recurrió a la tecnología para monitorear a las personas que están en las propiedade­s de sus ocho escuelas, y se convirtió en el primer distrito de escuelas públicas en Nueva York, así como en uno de los primeros de la nación, en adoptar el reconocimi­ento facial.

Según Shultz, de 62 años, el distrito convirtió a nuestros hijos “en ratas de laboratori­o de un experiment­o de alta tecnología sobre la invasión de la privacidad”.

La decisión enfatiza cómo se está propagando el reconocimi­ento facial en Estados Unidos y cómo se está desplegand­o por el país mediante nuevos mecanismos, aunque los funcionari­os públicos recurren a la tecnología en nombre de la seguridad pública.

Algunas ciudades, como San Francisco y Somerville, Massachuse­tts, han impedido que sus gobiernos usen la tecnología, pero son las excepcione­s. Tan solo en el último año, más de 600 agencias de seguridad comenzaron a utilizar la tecnología de una empresa, Clearview AI. Los aeropuerto­s y otros lugares públicos, como el Madison Square Garden en Manhattan, también la han adoptado.

Las escuelas son un nuevo frente, y el debate que tuvo lugar en Lockport encapsula el furor en torno a la tecnología. Sus defensores la describen como una herramient­a crucial para combatir el crimen, para evitar los tiroteos masivos y para detener a los depredador­es sexuales. Robert LiPuma, el director de tecnología del distrito escolar de la ciudad de Lockport, señaló que creía que, si la tecnología hubiera estado instalada en el bachillera­to Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, el ataque mortal de 2018 tal vez nunca habría ocurrido.

“Habría sido un alumno expulsado que hubiera estado en el sistema, y se supone que estas personas no deben estar en las instalacio­nes de la escuela”, comentó LiPuma. “Entró por una puerta abierta. En cuanto se coló, el sistema lo habría identifica­do”.

Sin embargo, los oponentes como Shultz aseguran que las inquietude­s que provoca el reconocimi­ento facial —en específico las relacionad­as con la privacidad, la precisión y los prejuicios raciales— son incluso más preocupant­es cuando se trata de niños.

“Someter a niños de 5 años a esta tecnología no será seguro para nadie y no podemos permitir que una vigilancia invasiva se vuelva la norma en nuestros espacios públicos”, comentó Stefanie Coyle, consejera educativa de la Unión de Libertades Civiles de Nueva York. “Recordarle a la gente sus peores miedos es una táctica decepciona­nte, diseñada como distracció­n para no mencionar que este producto es discrimina­torio, poco ético y no es seguro”.

De acuerdo con LiPuma, cuando el sistema está encendido, el software observa los rostros captados por los cientos de cámaras y calcula si esas caras coinciden con una lista de “personas de interés” elaborada por los administra­dores escolares.

En esa lista se encuentran los agresores sexuales de la zona, gente que tiene prohibido observar estudiante­s a causa de una orden de restricció­n, exempleado­s que se les prohibió visitar las escuelas y otras “amenazas creíbles” a juicio de las agencias de seguridad.

Buscar armas

Si el software detecta a una persona de la lista, el sistema Aegis envía una alerta a uno de los 14 miembros del personal de seguridad que Lockport contrató de medio tiempo o tiempo completo, señaló LiPuma. Entonces, el monitor humano busca la fotografía de la persona en la base de datos para “confirmar” o “rechazar” que coincide con el individuo que captó la cámara.

Si el operador rechaza la coincidenc­ia, se descarta la alerta. Si se confirma, se emite otra alerta a un puñado de administra­dores del distrito, quienes deciden qué

Jayde McDonald, licenciada en Ciencias Políticas por la Universida­d Estatal de Búfalo, fue una de los pocos estudiante­s afrodescen­dientes en las escuelas públicas de Lockport. McDonald comentó que considerab­a demasiado riesgoso que la escuela instalara un sistema de reconocimi­ento facial capaz de llamar a la policía de forma automática.

“Debido a que los porcentaje­s de coincidenc­ias falsas son tan altos, esto podría derivar en situacione­s muy peligrosas y completame­nte evitables”, señaló McDonald.

McDonald agregó que creía que los policías iban a “hacer todo lo posible para detener a un sospechoso”, aunque esa persona fuera un joven estudiante en una escuela.

Quienes se oponen a la nueva tecnología depositan sus esperanzas en los abogados estatales. En abril del 2019, la asambleíst­a Monica Wallace, demócrata de Lancaster, presentó un proyecto de ley para obligar a Lockport a detener el uso del reconocimi­ento facial durante un año mientras el Departamen­to Estatal de Educación estudia la tecnología.

El proyecto de ley fue aprobado sin mayores problemas en la Asamblea, pero no lo aceptó el Senado.

La tecnología también llevará a cabo escaneos en busca de armas. Si el sistema de monitoreo confirma que se detectó una, se emitirá una alerta automática a los administra­dores y al departamen­to de policía“.

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