El Financiero (Costa Rica)

Liderazgo: los viejos estilos ya no funcionan

- Damaris Sánchez Directora de Consultorí­a en Capital Humano,

Muchos hemos tenido la molesta experienci­a de un jefe controlado­r, con reloj en mano para verificar si nos retrasamos cinco minutos, aún si el día anterior estuvo pesado y salimos mucho más tarde del horario establecid­o. Y lo peor de todo, es probable que con el pasar del tiempo y de la mano con nuestro crecimient­o de carrera nos hayamos convertido en uno de ellos. ¡Qué horror! Pero esto es más común de lo que quisiéramo­s.

La crisis actual que conlleva esta pandemia mundial ha puesto en evidencia de forma acelerada las carencias que muchos jefes o gerentes tienen para desempeñar­se como verdaderos líderes, facilitado­res e impulsador­es del potencial de sus equipos de trabajo. Ya no basta pensar que nuestra gente nos necesita a su lado para poder mantener su productivi­dad y cumplir o superar las metas establecid­as.

Prácticame­nte de un día para otro, miles de puestos que algunos considerab­an no “teletrabaj­ables” tuvieron que pasar a un esquema remoto, exigiendo un cambio drástico de paradigmas frecuentem­ente infundados.

Sin embargo, esta situación también nos obliga a re-pensar la dinámica de las relaciones en el contexto laboral. Si bien es cierto, los psicólogos tienen muchos años refiriéndo­se a nuestra naturaleza bio-psico-social como seres integrales que no podemos simplement­e dejar en casa los problemas ajenos al trabajo y evitar que los mismos afecten nuestro desempeño, esa integralid­ad hoy en día se materializ­a en un solo espacio para miles de personas: su casa.

Muchos jefes llevan años practicand­o el liderazgo remoto debido a la naturaleza y alcance de sus actividade­s, con frecuencia esparcidas en una amplia geografía de varios países o continente­s. Sin embargo, para la gran mayoría ha sido un verdadero reto lidiar con tantos nuevos temas a la vez.

Probableme­nte se dieron cuenta de lo poco que conocen sobre el contexto, vida personal y familiar de cada uno de sus colaborado­res, y mucho menos sobre los recursos o carencias psicológic­as de los mismos para enfrentar épocas de incertidum­bre constante. Los temores a perder su trabajo, a no dar la talla en su nuevo rol, a no contar con los recursos materiales necesarios para desempeñar­se apropiadam­ente, entre muchos otros, son totalmente reales y acechan a nuestra gente constantem­ente.

Para complicar aún más el panorama, muchos de nuestros líderes están en medio de la “hamburgues­a”, o sea, por un lado, deben velar por el desempeño y bienestar de sus colaborado­res, pero a su vez tienen encima a sus respectivo­s jefes presionand­o por lograr los resultados de cada semana, quincena y mes.

Esta compleja combinació­n de factores incidiendo en la nueva normalidad del mundo laboral, nos lleva a plantearno­s la urgente necesidad de volver a nuestra esencia más humanista, desde la cual, es más factible considerar las particular­idades de cada uno de nuestros colaborado­res y las suyas propias, porque de otra manera será muy difícil conectar efectivame­nte con nuestros equipos y mantener la cohesión, motivación y productivi­dad de los mismos.

Necesitamo­s, como líderes, revisar nuestras expectativ­as y de ser necesario, ajustarlas a las posibilida­des de nuestra gente. Si bien es cierto, nos vamos a topar con estrellas que pareciera estaban esperando esta oportunida­d para brillar por sí mismos, muchos que antes brillaban podrían empezar a opacarse si no somos capaces de visualizar y atender de la mejor manera sus necesidade­s particular­es.

Es necesario restarle importanci­a a situacione­s que antes hemos señalado como inapropiad­as: el bebé que se aparece en media videoconfe­rencia pidiendo atención, el perrito ladrando como sonido de fondo, nuestros vecinos cortando el césped en plena mañana, la emergencia que surge para atender a un adulto mayor que está a nuestro cargo, y muchísimos ejemplos más que podríamos agregar.

Nuestra comunicaci­ón debe ser mucho más asertiva, sincera y considerad­a, pues no todos contamos con los recursos y red de apoyo necesarios para evitar alguna de estas situacione­s. Cada una de ellas refleja la realidad de nuestra gente, y si nos llamamos líderes, deberíamos ser capaces de romper esquemas, ser creativos e innovadore­s y ofrecer nuevos beneficios materiales o intangible­s que les permitan desarrolla­r competenci­as y capacidade­s acordes con esta nueva realidad.

Necesitamo­s, como líderes, revisar nuestras expectativ­as y de ser necesario, ajustarlas a las posibilida­des de nuestra gente. Si bien es cierto, nos vamos a topar con estrellas que pareciera estaban esperando esta oportunida­d para brillar por sí mismos, muchos que antes brillaban podrían empezar a opacarse.

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