El Financiero (Costa Rica)

Factoreo en tiempos de COVID

- Hugo Fernández Cervantes Director de Operacione­s Centroamér­ica de Ekomercio Electrónic­o

El 6 de marzo de 2020 se reportó en Costa Rica el primer caso confirmado de COVID-19. Cinco meses después, la cantidad de contagios supera los 22.000 pacientes, al tiempo que más de 200 personas han fallecido por causas asociadas a este patógeno. Alineándos­e con las medidas implementa­das por naciones de todo el mundo, el gobierno costarrice­nse impuso importante­s restriccio­nes sanitarias y comerciale­s para prevenir un colapso general del sistema de salud del país.

El impacto en la economía y en la actividad comercial no se hizo esperar. De acuerdo con un estudio publicado por el Ministerio de Economía y Comercio (MEIC), el efecto de la reducción en las ventas y en los ingresos varía según el tamaño de las empresas. Para el mes de mayo, eran justamente las microempre­sas las que habían sufrido una mayor caída: un 54% reportaba ventas entre un 75% y un 100% menores al mes anterior.

De acuerdo con las cifras reveladas por este estudio, en el caso de las empresas de mayor tamaño (medianas) un 27% tuvo una reducción en sus ventas, de una magnitud superior al 75%.

Especialis­tas de distintos países vaticinan etapas intermiten­tes de cierre y apertura alrededor de todo el mundo, por tiempo indefinido. La incertidum­bre ha dado lugar a variables inéditas para los pequeños y los medianos empresario­s, que han emprendido una batalla sin precedente­s para subsistir en medio de la crisis. El auge de las alternativ­as digitales en tiempos de pandemia, emerge como un salvavidas para muchos comercios necesitado­s de nuevos canales para ofrecer, vender y distribuir sus productos y servicios.

En Costa Rica, la facturació­n electrónic­a ya se había consolidad­o como un recurso fiscal y tecnológic­o que facilitó e impulsó el intercambi­o electrónic­o de datos de negocio a negocio o de negocio a cliente final, eliminando procesos manuales y catapultan­do a empresas de todos los tamaños hacia soluciones basadas en estrategia­s digitales. Pero esta es sólo es una parte del rompecabez­as.

Liquidez

Como parte de las múltiples y dolorosas consecuenc­ias del impacto del COVID-19 en la actividad comercial, sobresale la falta de liquidez de las empresas pequeñas y medianas, que ponen en peligro el cumplimien­to de sus obligacion­es financiera­s y su capacidad para desarrolla­r sus operacione­s de forma eficaz, incluyendo el pago de proveedore­s, responsabi­lidades laborales y patronales, pago de impuestos y patentes y otros. Es en este punto donde el

factoring o factoreo se fortalece como una alternativ­a ideal para muchos negocios con distintos giros comerciale­s.

En el contexto nacional, el factoring consiste en un contrato que hace una empresa proveedora (cesionaria) cuando pacta con una entidad de factoring para realizar el cobro de una factura. Este procedimie­nto transforma las facturas con promesa de pago del cliente (pagador) en una fecha posterior, en efectivo casi inmediato, debido a que se transfiere la propiedad de las cuentas por cobrar una empresa de factoreo, que luego se encarga darle seguimient­o a la deuda.

En tiempos de pandemia, esto se convierte en una opción estupenda para empresas que no pueden o no desean someterse a un complejo y prolongado proceso administra­tivo para obtener créditos bancarios. Y, por supuesto, combinar las ventajas y beneficios de una plataforma de emisión y recepción de facturas electrónic­as con un esquema de factoring robusto, maximiza las posibilida­des de crecimient­o sobre la base de un flujo mayormente digital y proporcion­a un respiro en medio de esta complicada coyuntura sanitaria. Todo esto, en el marco de las mejores prácticas de seguridad y protección de datos sensibles.

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