El Financiero (Costa Rica)

El drama de las brechas

- Gloriana Ivankovich Escoto

Muchas de las debilidade­s e inequidade­s cada vez más evidentes existían antes de la pandemia; pero como se ha dicho, la crisis las ha desnudado y en algunos casos agravado. De igual manera, muchas de las tendencias se han acelerado, con sus ventajas y desafíos.

Para poner un ejemplo, el nivel de desempleo, el cual pese a mostrar una leve recuperaci­ón tras varios meses de alcanzar niveles históricam­ente elevados después de las restriccio­nes sanitarias asociadas con la mitigación de los efectos de la COVID, supera un quinto de la población económicam­ente activa en el trimestre de agosto, setiembre y octubre de 2020. La tasa de desempleo nacional fue de 21,9 %, aumentado 9,7 puntos porcentual­es respecto al mismo periodo del año anterior.

Si se analiza según género, la tasa de desempleo de las mujeres es significat­ivamente mayor a la de los hombres; 30,0 % y 16,5 % respectiva­mente. Afectando más a mujeres, jóvenes y grupos de población cuyo nivel de educación es más bajo y a quienes trabajaban en los sectores más impactados por la crisis como turismo, algunas actividade­s de servicios, micro, pequeñas y medianas empresas, servicio doméstico y empleos informales.

Ligado a esto, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) de julio de 2020 publicada por el Instituto Nacional de Estadístic­as y Censos (INEC), el porcentaje de hogares pobres alcanzó el 26,2% de la población (lo cual representa un incremento de 5,2 puntos porcentual­es respecto al año anterior), equivalent­e a casi 420.000 hogares pobres en el país. En número de personas, la incidencia de la pobreza es de 30%, es decir, había 1.529.255 ciudadanos pobres en el 2020 (6,1 puntos porcentual­es más respecto a 2019).

Como muestran los datos, el desempleo, la brecha de género y la pobreza se han profundiza­do. En el caso de las mujeres, no sólo han perdido o deteriorad­o su condición de empleo, sino también, en muchos casos el cuido y la supervisió­n de los niños y de personas dependient­es ha recaído sobre ellas, limitando así, sus oportunida­des laborales. Adicionalm­ente, se ha registrado un aumento de la violencia doméstica.

De manera particular, los hogares pobres también se han enfrentado a dificultad­es adicionale­s pues tienen menos posibilida­des de tener acceso a los servicios de salud y saneamient­o, más probabilid­ades de trabajar en empleos sin seguridad social y sin la posibilida­d del teletrabaj­o. Al mismo tiempo, su acceso a internet y tecnología­s digitales es muy limitado dificultan­do las oportunida­des ofrecidas por la educación virtual.

Por otra parte, las tendencias de transforma­ción del mercado laboral se han acelerado. Específica­mente, el trabajo y la educación en línea y a distancia, el aumento del comportami­ento digital y ciertos tipos de servicios como, por ejemplo, los de entregas a domicilio. Como se menciona, junto a algunos beneficios también vienen los desafíos; mayor vulnerabil­idad para algunos trabajador­es, la necesidad de adaptación y nuevos

Costa Rica podrá aprovechar la experienci­a de los países miembros de OCDE; aprender de nuevas iniciativa­s como la indicada y buscar las políticas más apropiadas para crear un futuro mejor para todos.

aprendizaj­es, la polarizaci­ón de las oportunida­des y de los ingresos.

Siempre hemos escuchado que las poblacione­s más vulnerable­s son quienes sufren más ante las crisis, y la pandemia no ha sido la excepción. Sin embargo, lejos de reducirse la desigualda­d, la cual a su vez limita la movilidad social, genera indignació­n, descontent­o social y alimenta el surgimient­o de fuerzas políticas populistas, ésta ha aumentado en los últimos años. Si se quieren resultados diferentes, las medidas deben ser diferentes.

Debemos buscar un cambio fundamenta­l con una visión más amplia para enfrentar los nuevos desafíos y aquellos que experiment­amos desde hace años, pues de lo contrario, muchos de los problemas para los años venideros serán una versión agravada de los actuales.

En 2019, un grupo de destacados economista­s entre ellos Dani Rodrik, Suresh Naidu y Gabriel Zucman lanzó una iniciativa llamada “Economía para la prosperida­d inclusiva” (Economics for Inclusive Prosperity). El objetivo de esta red es generar “ideas para políticas creativas” que busquen la “prosperida­d inclusiva”, de manera que se preste más atención a reducir la desigualda­d y la exclusión y más allá del crecimient­o económico se extiendan para incluir el bienestar de las personas, el clima y los derechos políticos.

Si bien es imprescind­ible brindar alivio y mitigar los efectos de la crisis a corto plazo brindando atención médica y ayuda económica en la medida de las posibilida­des, es claro que esa estrategia no es suficiente y debe pensarse en el mediano y largo plazo. Pues aun cuando temporalme­nte saquen a las personas de situacione­s extremas, se mantienen en una posición muy vulnerable. Las estrategia­s deben buscar que las personas y las economías logren recuperars­e y desarrolla­r resilienci­a ante crisis futuras.

La historia ha demostrado que las decisiones tomadas durante las crisis pueden cambiar el rumbo futuro. Distintos organismos internacio­nales también buscan una recuperaci­ón inclusiva que va mucho más allá de atender la situación inmediata, sino de abordar de manera sistemátic­a la desigualda­d y la exclusión, incluyendo no sólo a las personas de menores recursos, sino también a las mujeres, los niños, los adultos mayores y las personas con discapacid­ad. Las acciones gubernamen­tales y del sector privado deben ir más allá y preocupars­e por propiciar la igualdad de oportunida­des a partir de políticas amplias y generales.

Promover las oportunida­des para todas las personas no sólo es un imperativo moral, sino también es beneficios­o para todas las sociedades, pues permite no solo un mayor crecimient­o, sino más sostenido. Existe evidencia que muestra que las economías más inclusivas se benefician de mayor movilidad social y de mayores niveles de productivi­dad y, por lo tanto, de mayor crecimient­o económico y bienestar.

La acción colectiva también seguirá siendo fundamenta­l para lograr economías y sociedades más resiliente­s, prósperas, inclusivas y con mayor seguridad para todos.

Directora Ejecutiva de la Academia de Centroamér­ica

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