El Financiero (Costa Rica)

Juicios eternos

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En nuestro editorial anterior hacíamos referencia a la poca eficacia del sistema de control interno de las institucio­nes, incluyendo las auditorías internas y su organismo rector, la Contralorí­a General de la República, para detectar a tiempo situacione­s como las que han salido a la luz en el caso Cochinilla.

En ese caso la investigac­ión se originó en el Poder Judicial, lo cual es digno de destacar, aunque no ha sido lo común. Lo común ha sido que los grandes escándalos de corrupción salgan a la luz como resultado de investigac­iones de la prensa, lo que nos recuerda la gran importanci­a de una prensa libre y acuciosa.

¿Qué podemos esperar del Poder Judicial en cuanto al avance de la investigac­ión y el enjuiciami­ento de este tipo de conductas? ¿Podemos esperar que se cumpla el principio constituci­onal de justicia pronta y cumplida? Lamentable­mente, si nos guiamos por lo que ha ocurrido en otros casos y datos del Programa Estado de la Nación, no mucho. Algunos abogados estiman en hasta una década el plazo para que un caso como este llegue a juicio, más los plazos adicionale­s propios de los recursos de apelación y casación.

Como informamos en un reportaje sobre el tema en nuestra edición anterior, diversos factores inciden en esta situación. El presidente de la Corte Suprema de Justicia menciona problemas de recursos, poca capacitaci­ón de expertos y algunas deficienci­as de los procesos, así como la diferencia entre la percepción noticiosa de un caso y las pruebas necesarias para formalizar una acusación y llegar a un debate.

Abogados penalistas consultado­s destacan las complejida­des de los casos de delincuenc­ia de cuello blanco, pues involucran un gran volumen de prueba documental, estudios financiero-contables y análisis forense de contratos y actuacione­s. Además, se considera que el sistema penal no está diseñado para lidiar con casos de gran magnitud.

Un ejemplo es el caso La Trocha, que salió a la luz en mayo de 2012 cuando la presidenta Laura Chinchilla denunció que funcionari­os del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) habían recibido supuestas dádivas de empresario­s en la construcci­ón de la Ruta Nacional 1856, en la zona fronteriza con Nicaragua. La Expresiden­ta y otros altos funcionari­os fueron exonerados. Al final irán a juicio 13 personas y se estima que el debate oral y público podría realizarse en el 2023, más de una década después de que estalló el caso.

Otros ejemplos son el caso más reciente conocido como Cementazo, que trascendió en la administra­ción del expresiden­te Luis Guillermo Solís, cuya investigac­ión se abrió en octubre del 2017 y en el que se anunciaron las primeras acusacione­s hace algunos días. También los casos Caja-Fischel, que involucró al expresiden­te Rafael Angel Calderón, e ICE-Alcatel, que involucró al expresiden­te Miguel Angel Rodríguez, rondaron o superaron una década entre el inicio de la investigac­ión y la resolución final.

Según el Tercer Informe Estado de la Justicia del Programa Estado de la Nación, publicado en el 2020, un análisis de 370 expediente­s sobre delitos de corrupción cerrados en el 2017, muestra una tasa del 7% que llegan a sentencia, una tasa aún menor del 3% de condenas, duraciones extensas de los casos y riesgos importante­s de desestimac­iones por prescripci­ón o basadas en argumentac­iones anómalas.

Todo esto afecta seriamente la imagen del Poder Judicial y contribuye a una percepción de impunidad entre la población. Pero, por otro lado, afecta también gravemente a las personas investigad­as, muchas de las cuales terminan siendo exoneradas después de años, incluso sin siquiera tener que llegar a la etapa de juicio.

Según el Estado de la Nación, uno de los reclamos más recurrente­s de la población al Poder Judicial es la lentitud que caracteriz­a los procesos relacionad­os con casos de corrupción. La percepción mayoritari­a es que los juzgados en general están saturados y que el Poder Judicial no garantiza justicia pronta y cumplida. Y el problema no se limita a la jurisdicci­ón penal y a casos de corrupción, sino que es común a otras jurisdicci­ones como la contencios­oadministr­ativa, la civil y la cobratoria. Incluso, la jurisdicci­ón laboral, remozada a partir del 2017 con la reforma procesal, ya muestra signos de saturación.

No hay duda de que casos como Cochinilla, que apenas está empezando, son muy complejos, y hay que reconocer que la investigac­ión salió del Poder Judicial. Sin embargo, de tan importante poder de la República esperamos mayores esfuerzos para mejorar su gobernanza y funcionami­ento, introducir mayor celeridad, hacer efectiva la justicia pronta y cumplida y recuperar credibilid­ad ante la población. Pulsos de poder a ultranza en la cúpula judicial, falta de cuidado en nombramien­tos clave como el de fiscal general, centrarse en defender pluses salariales por encima del interés nacional, no son la mejor forma de lograrlo.

“Todo esto afecta seriamente la imagen del Poder Judicial y contribuye a una percepción de impunidad entre la población. Pero, por otro lado, afecta también gravemente a las personas investigad­as, muchas de las cuales terminan siendo exoneradas después de años, incluso sin siquiera tener que llegar a la etapa de juicio.”

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