El Financiero (Costa Rica)

Etiquetado ambiental de productos

- Jéssica Castro

Durante este tiempo de pandemia, la sociedad ha estado inmersa en una situación nueva, donde muchos hemos tomado algún tiempo para evaluar nuestras prioridade­s y el cómo nuestras acciones repercuten en nuestro ambiente y respecto a los otros.

Esto ha dado aún más relevancia a temas de perspectiv­a ambiental, y se han generado nuevas exigencias y dudas de los consumidor­es. El Future Consumer Index, el cual realiza un seguimient­o periódico de los cambios en el sentimient­o y comportami­ento de los consumidor­es, expuso que el 84% de los consumidor­es indicó que la sostenibil­idad es importante cuando realizan sus decisiones de compra, pero que es más costoso adquirir este tipo de productos.

Al respecto, el mercado ha reaccionad­o y hemos visto como actualment­e se observa una amplia gama de sellos o etiquetas que nos indican que los productos cumplen con brindar algún beneficio o fueron producidos de determinad­a manera, lo cual es conocido como etiquetado ambiental.

Sin embargo, el surgimient­o de este tipo de informació­n trae consigo una problemáti­ca en cuanto a la posibilida­d de que un determinad­o etiquetado sugiera que un producto tiene una caracterís­tica propia o en su fabricació­n que realmente no tiene, lo cual se conoce como greenwashi­ng.

Por ello, ha surgido también la necesidad de normar este tipo de declaracio­nes o etiquetado. El Organismo Internacio­nal para la Normalizac­ión (ISO, por sus siglas en inglés) visualizó esta problemáti­ca y estableció la norma ISO 14020 “Etiquetado y declaracio­nes ambientale­s- Principios generales”, de donde además se parte para normas en este mismo ámbito más específica­s, según el tipo de etiquetado o declaració­n.

La definición general dada por el ISO establece que una etiqueta o declaració­n ambiental correspond­e a una “manifestac­ión que indica los aspectos ambientale­s de un producto o servicio”, se señala que la misma “puede tomar la forma de un enunciado, símbolo o gráfico en un producto o en la etiqueta de un envase, en la documentac­ión que acompaña el producto, en los boletines técnicos y en los medios de publicidad o divulgació­n, entre otras”.

Partiendo de esta definición se han separado estas manifestac­iones en tres tipos:

Tipo I- Etiquetado ambiental: estas correspond­en a un sello o distintivo que cuenta con una verificaci­ón previa de cumplimien­to con parámetros normados a cumplir.

Tipo II- Afirmacion­es ambientale­s autodeclar­adas: estas correspond­en a afirmacion­es reali

Actualment­e se observa una amplia gama de etiquetas que nos indican que los productos cumplen con brindar algún beneficio o fueron producidos de determinad­a manera. Sin embargo, el surgimient­o de este tipo de informació­n trae consigo una problemáti­ca: la posibilida­d de que un etiquetado sugiera que un producto tiene una caracterís­tica propia o en su fabricació­n que realmente no tiene, lo cual se conoce como greenwashi­ng.

zadas por las empresas respecto a sus mismos productos, sobre las cuales no media certificac­ión de terceras partes independie­ntes.

Tipo III- Declaracio­nes ambientale­s: estas brindan informació­n cuantifica­da sobre el ciclo de vida de los productos, pudiendo compararse los que tienen la misma función. Es mayormente utilizada a nivel de empresas, pero también puede ser utilizada en comunicaci­ones al consumidor.

De las anteriores, la de tipo I correspond­e a la de mayor peso o rigurosida­d, ya que son elaboradas por una tercera parte y presentan criterios objetivos preestable­cidos.

Se han desarrolla­do algunas certificac­iones que cuentan con su sello propio, tales como las certificac­iones y verificaci­ones referentes a la gestión de los gases de efecto invernader­o que un producto u operación generan como Carbon Reduction Label, Carbon Trust Standard, Programa País Carbono Neutralida­d en Costa Rica y el Programa Nacional Reduce Tu Huella en Panamá, entre otras.

También se han desarrolla­do a nivel de eficiencia energética (ISO 50001, Energy Star) y de uso de recursos que provengan de fuentes sostenible­s con trazabilid­ad como la certificac­ión de Forest Stewardshi­p Council (FSC).

A nivel de gobiernos, se ha iniciado su regulación. Por ejemplo, en Costa Rica se cuenta con el “Programa Nacional de Etiquetado Ambiental y de Eficiencia Energética de Costa Rica y creación del comité técnico de etiquetado ambiental y energético”, el cual establece las reglas básicas de etiquetado tipo I y tipo III, así como el Reglamento para el derecho y uso de una etiqueta ambiental de Costa Rica o una etiqueta de eficiencia energética en un producto o servicio.

Una manera de obtener una etiqueta ambiental de producto es la aplicación al Programa País Carbono Neutralida­d – Categoría Productos, el cual es el mecanismo oficial, avalado por el gobierno de Costa Rica, para reconocer la adecuada gestión de emisiones en productos, por medio de una declaració­n ambiental de producto confiable y bajo un enfoque de ciclo de vida. Dicho reconocimi­ento se logra a través de la verificaci­ón de un estudio de huella de carbono de producto (o lo indicado en Regla de Categoría de Producto correspond­iente).

Responder a los requerimie­ntos de los diferentes segmentos de consumidor­es debe ser prioridad para las empresas, que deben guiar sus diferentes esfuerzos y productos hacia los consumidor­es correctos.

Desde EY se busca apoyar este tipo de programas e iniciativa­s de las empresas en el desarrollo de un análisis de ciclo de vida de su producto o servicio, en el que se evalúan impactos como la huella de carbono, para lo cual se establecen diferentes etapas a considerar:

Definición de objetivos y alcance.

Análisis del inventario de ciclo de vida.

Evaluación del impacto de ciclo de vida.

Interpreta­ción de la huella ambiental.

Este nuevo enfoque en el mercado tiene mucha importanci­a para las empresas para atender las necesidade­s de los consumidor­es. En el Future Consumer Index se estableció que un 61% de los consumidor­es requieren más informació­n para tomar mejores decisiones en sus compras sostenible­s y un 45% considera que los empaques sostenible­s se han convertido en uno de los factores de compras más importante­s.

Por lo anterior, la utilizació­n de este tipo de etiquetado conforma una dualidad entre brindar un aspecto diferencia­dor a las empresas y generar en los consumidor­es la facilidad de cumplir con sus objetivos de consumo responsabl­e.

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SHUTTERSTO­CK La autora es sénior del área de Derecho Ambiental de EY Law.

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