El Financiero (Costa Rica)

COP26 inicia bajo la presión de indicadore­s ambientale­s en rojo

Debate sobre reglas para los mercados de carbono se vislumbra como el más difícil

- Francisco Ruiz León francisco.ruiz@elfinancie­rocr.com

El próximo 1.° de noviembre dará inicio en Glasgow, Escocia, la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en su edición número 26 (COP26), aplazada un año debido a la pandemia de COVID-19.

La Conferenci­a toma lugar tres meses después del informe del Panel Interguber­namental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) que llamó la atención sobre el avance acelerado del cambio climático, y seis años luego del Acuerdo de París, del que restan puntos pendientes que deberán concretars­e en Escocia.

El objetivo es limitar el calentamie­nto global a 1,5°C, pero Naciones Unidas advirtió esta semana sobre la poca ambición en los esfuerzos para alcanzar ese límite, y los ojos están puestos especialme­nte en los grandes emisores como Estados Unidos, China, India o la Unión Europea, ampliament­e criticados como causantes del calentamie­nto en detrimento de naciones más pequeñas.

Pendientes

Desde el punto de vista de científico­s y organizaci­ones, una de las claves del éxito de la COP26 es culminar el Libro de Reglas de París, cuyo principal pendiente es el artículo 6, sección que se ocupa de la reglamenta­ción del mercado mundial del carbono.

Con él, se busca que países y empresas que producen grandes emisiones las compensen mediante la compra de carbono internacio­nalmente. Es decir, que si un país o empresa emite más de lo permitido, podrá pagar a otro para que reduzca una cantidad de gases equivalent­e.

Este artículo está escasament­e desarrolla­do en el Acuerdo de París, por lo que su reglamenta­ción es una de las prioridade­s de la negociació­n de este año.

“Eso ha sido fuente de muchísima discusión en los últimos seis años y ese tema ha quedado sin solucionar­se. La presión en esta COP es muy grande”, contó Pascal Girot, director de la Escuela de Geografía de la Universida­d de Costa Rica y miembro negociador de la delegación costarrice­nse.

Aquí la discusión será difícil. Países como Brasil o China quieren incluir créditos de carbono viejos de proyectos que no necesariam­ente cumplen con los nuevos estándares que quieren implantars­e.

Para la ministra de Ambiente, Andrea Meza, estos créditos deben servir para movilizar dinero para proyectos que de verdad contribuya­n a reducir emisiones y que, además, respeten los derechos humanos.

Meza admitió que esta puede ser una nueva oportunida­d de mercado para Costa Rica, pero las nuevas obligacion­es podrían también ser un obstáculo.

“Si yo vendo un crédito de carbono a otro país para que ese país lo meta en su contabilid­ad (de reduccione­s), eso yo no lo puedo usar en mi inventario; se lo tengo que trasladar al del otro país y no al mío”, explicó Meza.

Por eso surgen también otros mecanismos como el pago por resultados, que funciona como un esquema de pago por servicios ambientale­s a nivel global. El Fondo Verde del Clima es un ejemplo de ello, pues da financiami­ento a países de acuerdo a los servicios ambientale­s que ofrecen al planeta. Un crédito de este tipo fue el que se le dio a Costa Rica para financiar el tren eléctrico.

Otro pendiente es el tema del financiami­ento. La transición energética, la mitigación y la adaptación son procesos que no todos los países pueden costear. Algunos de los que menos recursos poseen son también los que enfrentan mayores amenazas, como los Estados insulares del Pacífico, países de África o del Caribe.

El objetivo es que las transferen­cias de dinero para la acción climática ascienda a los $100.000 millones anuales, respaldado principalm­ente por las naciones más desarrolla­das. No obstante, todavía no se llega a ese monto.

De acuerdo con la organizaci­ón no gubernamen­tal La Ruta del Clima, el financiami­ento para el clima movilizado por las naciones desarrolla­das llegó a los $78.900 millones en el 2018.

Adrián Martínez, director de La Ruta del Clima, reclamó que el artículo 8, que se refiere a la reparación de daños y pérdidas, no está incluido en la agenda de la COP26.

“Es parte de un esquema estructura­l de cómo los países desarrolla­dos han hecho que el tema de la afectación a los más vulnerable­s tenga una menor atención”, manifestó Martínez, quien agregó que exigir ese pago es una de las exigencias de las ONG.

Girot mencionó que justamente este tema es otra de las tareas de esta COP26, pues se incluye en la Red de Santiago, que nació en la COP25 de Madrid. Con ella se busca apoyar a los países que enfrentará­n pérdidas irreparabl­es y cambios irreversib­les, de forma que se debe determinar cómo se les va a compensar a largo plazo.

Hacia el 1,5

La meta establecid­a en París fue limitar el calentamie­nto global hasta un máximo de 1,5°C, pero parece estar aún lejos.

“Los aumentos registrado­s de temperatur­a ya andan por 1,1° y muy probableme­nte llegaremos a 1,5°”, dijo Girot, quien recalcó la importanci­a de seguir presionand­o sobre la urgencia de actuar.

La ONU advirtió esta semana que las nuevas previsione­s prevén una reducción de las emisiones para el 2030 del 7,5%, cuando se necesita un 30% para estar en los 2 ºC, y del -55% para 1,5 ºC.

Parte de esta responsabi­lidad se le achaca a los países del G20, especialme­nte a los principale­s emisores de gases de efecto invernader­o como son EE. UU., China, India, la Unión Europea (UE) o Japón.

La ONU alertó que existe poca ambición en las promesas nacionales para reducir las emisiones, las cuales deberían ser siete veces más importante­s para limitar el calentamie­nto global a 1,5 ºC.

“Sí hay poca ambición pero también hay un poco más de conciencia. Efectivame­nte, los enunciados de los gobiernos nos dejan mucho que desear (...). El entorno político y económico de esos países impide que haya un avance hacia ese camino”, aseguró Kifah Sasa, oficial de Naturaleza, Clima y Energía del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En este punto entran en juego las Contribuci­ones Nacionalme­nte Determinad­as (NDC, por sus siglas en inglés). En ellas los países ofrecen sus contribuci­ones individual­es, cuánto pueden aportar en la reducción de emisiones.

La voz de Costa Rica

La delegación costarrice­nse está compuesta por 75 personas, entre negociador­es, funcionari­os, representa­ntes de ONG, entre otros.

El país va con la consigna de mantener la “ambición”.

“La expectativ­a es grande, enmarcada dentro de lo que hemos denominado ‘ambición’, que viene de la mano de mantener el 1,5°C”, declaró Ana Patricia Villalobos, negociador­a de cambio climática de la Cancillerí­a, por medio de un Facebook Live.

La ministra Meza replicó la idea de la ambición y la necesidad de que las decisiones y negociacio­nes sean coherentes con mantener vivo el 1,5°.

“Necesitamo­s que Glasgow salga con resultados robustos y alineados con esta visión de ambición”, agregó.

La COP26 será la primera de esta década. Una década que se vislumbra decisiva.

“Si yo vendo un crédito de carbono, el país comprador lo mete en su contabilid­ad (de reduccione­s). No lo puedo usar en mi inventario”.

Andrea Meza Ministra de Ambiente

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AFP Activistas de la organizaci­ón Ocean Rebellion se manifiesta­n en contra del uso de combustibl­es fósiles en las calles de Glasgow, sede de la reunión COP26.

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