El Financiero (Costa Rica)

Incorporac­ión de mujeres en mundo STEM camina a paso lento

Pese a diversas iniciativa­s para impulsar a las mujeres en el mundo STEM, todavía hay brechas

- Carlos Cordero Pérez carlos.cordero@elfinancie­rocr.com

Los esfuerzos para la incorporac­ión de las mujeres a las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería­s y matemática­s (STEM, por sus siglas en inglés) son diversos. Los resultados parecen no correspond­er.

El Colegio de Profesiona­les en Informátic­a y Computació­n (CPIC) y la Universida­d Invenio realizarán este 8 de marzo una actividad para motivar a las mujeres a tomar un rol de liderazgo en las carreras STEM.

La empresa de innovación tecnológic­a NI y el Instituto Interameri­cano de Cooperació­n para la Agricultur­a (IICA) organizan, también en el marco del Día Internacio­nal de la Mujer, un taller con 15 niñas y jóvenes para fortalecer el desarrollo de habilidade­s en STEM y visibiliza­r el aporte de las mujeres en las actividade­s agrícolas y científica­s.

La participac­ión de las mujeres en carreras STEM y en empresas tecnológic­as de informació­n y comunicaci­ón (TICs), así como en los cargos de jefatura, sigue siendo desigual, sin embargo.

“En efecto, aun cuando las mujeres tienen tasas de graduación universita­rias mayores que los hombres, cultural y socialment­e, por estereotip­os y prejuicios, las carreras STEAM (incluyendo artes) siguen estando asociadas a los hombres”, reconoció Leda Muñoz, directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo (FOD).

Los datos del Consejo Nacional de Rectores (Conare) muestran que el porcentaje de mujeres graduadas en las universida­des en computació­n e ingeniería se estancó. En las áreas STEM, los hombres duplican a las mujeres en diplomas obtenidos.

El estudio IV Edición de la Encuesta Salarial del Sector de Tecnología­s de Informació­n 2020-2021,

realizado por Deloitte, mostró que en las firmas tecnológic­as solo 16% son mujeres. Lo mismo ocurre en puestos de supervisor­es de equipo (18%) y gerentes (15%).

En el campo del empleo se incrementa la demanda de personal con competenci­as técnicas, pero al mismo tiempo en la pandemia el desempleo afectó puestos no calificado­s y en particular a las mujeres.

El Programa Estado de la Nación advirtió que el empleo femenino se redujo en 230.000 mujeres y hubo 111.000 personas menos con empleo informal, de las cuales 63% eran mujeres. Se suma que la brecha salarial se mantuvo en un 10%, desfavorec­iendo a las mujeres, durante las dos últimas décadas.

¿Qué se hace?

Hay otras iniciativa­s que se proponen reducir las brechas: 370.088 mujeres —casi el 50% de la población estudianti­l— participar­on en el Programa Nacional de Informátic­a Educativa (Pronie) en 2021 a cargo de la FOD. El Programa ya tiene tres décadas de implementa­rse.

La FOD también realizó en 2021 talleres en áreas digitales para facilitar el conocimien­to de la tecnología y herramient­as, emprendedu­rismo y motivación en los que participar­on casi 500 mujeres. Y ya en el presente año 69 estudiante­s de secundaria­s participar­on en el campeonato STEAM WiSci Centroamér­ica 2022.

La firma Elev8, en el marco del programa de empleabili­dad, capacitó a 50 personas —incluyendo mujeres— de diferentes profesione­s en áreas de soporte técnico especializ­ado, desarrollo de software, computació­n en la nube y cibersegur­idad. El grupo fue contactado con reclutador­es de una docena de firmas y al mes ya una tercera parte estaba contratada.

Para la industria tecnológic­a la participac­ión equitativa e igualitari­a de las mujeres en las empresas tiene relación directa con la capacidad de innovar y competir.

La Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) analizó 141 países y estimó la pérdida en riqueza de capital humano debido a la desigualda­d de género en $160 billones, cerca de dos veces el valor del PIB global.

“Tenemos la responsabi­lidad de promover una sociedad más inclusiva. Esta tarea no es fácil”, destacó Cristina Palmaka, presidenta de SAP para América Latina y Caribe.

Las firmas recalcan la necesidad de dar respuestas ante la desigualda­d, pese a algunos avances: la participac­ión de las mujeres en el sector tecnológic­o es cercana al 30%, casi el doble que en 2016, según un informe de Unesco.

Softline indicó, por ejemplo, que 40% de su planilla en América Latina está ocupada por mujeres y adelantó que reforzará sus programas en este 2022.

Queda mucho por cambiar. “Es fundamenta­l una transforma­ción efectiva”, afirmó Laércio Albuquerqu­e, vicepresid­ente de Cisco para América Latina.

El Grupo CMA también resaltó que, basándose en datos de la ONU, la reducción de la brecha en la participac­ión en el empleo y el salario aumentaría los ingresos de las mujeres en un 76%.

“Somos consciente­s de que las persistent­es brechas de género no solo perjudican a las mujeres y a sus familias, sino que dificultan que el país pueda lograr mayores niveles de desarrollo”, dijo Cristi

na Arias, coordinado­ra de mercadeo de CMA.

Factores

El principal desafío para aumentar el porcentaje de mujeres en puestos tecnológic­os es encontrar graduadas de carreras STEM. Pero hay otros.

“Uno de los mayores retos se encuentra en el proceso de resilienci­a de las muchachas que eligen una carrera de informátic­a para terminar y graduarse de la carrera”, dijo Paula Brenes, miembro de la junta directiva y de la comisión de mujeres del CPIC.

Las barreras para estudiar carreras STEM tienen que ver con menores oportunida­des de acceso a las tecnología­s, estímulos en seno familiar y educativo, y la alta exposición a referentes masculinos en ciencia y tecnología que influyen en la manera en que las mujeres, desde edades muy tempranas, imaginan su futuro y su rol en la sociedad.

“Esta situación preocupa, pues en el futuro que se avecina, con la llegada de la cuarta revolución industrial y el desarrollo vertiginos­o de las tecnología­s y del conocimien­to científico, las personas que dominen estas áreas tendrán espacios más atractivos laboralmen­te”, dijo Muñoz.

Aparte de conectivid­ad, se requiere mayor trabajo a nivel docente (incluyendo mejoras de calidad), orientació­n vocacional desde la escuela, experienci­as de acercamien­to a la tecnología, visibiliza­ción de las mujeres en el campo tecnológic­o y mayor conocimien­to de las oportunida­des laborales.

Las empresas a nivel interno también deben contar con programas para motivar a las mujeres a un proceso de adopción de sus competenci­as digitales, generar oportunida­des para trasladars­e a roles de tecnología, becas de capacitaci­ón, desarrollo de habilidade­s blandas y campañas de divulgació­n.

“Las empresas pueden tratar de dar más espacio a las mujeres, dando inclusive algún tipo de incentivo”, dijo Claudio Valverde, vicerrecto­r de docencia de la Universida­d Cenfotec.

A la par de atender los problemas estructura­les, es imprescind­ible desarrolla­r alianzas público-privada para configurar la demanda en materia de capacidade­s e impulsar eventos de formación como bootcamps.

“El primer paso va en dos direccione­s: sensibiliz­ación y aplicación de herramient­as que están a disposició­n para minimizar, y ojalá eliminar, las asimetrías que el sistema educativo está generando por inercia e inacción”, dijo Christian Sánchez, director ejecutivo de la Cámara de Tecnología­s de Informació­n y Comunicaci­ón (Camtic).

Experienci­as

¿Las iniciativa­s tienen resultados?

“El mercado latinoamer­icano está evoluciona­ndo y cada vez somos más en tecnología y en puestos de liderazgo”, dijo Natalia Botero, vicepresid­enta de crecimient­o regional de Publicis Global Delivery (PGD), una empresa de soluciones en tecnología, creativida­d, datas y medios. La firma sostiene que su planilla y sus puestos de jefatura son ocupados por 45% y 50% de mujeres, respectiva­mente.

Botero y Raquel Jácome, Christel Fuller y Emily De Gennaro, que ocupan puestos de liderazgo para PGD, indicaron que la industria de tecnología se impone como “un mundo masculino” y que, a pesar de la transforma­ción digital de los últimos años, los puestos de liderazgo en el sector siguen siendo ocupados principalm­ente por hombres.

Ellas indicaron que el talento femenino no es reconocido, se les impone un techo de crecimient­o y se ven en la necesidad de adaptarse a este tipo de entornos. De Gennaro resaltó que un aspecto clave es el apoyo entre mujeres y, en particular, de aquellas que ya ocupan puestos de liderazgo. A nivel local se ven las mismas situacione­s.

Ingrid Artavia tiene 41 años de edad y en el 2005 se graduó como ingeniera informátic­a en la Universida­d Nacional. Desde hace 19 años trabaja en Grupo CMA. Es oriunda de Puriscal e hija de agricultor­es. Para ella las mujeres aportan un liderazgo más empático y puntos de vista distintos para hacer crecer los negocios. “Al ser muy pocas mujeres en esta área, solemos ser muy líderes, agarramos la batuta y guiamos el camino a seguir”, resaltó Artavia.

Mariel Peña tiene 21 años, es ingeniera graduada en el 2021 de la carrera de Informátic­a Empresaria­l de la Universida­d de Costa Rica y trabaja en CMA, también. Peña, al igual que Artavia, dice haber enfrentado diferentes barreras al cursar una carrera STEM, incluyendo comentario­s despectivo­s.

Oriunda de Puntarenas, tiene experienci­a en varias herramient­as de base de datos, desarrollo web, programaci­ón, configurac­ión de redes y desarrollo ágil de software, entre otros.

Ambas, pese a las barreras, mantienen sus objetivos claros, cuentan con una familia que las apoya incondicio­nalmente y se enfocan en el cumplimien­to de metas. “Las mujeres solemos ser minoría en informátic­a. Nuestras historias reafirman, una vez más, que las mujeres tenemos una lucha constante para apropiarno­s de los lugares que nos pertenecen”, dijo Artavia.

Karla Núñez, es una joven de Alajuela. Fue recolector­a de café y dice que no sabía ni encender una computador­a. Estudiaba historia en la UCR. Con la crisis por la pandemia, tenía poco más de un año sin encontrar un empleo, pese a las múltiples solicitude­s que presentó.

“Llegó un momento donde me desmoronab­a”, dijo Núñez. En Elev8 fue entrenada en computació­n en nube y ahora trabaja en Amazon en un departamen­to de inteligenc­ia artificial.

Melisa Carranza estudió en la escuela Jesús Jiménez, en Cartago, donde había un laboratori­o de la FOD y aprendió los conceptos básicos de programaci­ón y robótica. Luego instaló el programa en la computador­a de la casa para hacer sus propios proyectos. “Tuve la ventaja que la maestra apoyaba esa iniciativa”, recuerda Carranza.

Estudió en el Instituto Tecnológic­o de Costa Rica y, al graduarse, empezó a trabajar en una empresa en Costa Rica, aplicó a una maestría en Estados Unidos de ciencias de la computació­n y al concluir ingresó hace cuatro años a Google, en California, donde trabaja en el área de seguridad y privacidad de Android.

Al inicio trabajó en proyectos de Google Play y del sistema operativo móvil Android, incluyendo iniciativa­s para Android TV con tecnología­s de accesibili­dad, entre otras.

Carranza dice que, si bien no tuvo grandes obstáculos, enfrenta comentario­s que desvaloran su trayectori­a (como que la contrataro­n por ser mujer, pese a que ganó pruebas que no pasaron hombres y mujeres que concursaro­n) y debe trabajar en espacios dominados por hombres donde hay hostilidad.

Para ella las mujeres aportan al desarrollo de productos y servicios, así como a evitar los sesgos en nuevas tecnología­s de inteligenc­ia artificial (como aprendizaj­e automático), dado que la mitad de la población en el mercado de consumo es femenina.

“Disfruto mucho construir algo que funcione”, recalcó Carranza. “Cuando uno ve que algo funciona es una sensación muy gratifican­te. Se generan muchas habilidade­s para solución creativa de problemas y para salirse de la forma tradiciona­l de pensar. Eso no depende del género de uno. Cualquier lo puede hacer”.

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SERGIO GUZMAN En promedio, desde 2014, se graduó el doble de hombres que mujeres en carreras STEM en Costa Rica.
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Ingrid Artavia
Ingeniera informátic­a de Grupo CMA.
“Al ser muy pocas mujeres en esta área, solemos ser muy líderes, agarramos la batuta y guiamos el camino a seguir, impregnamo­s a los equipos con nuestro sexto sentido femenino, impulsamos y hacemos que las cosas sucedan”. Ingrid Artavia Ingeniera informátic­a de Grupo CMA.
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Leda Muñoz Directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo.
“Por estereotip­os y prejuicios, las carreras STEM siguen estando asociadas a los hombres”. Leda Muñoz Directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo.
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Paula Brenes Miembro de la junta directiva y de la comisión de mujeres del CPIC.
“Los resultados de los esfuerzos no se verán en el corto plazo”. Paula Brenes Miembro de la junta directiva y de la comisión de mujeres del CPIC.

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