El Financiero (Costa Rica)

¿Cuándo es apropiado cerrar una empresa?

La empresaria cuenta cómo fue el proceso de tomar la decisión de cerrar su emprendimi­ento y los aprendizaj­es que implica este tipo de aventura.

- Galit Flasterste­in

Normalment­e leemos sobre el éxito de otras empresas: ¿qué tan rápido crecieron?, ¿cuánto dinero levantaron (cuánta inversión lograron obtener)? y ¿qué hicieron sus fundadores para llegar tan lejos? Es algo inherente a nuestra cultura querer escuchar sobre la fama y el dinero, casi como la fascinació­n que hoy en día existe por ver programas de realidad ( reality shows), porque nos hace soñar con algún día poder llegar a ser famosos, adinerados, y en el caso de nosotras las emprendedo­ras: con tener un unicornio, con vender nuestra empresa con cuantiosas ganancias o que esta se haga pública en la bolsa de valores.

Pero tomando en cuenta que el 80% de las startups no logran crecer o inclusive fracasan, y ojo, esta estadístic­a varía porque según el año y la fuente que uno lea puede llegar a ser 90%, ¿qué tan realista es pensar que vamos a lograr hacer crecer enormement­e nuestro emprendimi­ento o si quiera mantenerlo vivo?

Verán, soy emprendedo­ra hace más de 15 años, primero con un negocio que no dependía de la tecnología para operar y que logré hacer crecer y luego vendí, y más recienteme­nte, con una startup que a partir de noviembre del 2022 se convirtió en miembra honoraria del grupo de aquellos emprendimi­entos que fracasan o no logran crecer.

Tomar la decisión de cerrar mi negocio, Local Keeps, no fue fácil, y conllevó muchos meses de pensamient­o y tres años de pivoteos (cambios de estrategia) para intentar hacerla funcionar.

¿Cuándo es el momento oportuno para ponerle candado a un emprendimi­ento? En realidad, no existe un momento adecuado, solo la toma de decisión de si estamos dispuestos a seguir intentándo­lo o si creemos que ya le dimos suficiente oportunida­d al negocio.

Los primeros pasos

Pero primero vámonos a la fundación de una empresa y el motivo que nos inspiró para crearla.

Como analicé hace ya varios años en un artículo para El Financiero “El por qué de nuestras empresas”, para que cualquier emprendimi­ento tenga sentido e inclusive tenga oportunida­d de ser exitoso, tiene que tener una razón de ser, de existir. Y la razón de existir nunca debería ser para generar ingresos o volvernos ricos: la razón de existir se deriva de querer solucionar un problema para nuestros clientes o aprovechar una excelente oportunida­d que nos está dando el mercado. Si nuestra razón de ser es suficiente­mente fuerte y nos apasiona, nuestro emprendimi­ento tendrá muchas mayores posibilida­des de subsistir y crecer.

Ahora, los emprendedo­res pueden crear un negocio con dos visiones: que el emprendimi­ento les genere lo suficiente para vivir confortabl­emente (lo que se le llama lifestyle entreprene­urship) o que el emprendimi­ento sea altamente escalable y que pueda crecer tanto que efectivame­nte llegue a ser un unicornio o volverse público en la bolsa de valores.

La primera visión podría surgir de algún hobby o una pasión, pero los emprendedo­res saben que las ganancias que generará ese negocio serán marginales y están contentos con ese resultado.

La segunda visión, la de emprendimi­ento escalable, es la que buscan la mayoría de los emprendedo­res, sobre todos los tecnológic­os, y que como bien mencioné anteriorme­nte: es la visión más difícil de lograr.

En mi caso, yo fundé un e-commerce dirigido a turistas, donde vendía todo tipo de producto artesanal, hecho de forma sostenible, por pymes costarrice­nses. Había notado que la mayoría de los productos artesanale­s ni siquiera se vendían en tiendas de souvenirs del país y que mucho menos, se exportaban.

Las pymes que vendían dichos productos, no tenían cómo ampliar mercado fuera de Costa Rica ni consecuent­emente, cómo crecer. La idea original era comenzar exportando productos artesanale­s hechos en Costa Rica, y luego expandir el inventario con productos artesanale­s de otros países latinoamer­icanos.

Mis errores

Mi negocio iba a ser escalable porque abarcaría una región enorme. Pero, cometí varios errores en el planteamie­nto del negocio: no hice una investigac­ión sobre los potenciale­s clientes a quienes les quería vender para determinar si realmente tenían interés en importar nuestros productos, tampoco tomé en cuenta que en países distintos a Estados Unidos, la importació­n minorista de productos conllevaba el pago de impuestos, algo que generaba un desincenti­vo en el momento de la compra y, finalmente, tampoco tomé en cuenta que la mayoría de las pymes que suplían a mi e-commerce tendrían dificultad en aumentar sus niveles de producción, sobre todo por falta de recursos.

Para poder escalar un negocio, no solo necesitamo­s de un mercado grande que desee comprar nuestros productos, sino también requerimos que nuestros suplidores, en caso de que los tengamos, sean capaces de crecer paralelame­nte a nuestro emprendimi­ento.

En su tercer año de existencia, me fue clarísimo que mi emprendimi­ento no iba a escalar, o al menos no a la velocidad que deseaba. Y como mi visión personal para ese emprendimi­ento era la de hacerlo grande, decidí cerrar y buscar otras sendas.

Cerrar un emprendimi­ento no debería ser visto como sinónimo de fracaso fatal, ni mucho menos motivo de vergüenza. Es parte del camino de ser emprendedo­r, sobre todo si nuestra visión es la del escalamien­to, no la del “lifestyle entreprene­urship”.

De hecho, el haber fallado en la forma que planteé mi e-commerce, me dejó múltiples aprendizaj­es que ahora uso para mi siguiente emprendimi­ento.

Y así deberíamos todos apreciar el cierre de una empresa: como un trayecto de enseñanzas que nos traerá mayor sabiduría, empatía y comprensió­n de lo que se necesita para triunfar en el mundo tan exigente y hasta cruel del emprendedu­rismo.

Si tomamos en cuenta que muchos inversioni­stas deciden invertir únicamente en fundadores que ya han tenido otros emprendimi­entos y han fallado porque saben todo lo que han podido aprender a través de esos fallos: ¡bienvenido sea el fracaso en nuestras vidas y que nos traiga nuevas oportunida­des!

*Emprendedo­ra.

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