El Financiero (Costa Rica)

De crear Florex a inaugurar un restaurant­e con hermosas vistas

Los Araya-Chaves emprenden con Lecanto, a siete kilómetros de San Ramón

- Carlos Cordero Pérez carlos.cordero@elfinancie­rocr.com

Silvia Chaves y su esposo Carlos Araya combinan su vocación ambiental y social en todos los proyectos empresaria­les que asumen.

Así fue con su primera empresa, Servicios de Consultorí­a de Occidente (Scosa), la más reconocida: fábrica de productos de limpieza, Florex, y ahora en su restaurant­e Lecanto, ubicado en San Ramón.

“Queremos cambiar las cosas a través de las empresas, ofrecer cosas diferentes y lograr impacto”, dice Silvia.

Silvia y Carlos son oriundos de San Ramón de Alajuela, donde realizaron sus estudios de primaria y secundaria. Luego cada uno siguió rutas distintas.

Silvia estudió leyes y después se especializ­ó en Derecho ambiental en la Universida­d de Costa Rica (UCR).

Carlos, por su parte, fue misionero religioso y luego regresó a Costa Rica, se graduó en Orientació­n en la Universida­d Nacional y trabajó en varios colegios.

Cuando Silvia estaba concluyend­o su especializ­ación en Derecho Ambiental, fundó junto con Carlos la primera empresa, Scosa, en la que se enfocaron en brindar empleo a personas de escasos recursos económicos, fieles a sus propósitos sociales. “Contratamo­s en especial mujeres de escasos recursos”, dice Silvia.

La empresa, que actualment­e tiene entre 300 y 350 colaborado­res, se dedica a brindar servicios de limpieza de institucio­nes, mediante contratos adjudicado­s en licitacion­es públicas, recalca Silvia, y empresas privadas en todo el país. La primera empresa dio origen a la segunda: Florex.

Para brindar los servicios se utilizaban productos de limpieza industrial­es. Pero muchas de las personas que trabajaban en Scosa resultaban afectadas con asma, rinitis y alergias. Entonces, Silvia y Carlos se propusiero­n una solución.

La idea fue crear productos de limpieza amigables con el ambiente y que no provoquen daños en la salud de las personas. Las fórmulas que fueron creando en el patio de su casa dieron resultado y de ahí pensaron en comerciali­zarlos.

El inicio

El padre de Silvia, Marcial (q.e.p.d.), tenía una finca dedicada a la producción de café y ubicada a cuatro kilómetros de San Ramón, carretera a La Fortuna, y por un desvío de tres kilómetros camino a Concepción.

Se llamaba Socola, que proviene de socolar y que se refiere a la preparació­n de la finca para la agricultur­a. El café no era el único cultivo.

También sembraban algunos alimentos que consumían en la familia y tenían algunos animales, como vacas y gallinas. Silvia creció en medio de todas esas actividade­s.

Cuando heredaron la finca hace una década, Silvia y sus familia la empezaron a transforma­r en orgánica, siguiendo su vocación ambiental y social. Actualment­e producen café, legumbres, hortalizas y tubérculos de manera orgánica.

Primero debieron descontami­nar los suelos. Después, adquiriero­n otra propiedad vecina, en la que su zona boscosa estaba en riesgo. La idea era dedicarla a la conservaci­ón. El otro paso fue rebautizar­la. La llamaron Lecanto. “Por el encanto de la naturaleza”, explica Silvia.

La intención es utilizar al máximo los recursos de la finca, dándole énfasis a la fertilidad del suelo, la actividad biológica y minimizar el uso de los recursos no renovables, al tiempo que no se utilizan fertilizan­tes y plaguicida­s sintéticos. Todo eso para proteger el ambiente y la salud de las personas.

Operando

El restaurant­e abrió en julio de 2022 y la idea es que permita atraer turistas locales e internacio­nales que conozcan la belleza natural de la finca y el proceso de cultivo, cosecha y procesamie­nto del café orgánico certificad­o, así como puedan disfrutar de productos saludables y orgánicos que se generan ahí mismo.

Actualment­e se cuenta con un sistema de agua para el riego de las plantacion­es, áreas de biofertili­zantes y bioinsumos orgánicos,

“Es hacer educación a través de la comida”, recalca Silvia. “Es una alternativ­a diferente. Aquí es un lugar tranquilo, abierto y bonito”.

Los comensales pueden disfrutar de comida fusión, con alimentos que provienen de diferentes culturas. Silvia destaca que, junto a la utilizació­n de ingredient­es orgánicos, se les da un sabor especial.

Se ofrecen diferentes proteínas, como carne de res, pollo, pescado y mariscos. También guarnicion­es basadas en ingredient­es naturales como las hortalizas. Los vegetarian­os y los veganos también encuentran opciones a su gusto. La carta es variada y la clientela también.

En el restaurant­e, ubicado en un edificio de dos plantas en la finca, se reciben turistas, familias y eventos corporativ­os, bodas, cumpleaños o aniversari­os, pues hay espacio para 150 personas y un parqueo amplio.

Desde el restaurant­e se tiene una amplia y hermosa vista. Se puede observar, a través de sus ventanales, las montañas y las comunidade­s de la zona de Occidente, en particular del mismo San Ramón y del cantón vecino, Naranjo. Asimismo, se puede disfrutar el paisaje del norte de San Ramón y de San Carlos. En el primer piso hay otros atractivos.

Ahí se ubica la tienda de souvenirs producidos por artesanos y artesanas locales, así como se puede adquirir productos orgánicos de la misma finca. También está el microbenef­icio de café.

Las personas pueden hacer el recorrido en un tour de agricultur­a orgánica y por el bosque (el costo depende del número de personas) o por los senderos autoguiado­s para conocer los cultivos, pasar por plataforma­s para observar aves o ir a un mirador donde pueden meditar o tomar fotografía­s.

“No hay costo de ingreso, pero se pide que los clientes realicen la reservació­n para atender y saber quién está de visita”, indicó Silvia.

Otro segmento de clientes en la mira son los nómadas digitales y quienes desean trasladars­e al lugar para realizar teletrabaj­o o para grupos de empresas que quieran organizars­e para trabajar de forma remota.

Como fue en el caso de Florex, las iniciativa­s adicionale­s están en lista, incluyendo la instalació­n de baterías para almacenami­ento de energía solar generada por los paneles y así suplir el restaurant­e.

Igual que el paisaje que se puede ver desde el restaurant­e, Silvia, Carlos y Esteban, que se incorporó al proyecto tras su regreso de Carolina del Norte, tienen planteados nuevos horizontes.

“Queremos consolidar el restaurant­e y la finca para que los turistas tengan una experienci­a auténtica de manejo”, afirma Silvia.

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CORTESÍA Silvia Chaves recalca que en todas las empresas que ha iniciado, junto con su esposo Carlos Araya, el enfoque es social y ambiental. Aquí en su nuevo proyecto: el restaurant­e Lecanto, en San Ramón de Alajuela.
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CORTESÍA Desde el restaurant­e se puede observar el paisaje de las montañas y comunidade­s de San Ramón y cantones vecinos.
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CORTESÍA Parte del modelo de Lecanto es la producción de café orgánico certificad­o.

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