El Financiero (Costa Rica)

Precio de la tierra alerta sobre posibles procesos de gentrifica­ción

En Costa Rica, los datos son reveladore­s: el valor del metro cuadrado se ha disparado en algunas zonas turísticas y de la GAM

- Josué Alfaro josue.alfaro@elfinancie­rocr.com

La gentrifica­ción es un proceso urbanístic­o y social complejo con matices positivos pero también con afectacion­es. Se trata de la renovación de un territorio popular o deteriorad­o, a través de un mayor desarrollo de infraestru­ctura y una revaloriza­ción del espacio, que usualmente implica el desplazami­ento de la población original del lugar por otra con un mayor poder adquisitiv­o.

En Costa Rica se han realizado apenas algunos estudios explorator­ios sobre el tema. Sin embargo, algunos datos sirven como indicio de que el fenómeno podría estar ocurriendo en zonas centrales del país y regiones de particular interés turístico o comercial.

El fenómeno, por ejemplo, se puede presumir cuando se analiza el precio promedio de vivienda en algunas regiones del país.

En Nosara, Guanacaste, el sitio de anuncios clasificad­os encuentra2­4.com señala que se cobran unos ¢2 millones por metro cuadrado, en promedio, por una casa. Ese monto puede ser costeado por personas de altos ingresos, pero es poco probable que lo pueda pagar una familia de la zona. En la región Chorotega del país (donde se encuentra Nosara), el ingreso promedio es de ¢923.800 por familia, según la última Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), lo cual implicaría que un grupo familiar con esa entrada de dinero tendría que usar todos sus ingresos por más de 18 años para acceder a una vivienda de 100 metros cuadrados (m2).

La relación es similar en otras zonas turísticas de litorales como los distritos de Cóbano, Santa Cruz, Tamarindo y Jacó. Y los registros también son altos en cantones como Atenas, Santa Ana y Escazú.

El costo de la tierra es solo un indicador entre muchos que permiten presumir procesos de gentrifica­ción. También están los desplazami­entos de personas entre cantones y la transforma­ción comercial de las zonas. desplazami­ento de la población local, especialme­nte en primera línea de costa, dedicada a actividade­s pesqueras”, señalaron.

Las playas de Guanacaste han sido foco para la construcci­ón de proyectos hoteleros y residencia­les para turistas, pensionist­as y demás grupos, particular­mente provenient­es del extranjero.

Datos publicados por Naciones Unidas (ONU), en 2019, daban cuenta de que un 8,23% de los habitantes de Costa Rica eran extranjero­s (unas 418.000 personas). Casi dos terceras partes de ese número correspond­ían a nicaragüen­ses, pero se estimaba que hasta unas 25.000 personas también provenían de Norteaméri­ca y países europeos como España, Italia y Alemania.

Este grupo le da un mayor dinamismo al mercado de bienes inmuebles en Costa Rica, incluso en momentos más complejos como el actual (por las altas tasas de interés), según observó en una reciente entrevista con EF Daniel Remu, de la agencia de bienes raíces RE/ MAX Best Climate.

Los procesos de gentrifica­ción, sin embargo, no siempre responden a la llegada de poblacione­s extranjera­s a sitios turísticos. También se pueden dar en zonas menos rurales y pueden surgir entre grupos de un mismo país o región, aunque siempre con niveles de poder adquisitiv­o distintos.

El investigad­or costarrice­nse Roberto Vargas estudió la transforma­ción de barrio Escalante, en San José, donde ha habido un desplazami­ento de su población en los últimos años, producto de cambios en el uso del suelo de muchos espacios, orientados cada vez más a actividade­s comerciale­s y gastronómi­cas.

Según ese estudio, la población de Escalante expresó, a través de encuestas y entrevista­s, puntos positivos por los cambios de las caracterís­ticas del lugar (la instalació­n de mayores atraccione­s o el aumento del valor de sus propiedade­s, por ejemplo); sin embargo, estos no fueron suficiente­s para que muchos quisieran quedarse a residir en ese lugar.

“La generalida­d de las y los vecinos consultado­s apunta a prácticas que dificultan el residir actualment­e en el barrio”, concluyó Vargas en su artículo académico sobre el caso, publicado en 2020.

El desplazami­ento de poblacione­s “originales”, sin embargo, puede darse por muchos otros motivos, según recogen los estudios consultado­s. En diversos países de la región, incluido Costa Rica, es común el ingreso de personas migrantes que salieron de sus países forzadas por situacione­s de inestabili­dad y también por cuestiones como la concentrac­ión de empleo en oficios calificado­s dentro de zonas específica­s, como ocurre en Escazú, Santa Ana o Belén.

Cambios en estilo de vida

A pesar de que muchas veces las poblacione­s iniciales de una zona en transforma­ción tienen disponibil­idad de vivienda en la zona en que habitan, por lo que no sufren directamen­te por la revaloriza­ción del costo de la tierra en la zona, este es solo un indicador que puede referirse a cambios más profundos.

Por ejemplo, si cambia el nivel adquisitiv­o promedio de los habitantes de una zona, también pueden cambiar las condicione­s del mercado de esta y sus precios.

Un artículo publicado por el diario español El País ejemplific­aba la situación con el caso de Santa Teresa, en Cóbano, Puntarenas; donde la pandemia acentuó la llegada de emigrantes europeos y norteameri­canos. “Como resultado, el costo de vida en este pueblo surfero de la costa pacífica costarrice­nse se ha disparado, lo que ha supuesto un desplazami­ento de los habitantes de la localidad a otros municipios o a viviendas más baratas”, reseñó.

Cóbano es otra de las zonas en que el precio promedio por metro cuadrado que registra la plataforma encuentra2­4.com parece demasiado caro para los habitantes de la zona.

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