Precio de la tierra alerta sobre posibles procesos de gentrificación
En Costa Rica, los datos son reveladores: el valor del metro cuadrado se ha disparado en algunas zonas turísticas y de la GAM
La gentrificación es un proceso urbanístico y social complejo con matices positivos pero también con afectaciones. Se trata de la renovación de un territorio popular o deteriorado, a través de un mayor desarrollo de infraestructura y una revalorización del espacio, que usualmente implica el desplazamiento de la población original del lugar por otra con un mayor poder adquisitivo.
En Costa Rica se han realizado apenas algunos estudios exploratorios sobre el tema. Sin embargo, algunos datos sirven como indicio de que el fenómeno podría estar ocurriendo en zonas centrales del país y regiones de particular interés turístico o comercial.
El fenómeno, por ejemplo, se puede presumir cuando se analiza el precio promedio de vivienda en algunas regiones del país.
En Nosara, Guanacaste, el sitio de anuncios clasificados encuentra24.com señala que se cobran unos ¢2 millones por metro cuadrado, en promedio, por una casa. Ese monto puede ser costeado por personas de altos ingresos, pero es poco probable que lo pueda pagar una familia de la zona. En la región Chorotega del país (donde se encuentra Nosara), el ingreso promedio es de ¢923.800 por familia, según la última Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), lo cual implicaría que un grupo familiar con esa entrada de dinero tendría que usar todos sus ingresos por más de 18 años para acceder a una vivienda de 100 metros cuadrados (m2).
La relación es similar en otras zonas turísticas de litorales como los distritos de Cóbano, Santa Cruz, Tamarindo y Jacó. Y los registros también son altos en cantones como Atenas, Santa Ana y Escazú.
El costo de la tierra es solo un indicador entre muchos que permiten presumir procesos de gentrificación. También están los desplazamientos de personas entre cantones y la transformación comercial de las zonas. desplazamiento de la población local, especialmente en primera línea de costa, dedicada a actividades pesqueras”, señalaron.
Las playas de Guanacaste han sido foco para la construcción de proyectos hoteleros y residenciales para turistas, pensionistas y demás grupos, particularmente provenientes del extranjero.
Datos publicados por Naciones Unidas (ONU), en 2019, daban cuenta de que un 8,23% de los habitantes de Costa Rica eran extranjeros (unas 418.000 personas). Casi dos terceras partes de ese número correspondían a nicaragüenses, pero se estimaba que hasta unas 25.000 personas también provenían de Norteamérica y países europeos como España, Italia y Alemania.
Este grupo le da un mayor dinamismo al mercado de bienes inmuebles en Costa Rica, incluso en momentos más complejos como el actual (por las altas tasas de interés), según observó en una reciente entrevista con EF Daniel Remu, de la agencia de bienes raíces RE/ MAX Best Climate.
Los procesos de gentrificación, sin embargo, no siempre responden a la llegada de poblaciones extranjeras a sitios turísticos. También se pueden dar en zonas menos rurales y pueden surgir entre grupos de un mismo país o región, aunque siempre con niveles de poder adquisitivo distintos.
El investigador costarricense Roberto Vargas estudió la transformación de barrio Escalante, en San José, donde ha habido un desplazamiento de su población en los últimos años, producto de cambios en el uso del suelo de muchos espacios, orientados cada vez más a actividades comerciales y gastronómicas.
Según ese estudio, la población de Escalante expresó, a través de encuestas y entrevistas, puntos positivos por los cambios de las características del lugar (la instalación de mayores atracciones o el aumento del valor de sus propiedades, por ejemplo); sin embargo, estos no fueron suficientes para que muchos quisieran quedarse a residir en ese lugar.
“La generalidad de las y los vecinos consultados apunta a prácticas que dificultan el residir actualmente en el barrio”, concluyó Vargas en su artículo académico sobre el caso, publicado en 2020.
El desplazamiento de poblaciones “originales”, sin embargo, puede darse por muchos otros motivos, según recogen los estudios consultados. En diversos países de la región, incluido Costa Rica, es común el ingreso de personas migrantes que salieron de sus países forzadas por situaciones de inestabilidad y también por cuestiones como la concentración de empleo en oficios calificados dentro de zonas específicas, como ocurre en Escazú, Santa Ana o Belén.
Cambios en estilo de vida
A pesar de que muchas veces las poblaciones iniciales de una zona en transformación tienen disponibilidad de vivienda en la zona en que habitan, por lo que no sufren directamente por la revalorización del costo de la tierra en la zona, este es solo un indicador que puede referirse a cambios más profundos.
Por ejemplo, si cambia el nivel adquisitivo promedio de los habitantes de una zona, también pueden cambiar las condiciones del mercado de esta y sus precios.
Un artículo publicado por el diario español El País ejemplificaba la situación con el caso de Santa Teresa, en Cóbano, Puntarenas; donde la pandemia acentuó la llegada de emigrantes europeos y norteamericanos. “Como resultado, el costo de vida en este pueblo surfero de la costa pacífica costarricense se ha disparado, lo que ha supuesto un desplazamiento de los habitantes de la localidad a otros municipios o a viviendas más baratas”, reseñó.
Cóbano es otra de las zonas en que el precio promedio por metro cuadrado que registra la plataforma encuentra24.com parece demasiado caro para los habitantes de la zona.